Capítulo 16: Raíces

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Hubo un tiempo en que la vida era mucho más sencilla. Jo y yo salíamos de casa con destino a la facultad y volvíamos a altas horas de la noche después del turno en el bar. No era una vida perfecta, pero era sencilla.

Ella tenía problemas insignificantes, como discutir con Roger cada vez que se veían y tirárselo cada vez que la convencía nuevamente.

Yo tenía problemas absurdos, como reprobar un examen por pasarme la noche en el turno del bar o enojarme por la constante presión de Jo sobre salir a divertirme.

Cuando llegué a esta gran ciudad, temía que fuera a perder el rumbo, que mi sueño de tener mi propia exhibición en una galería fuera un sueño más dentro de un saco de personas, pero durante años me encargué de que no fuera así.

Había terminado la facultad, había conseguido ser la aprendiz de un gran artista local, y estuve a punto de conseguir mi lugar dentro de una exhibición colaborativa cuando Jo desapareció...

Ahora no me reconocía. No sabía en quién me había convertido y tampoco tenía idea de cómo volver a ser la de antes. La Bianca que soñaba despierta, con unas ganas inmensas de comerse la ciudad. ¿Por dónde empezaba?

Intenté recordar mi pasado, que ahora parecía aun más lejano que antes, y me pregunté: ¿Quería volver a ser esa Bianca?

Entonces me inundaron las ganas de volver a pintar. Miré a mi alrededor en busca de mi equipo de pintura, pero no recordaba en dónde lo había dejado. Busqué en las gavetas, bajo la mesa y en la sala, hasta que recordé que, tras la desaparición de Jo, lo había guardado en lo más profundo de mi closet, pues el dolor era demasiado como para iniciar algún nuevo proyecto. Jo me hubiera odiado por eso.

Abrí la caja de cartón y a primera vista encontré una línea de pinturas vencidas hace más de seis meses. Lo saqué para arrojarlo a la basura, pero entonces encontré su carta.

Era una hoja blanca, sin mucha preparación de por medio. Mi estómago se revolvió y me senté en la cama.

~Carta de Jo~

Bianca, no me odies por esto y tampoco te preocupes, no eres mi mamá.

Quiero avisarte que no me voy de vacaciones, solo te dije eso porque harías un drama colosal de la situación.

Estoy embarazada, de Roger, por supuesto. Él no lo sabe, pero quiero tener a este bebé.

No puedo traerlo al mundo con la situación en la que estamos, apenas nos alcanza para la facultad y no quiero que mi bebé sufra por eso. (No hagas un drama, sigue leyendo)

Me voy por un mes, ni más ni menos, y volveré con el dinero suficiente para mi, para el bebé e incluso para ti. Solo debo acostarme con un par de tipos y problema resuelto (¿Que fácil no? ¿Cuándo me ha costado eso?)

El trabajo me lo ha recomendado una amiga, no te diré su nombre porque irás directo a preguntarle por mí. Lo cierto es que estaré incomunicada, son reglas del lugar, pero una vez que salga, vendré directo a casa.

¡Ni pienses en decirle a Roger acerca del bebé! Ya veré yo qué hago con eso...

Te quiero, y ya deja de pensar en lo que estás pensando, te conozco.

Nos veremos pronto.

~

Mi mirada estaba clavada en la carta. Un frío desagradable invadió mi cuerpo y por primera vez, desde que volví, las lágrimas corrían por mis mejillas sin parar. Lo había evitado todo este tiempo. Cada vez que mis ojos amenazaban con llorar, limpiaba mis lágrimas e intentaba distraerme con algún otro pensamiento, pensando que así dolería menos, pero nunca había dejado de doler.

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