Capítulo 8

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Sentí los músculos de mis piernas, luego los de mis manos. Moví sutilmente mis dedos hasta que el hormiguero se fuera un poco. Abrí los ojos pero con una vista borrosa y totalmente cansada, los volví abrirlos y pude ver que estaba en la habitación de antes. ¿Cuánto tiempo estuve ahí? ¿Leon?. Gire mi cabeza a mi izquierda y no encontré a nadie a mi lado, apoye despacio mis codos en el colchón. Me senté con un poco de esfuerzo, el cuerpo pesaba, pesaba como el infierno. Todo músculos y huesos me dolía, arrastraba con mi poco fuerza recuperándose todo mi ser hasta pararme de la cama. Me tambaleé un poco y eso hizo que me doliera la cabeza con una gran puntada en ella. Me sostuve con mis piernas y respire, sentía que cada vez recuperaba mas mis fuerza que alguna vez tuve antes de todo esto. Mire mis manos, mis pequeñas manos y me dije "ya nada será como antes". Suspire con pesadez, pero sabía que con el poder que tenía ahora podía ayudar a otros como yo. O me usaran de conejito de india.

-¡Erethria!.-la voz de Ashley me saco de mi pensamiento mas melancólicos de todos. La rubia corrió hacía a mi con alegría, me envolvió en sus brazos haciendo que casi caiga de nuevo pero me sostuve con su cuerpo correspondiendo su abrazo con cariño.-Me alegró tanto que estés bien. Pensé que no iba a volverte a verte.

-Yo pensé lo mismo, no vuelvas a separarte así.-ella me miro y afirmo con la cabeza con pena.

-Esta bien, lo siento.

-Me alegro que este bien.-Leon estaba atrás con una sonrisa pequeña en su rostro.

-Lo se vaquero.-me separe de Ashley y lo fui a abrazar. Al principio se sorprendió y no respondió al gesto pero luego me rodeo con sus brazos fuertes en un dulce abrazo. Me separe de él mirándolo a los ojos, esos hermosos ojos azules profundos que tranquilamente me podía perder en ellos, luego mire sus labios. Señor dame las fuerzas para no hacer una locura. Solo sentí una mano suya en mi pelo y lo acaricio suavemente como si fuera la criatura mas apreciada del mundo.

-Hay que irnos.-su voz salió profunda desde su garganta sacándome de mi ensueño maravilloso. Miré a Ashley y esta me sonrió, solo negué con la cabeza y agarre mis cosas que estaba en una silla al lado de la cama. Preparada seguimos ahora los tres juntos de vuelta.

.-.-.-.

-Te quedas aquí.

-No quiero, vamos. No puedo dejarte solo con una especie de habitación de fuego.

-No.-Leon sacudió la cabeza con decisión. Me cruce de brazos con molestia, no quería volver a dejarlo sólo.

-Eri-me volví a mirar a la rubia que agarro mi brazo.-quédate conmigo. Deja que vaya y tu te quedas, él va a estar bien.-volví a mirar al rubio este me devolvió la mirada con picardía. Maldito, había ganado esta.

-¡Bien!. Vuelve en una pieza Kennedy.-lo señale con mi dedo indicé, este se rio y me agarro la mano con una sonrisa.

-Ya se señorita Montero.-sin mas se fue a la plataforma que lo dirigió a la gran puerta en donde le espera de seguro otra trampa mortal.

-Se nota.-la voz de la rubia me hizo que la mirara y esta tenía una fiesta en su cabeza porque su cara parecía tener la mejor de las felicidades.

-¿Qué cosa?.-vi que había unos asientos cerca y me senté ahí. La rubia me siguió con entusiasmo.

-Que los dos se gustan.

-¡JA!, que buena broma.-ella me empujó con su codo jugando. Yo me reí.

-Vamos, se les nota que se mueren uno por el otro.

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