𝗛𝗔𝗨𝗡𝗧𝗜𝗡𝗚 | En donde Juliette Argent busca un nuevo comienzo en Beacon Hills y encuentra su perdición en unos enigmáticos 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘢𝘻𝘶𝘭𝘦𝘴.
O en donde Juliette se enamora de un hombre lobo y tendrá que decidir si seguir su corazón, o ate...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━☆★☆━━━━━━━━
Julie bajó del vehículo en el momento exacto en que Stiles estacionaba su jeep junto a Scott. Esperó, pacientemente que salieran de la camioneta y se acercó a ellos, curiosa por saber cómo les había ido en la detención. Luego de haber regresado sola a su departamento, había olvidado hablar con su prima y sus amigos acerca de lo que había sucedido en la preparatoria.
—Debe haber otra forma de conseguir boletos, ¿no? —Julie oyó decir a Scott.
—¿Se divirtieron en el castigo? —preguntó, mostrando una sonrisa divertida.
—Estuvo interesante —volteó a verla Stiles y frunció su ceño—. ¿Cómo es que te salvaste de la detención? ¡Te vi ahí!
—Tuve suerte —se limitó a decir—. ¿Estaban hablando de la fiesta de hoy?
—Si —afirmó Scott, dirigiéndole su atención—. ¿Tienes boletos?
—Si —asintió, insegura. No estaba al tanto de sí Matt había logrado conseguirlos.
—¿Como lo hiciste? —inquirió Stiles, evidenciando su sorpresa en el tono de voz—. Se supone que la única manera de conseguirlos es secreta.
—Tengo contactos —expresó, apartando el cabello de su hombro, fingiendo superioridad.
—¿Puedes pasarnos tu contacto, por favor? —suplicó Scott, la mirada esperanzada que tenía en sus ojos le enterneció a Julie y no le hubiera importado darle incluso su propio boleto.
—Estamos desesperados, Julie —asintió Stiles, haciendo énfasis con sus manos—. Muy desesperados.
—¡McCall! —llamaron a unos metros de ellos, Julie volteó y notó a Matt Daehler aproximarse—. Vi que tampoco conseguiste boletos anoche.
—¿Aún los venden? —preguntó Scott.
—No, pero pude comprar algunos en internet —respondió, con una sonrisa orgullosa.
—¿Nos vendes dos? ¡Pagaremos más de lo que te costó!
—No los vendo, Stilinski —negó—. Pero sigan intentando, parece que todo el mundo irá —se acercó a Juliette y le entregó un boleto, sacado del bolsillo de su mochila.
—Gracias —sonrió, tomándolo y abriendo su bolso para buscar su billetera—. ¿Cuanto te debo?