Llegamos al fraccionamiento en el que viven Regi y los Fletcher. Es uno de los mas caros y privados de California y la mitad de las residencias son mansiones.
Nos acercamos a la zona de casas más sencillas que no por no ser mansiones, sean baratas. Son de diseño sencillo, pero se nota a leguas que comprar una como esas ocuparía la paga de dos años de mi mamá.
Cuando llegamos, la camioneta de los Fletcher ya está estacionada frente a la casa de al lado. Bajamos y entramos a casa de Regi.
Saludo a su hermana y a su madre, que están jugando ajedrez junto a la ventana que da al jardín trasero, y subo al cuarto de Regi.
Como ya dije, aunque la casa es sencilla, es enorme. El cuarto de Regi es casi del mismo tamaño que la sala de mi casa.
Me descuelgo la mochila y me siento en el sofá que esta al pie de la cama y enciendo la televisión mientras mi amigo se viste.
Paso algunos canales antes de que aparezca frente a mi sin camiseta.
—Vamos, di que no le tienes ganas a esto—. Dice, señalando sus abdominales.
Blanqueo los ojos.
—Tengo ganas de que te pongas una camiseta y te dejes de ridiculeces—. Digo lanzándole a la cara la camiseta que está en el sofá.
Se la pone con una sonrisa y antes de que se siente a mi lado, tocan el timbre. Se detiene a la mitad de la acción y sale de la habitación.
—¿No vienes? —me pregunta al ver que no lo sigo.
—Arreglaré esto—señalo la televisión encendida y mi mochila tirada.
Apago la pantalla, pongo mi mochila en el sofá y tomo una respiración profunda acomodando la falda de mi uniforme y desarreglando un poco el moño que me hice por la mañana, para no verme tan formal.
Salgo de la habitación y me encamino a las escaleras, puedo escuchar la animada voz de mi amigo dándole la bienvenida a los invitados.
Cuando llego a la cocina, todos están ahí. Mi mirada va directamente a la chica con la cadera recargada en la barra que esta de espaldas a mí. Lleva un pantalón negro ajustado y una camiseta gris larga, como siempre con la gorra roja hacia atrás sobre su cabello.
—Hola—. Digo volviendo a la realidad.
Miranda se gira y me regala una sonrisa y no se cómo no me desmayo.
Regi esta sacando todo para hacer las pizzas y Austin observa la cocina.
—¿Cómo quieren las pizzas?
—De pepperoni—. Digo entusiasmada.
—Con champiñones—. Dice Austin.
—De pepperoni está bien—me apoya Miranda, a lo que su hermano le lanza una mirada dejándole claro que se siente traicionado.
Regi va al congelador que es del tamaño del baño principal de mi casa y regresa con un paquete de pepperoni
—¿Cada quien hará una pequeña o haremos una grande para todos? —pregunta Austin.
—Quizá sea mejor que cada uno haga al suya, ¿no? —opino.
Regi solo se encoge de hombros y comienza a repartir los ingredientes.
Los hermanos quedan de un lado de la barra y mi amigo y yo de otro, así comenzamos a amasar.
Soy la primera en terminar, por lo que comienzo a preparar la salsa.
Cuando estoy a punto de completar mi tarea, veo por el rabillo del ojo como Regi toma un puñado de harina con una sonrisa juguetona estampada en el rostro y un brillo malévolo en los ojos.
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Road
RomanceLeah es una chica a la que le gusta la lectura, el dibujo, la música y no suele salir de fiesta. Ha tenido varios novios, pero con ninguno dura demasiado ya que, si no los deja porque no se siente cómoda, están con ella por una apuesta. Cuando una...