Al llegar a su casa fue directamente a su habitación sin fijarse en si su esposo estaba por la casa esperando a que llegara. Se quedó parada en la puerta de la habitación al oír los pequeños ronquidos que venían de dentro, su marido seguía durmiendo. Abrió con cuidado la puerta para no hacer ruido y no despertar al ruidoso durmiente. Una vez abierta la puerta empezó a andar hacia su mesita, donde guardó su cuaderno la última vez que escribió algo. De puntillas se acercó y despacio abrió el segundo cajón, tuvo que remover la ropa para encontrar el cuaderno. Junto al cuaderno se encontraba la carta del marido de la Señora Aguirre que esta le dio. Cogió el cuaderno y se sentó en la cama, apoyó la espalda en la cabecera y abrió el cuaderno por la última página escrita, también cogió el lápiz para escribir pero con un movimiento de brazo de su marido ella apartó la mirada de su libreta hacia el dormilón y fijándose en su rostro empezó a dibujarle. Cuando terminó de dibujar cada peca de su cara empezó a sombrear el dibujo pero en ese momento Diego se despertó.
- Buenos días. - Dijo Diego bostezando.
- Dirás buenas tardes. - Sonrió mientras seguía mirando su dibujo. Diego levantó la cabeza intrigado por lo que su reciente esposa dibujaba pero casi sin moverse un milímetro Elizabeth le llamó la atención -No te muevas, cierra los ojos que casi he acabado.
Diego la obedeció, cerró los ojos y esperó a que le dijera algo, pero ella no abrió la boca. Cerró el cuaderno y lo dejó en la mesita, después se tumbó de espaldas a Diego y cogió su brazo para rodearse la cintura con él. Él extrañado abrió los ojos e incorporó la cabeza para mirar a Elizabeth pero ella no se movió, solo le pidió que cerrara también los ojos. Al final se quedaron durmiendo hasta que el sentimiento de hambre les despertó.
Después de cenar Diego se puso a ver la tele mientras Elizabeth fue a la habitación a buscar el diario de la Señora Ciga, cuando volvió al salón se sentó en el sillón junto a su esposo, encendió la lámpara que estaba en la mesita a su lado y abrió el diario. Diego la miró y le preguntó por la libreta, le dijo que parecía un diario y viejo, ella sólo asintió, unos segundos después le preguntó de quién era pero Elisabeth no le podía decir la verdad, le contestó con la primera persona que le pasaba por la cabeza, "Abuela, el diario es de mi abuela" le dijo. Él la seguía mirando y Elizabeth rápidamente inventó una historia en su cabeza anticipándose a cualquier pregunta que le pudiera hacer Diego sobre el diario o su abuela, pero él apartó la mirada hacia la televisión sin decirle nada, Elizabeth se sintió aliviada, ya le había mentido mucho y no quería contarle otra mentira.
El diario solo contaba los días más importantes de la Señora Ciga, como sus cumpleaños, el día que conoció a su marido, su boda, el nacimiento de sus dos hijas, etc. También hablaba de su aventura con el Señor Aguirre, lo que pasó entre ellos, todo y eso era lo único que le interesaba.
Todo empezó el 16 de octubre del 1969. Los cuatro amigos habían quedado en el palacete para pasar una tranquila tarde de risas y cotilleos. El Señor Ciga había acudido al médico así que en su casa solo se encontraba su esposa y el Señor Aguirre que acudió pronto a la cita sin su mujer porque ella estaba con otras amigas del pueblo. Durante una hora Dorotea y Gabriel estuvieron solos, hablando y descubriendo nuevos sentimientos, desde entonces buscaban un momento para estar juntos durante las reuniones como la de aquella vez. Al principio lo hacían sin darse cuenta pero luego no podían pensar en otra cosa así que decidieron pasar mucho más tiempo juntos, ser amantes. Lo mantuvieron en secreto durante un año y después se fugaron dejando una carta en cada familia. ¡Las cartas! Esas cartas de misterioso autor, todo lo ponía en el cuaderno, todo hasta la persona quien las escribió, fue la hija mayor, Violeta, ella se encargó de escribir las cartas imitando la letra de los amantes. Ella lo sabía todo y les apoyaba, no como su hermana pequeña que no se enteraba de nada.
Elizabeth siguió pasando las páginas del diario, estaba tan cansada que los ojos se le cerraban pero no podía dormir, todavía no sabía qué es lo que le pasó pero eran casi las tres de la madrugada y no aguantaba, mañana ya se iba a casa, de vuelta a Londres.
Estaba a punto de cerrar el cuaderno cuando vio que faltaban las últimas hojas, estaban arrancadas y obviamente porque esas páginas contaban lo que ella quería saber. Tal vez no tuviera la información de esos días pero sí de los anteriores así que con ánimo y con los ojos bien abiertos los leyó.
Resulta que durante esos meses en que los amantes estaban fugados Dorotea conoció verdaderamente al Señor Aguirre. Era un hombre fascinante pero se ponía de mal humor cuando bebía, y bebía mucho, todos los días lo hacía aunque no llegara a emborracharse. Pero daba miedo cuando acababa mal después de beber. La Señora Ciga se dio cuenta de que él no era el tipo de persona que creía y empezaba a echar de menos a su marido, se arrepentía de haberle abandonado y tenía ganas de volver. Pero Gabriel no se lo permitía, no quería que le dejara porque él sí que estaba enamorado de ella y cada día más pero cada día bebía más. Se volvía agresivo y le daban ganas de dañar a alguien, por suerte a Dorotea nunca la tocó, se fue antes de que le hiciera algo. La Señora Ciga volvió a casa sin embargo Gabriel le pidió que volviera y le suplicó pero ella no le hizo caso.
Cansada, y muerta de sueño Elisabeth cerró el diario y se quedó dormida en el sofá.
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El palacete
Детектив / ТриллерUna joven prometida se empeña en descubrir la verdad sobre el asesinato que ocurrió hace años. Sin embargo, el misterio se complicará. Todos tienen algo que decir y ocultar. Si te pica la curiosidad por desvelar un secreto de hace años, no rasques...