Capítulo 4.

5K 580 117
                                    

-¿Cómo está mi preciosa mejor amiga? -Preguntó Harry por el teléfono.

-¿Qué quieres ahora, Harry?

-¡Hey! Me decepcionas. Yo no te llamo únicamente para pedirte favores -contestó fingiendo indignación, pero incluso Sara podía sentir su sonrisa del otro lado del teléfono.

-Déjate de rodeos. Estoy de camino al trabajo para empezar a planear todo para la cena, y si quieres que salga perfecta será mejor que no me presiones.

Harry rió al oír el tono amenazador con el que Sara le habló. No es él fuera una mala persona, simplemente le hacía gracia ver la cara de enojada de la rubia.

Se habían conocido desde que eran niños, unos 3 años después de que los padres de Harry se separaran. Al instante se habían vuelto muy cercanos, ya que iban juntos a la escuela y a Harry le gustaba pasar las tardes en la casa de ella. Pero Sara se había mudado a otra ciudad antes de que entraran a la preparatoria, así que estuvieron alejados esos años, pero nunca habían perdido contacto. Luego Sara regresó y fueron juntos a la misma universidad, volviendo a ser tan cercanos como antes.

Eran de esos amigos a los que les puedes contar todo y pedir lo que sea, que se aceptan con todo lo bueno y malo de las personalidades, que siempre están ahí para ti.

En el instituto muchos creyeron que ellos terminarían juntos, pero eso nunca fue ni será así. Harry quería a Sara tanto como una hermana, y ese sentimiento era recíproco.

-Solo llamé para decirte que si necesitabas algo para la cena me avisaras -dijo para después oír a Sara exhalar con alivio-, para estar atento cuando lo consigas, no vaya a ser que lo arruines todo -concluyó con burla.

-¡Eres un idiota! -Le gritó fuerte haciendo doler el oído de Harry, pero eso no hizo que se borrara su sonrisa.

Seguido escuchó los pitidos, dándole a saber que su amiga había colgado.

Sara suspiró tratando de calmarse, si no quería que la noche resultara fatal tenía que empezar todo calmada.

Louis salió de su casa, cerrando la puerta principal con llave, para que al instante oyera la respiración de Sara.

Sonrió y se acercó al lugar donde Sara siempre estacionaba el auto, recargándose en la ventana abierta del copiloto.

-¿Ya te hicieron enojar tan temprano? -Preguntó con diversión, para luego abrir la puerta y sentarse en su lugar.

-No menciones eso otra vez -dijo-. En lo que a mí concierne no he hablado con nadie más que contigo en toda la mañana.

Louis alzó las manos en señal de rendición. -Como ordene, jefa.

Llegaron al local una hora antes de la abertura, como lo habían planeado el día anterior. Ni si preocuparon en acomodar todo para que estuviera listo a la hora de abrir, ya que para eso estaban los demás empleados que deberían llegar en mínimo media hora, así que se fueron directamente a la cocina para empezar a planear todo.

-Bien, Lou. Esto es muy importante para mi amigo y además para mí, ya que si sale todo bien los organizadores podrían pasar la voz y la cafetería ganaría más popularidad. Así que... ¿tienes alguna idea?

Louis se quedó en silencio mientras organizaba todas las ideas que surgían en su cabeza.

-Dices que son amantes del café, ¿cierto?

Oyó a Sara contestar un "sí", mientras él recordaba todos los detalles que su amiga le había dicho en el viaje de ida.

-Bien, esta es mi idea -dijo después de unos segundos de silencio-: el café debe estar ahí desde el inicio, no esperemos hasta el postre. Y para que no sea mala combinación, la comida no debe tener nada picante. Tiene que ser algo ligero pero que haga que los clientes queden satisfechos.

El milagro eres tú. || Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora