Desearía poder abrazarte, abrazarnos, todas las veces en las que soñé con hacerlo.
No me darian los días, las noches, las semanas ni los meses.
Hundo mi cabeza en mi almohada, lágrimas amenazantes con salir son censuradas con la vieja, conocida y antigua premisa de que yo sabía que no iba a funcionar.
¿Qué se supone que debería de hacer en el momento en el que sentís que tu corazón, alma, se rompen en pequeños pedazos?
¿Qué debería de hacer cuando se clavan en mi como puñales?
¿Qué debería de hacer cuando me muero por correr, abrazarte, decirle a todo el mundo que te quiero y luego, como si nada importara, abrazarnos por tiempos?
Es tan difícil entenderme, entendernos, sentirnos.
¿Por qué no podemos abrazarnos y estar unidos, intercalados, por minutos, horas, tiempos?
¿Por qué no puedo dejar de pensarte, quererte, sentirte, preocuparme, soñarte?
Siento como mis pensamientos apuñalan a mi corazón, como quiebro solo al escuchar tu voz y mi voluntad se hace indeterminada para cuando tu mano roza mis mejillas. Un tacto tan sutil, inocente, sensible.
Ahora no puedo contemplar mis días sin marearme entre lo que siento y lo que debería de sentir. Una nube llena de los colores más grises, azules, rojos, me persigue. Hacen de mi un infierno en el cual únicamente tus ojos, tus manos, son mi salvación.
Para el final me preguntas a donde he ido y yo estoy en mi camino, yendo a buscarte.
Siempre es lo mismo, cuando estamos con vida ignoramos que vivimos y cuando estamos muertos volvemos: una, dos, tres veces a constatar que estamos muertos.
Y denuevo, una, dos, tres veces a constatar que estamos muertos.
Sigo mi camino en búsqueda de ti. Mientras tanto yo sé que tu buscarás a donde yo he ido, ignorando que siempre estaré yendo a donde te conocí, cuando me enamoré.
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La poesía en tus ojos, mentira
PoesíaEn esta historia hay cuentos. Cuentos varios, historias, poemas -capaz- e, incluso, pequeños pedazos de mi corazón que he dejado partir en la búsqueda de terminar con el desamor. Son cuentos que no son contados, son leídos. En mi nunca existió la...