Hᴀᴜɴᴛɪɴɢ ➹ [TW] (Sin edición)

10 | Compasión

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Chapter 10

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Luego de haber sido regañada por unos tediosos cinco minutos por su hermano, Juliette se encontraba caminando enfadada hacía el estacionamiento. Se sentía frustrada por ser tratada por Nate como si fuera un estorbo en su camino, comprendía que aún no estaba propiamente preparada para enfrentarse con criaturas sobrenaturales. Y también entendía que Nathaniel se preocupaba por su bienestar, apenas tenía dieciséis años y sería una carga injusta tener que instruirse para defender a los demás en vez de preocuparse por motivos acorde a su edad. Sin embargo, odiaba sentirse inútil y tener que mantenerse al margen de la situación, quería involucrarse y ganarse la confianza de su hermano en el proceso.

Tal vez su padre sí hubiera creído en ella, pensó.

Si bien el arma que sostenía en su mano le aportaba un poco de seguridad, desde que Nate le advirtió sobre la presencia del kanima en la fiesta, su mente no dejaba de pensar en Allison y en Isaac, que se hallaban desprotegidos allí dentro.

Al girar en una esquina, se encontró con la imagen de Stiles esparciendo una especie de cenizas por el suelo, para después sacudir sus manos al finalizar.

—¡Stiles! —gritó, llamando su atención mientras escondía el arma a sus espaldas—. ¿Qué estas haciendo?

Stiles volteó a verla de inmediato con una expresión asustada en su rostro, abrió y cerró su boca intentando encontrar las palabras adecuadas.

—Haciendo mi labor como Robin —comentó, apretando sus labios en mueca y apoyando sus manos en su cadera luego de señalar el suelo—. Protegiendo la mitad del pueblo con ceniza de serbal.

—¿Protegiendo del kanima que se encuentra en la fiesta? ¿Para eso me pediste el anillo? —preguntó, comprendiendo su intención y al ver su desconcierto agregó—. Si, ya sé qué esta aquí.

—La idea es evitar que escape del terreno para así poder atraparlo.

—¿Con ceniza de serbal? —inquirió con voz incrédula observando la linea que rodeaba el edificio—. No va a funcionar.

—¿Por qué lo dices?

—Porque esa noche que me atacó, lo pudo hacer sin ningún impedimento —explicó, analizando su trabajo—. Incluso estuvo encima de mi.