—¿Y? ¿Qué sucedió ayer después de que me fui? —me pregunta Deena con una sonrisa pícara cuando me la encuentro en nuestra hora libre.
—¿Qué? —pregunto atragantándome con la mandarina que me comía.
—Vamos, a mí no me quieran engañar. Vi cómo se miraban ese día en el muelle, y la tensión ayer en su habitación era tanta que yo casi la podía palpar. —me sonrojo ante sus declaraciones. —Pero tranquila, estoy completamente de acuerdo, algo diferente para variar—. Bromea y me hace sonreír en medio de mi sonrojo.
—¿De verdad fuimos muy obvias en el muelle?
Ella solo se encoge de hombros.
—Sabes que soy más observadora que una persona normal, pero si tu pregunta es si Regi se dio cuenta, lo dudo.
Suelto un poco del aire que retenía y bebo un poco de agua para ver si eso alivia el calor que comencé a sentir de la nada.
—Tu cara me dice que algo paso en la rueda de la fortuna y ayer y no lo han hablado.
Es una de las cosas que más admiro de Deena. Es sumamente observadora, prefiere ver y escuchar que hablar, sabe leer a las personas a la perfección, tanto que a veces sabe más de ti que uno mismo.
—¿Has pensado estudiar psicología? Serias realmente buena.
—Sí, sí. No me cambies el tema. —dice y enarca una ceja, invitándome a hablar.
—Ese día, en el muelle—comienzo—cuando ella se fue a la rueda de la fortuna y yo me fui detrás de ella, subimos juntas y le entregué la anilla de la lata. ¿recuerdas que Emmy nos contó que significaba? No sé qué me ocurrió en ese momento, solo sé que tuve un impulso y lo seguí al darle el metal.
—¿Y luego?
—Ella acepto, se sentó a mi lado y... nos besamos.
Deena suelta un grito de fan loca haciendo que varios alumnos que también tienen hora libre nos volteen a ver.
Le doy un manotazo en el brazo para que guarde silencio, pero me ignora y comienza a moverse como desquiciada.
—Deena, por favor. Van a querer llamar a un exorcista si sigues moviendo así la cabeza—. Digo entre risas.
Se tranquiliza y respira profundamente.
—Lo sabía.
—¿Qué?
—Que lo sabía. Aquel día en el muelle fui la única que se dio cuenta de su duelo de miradas, yo y quizá el hermano de ella. Y cuando te levantaste, me imagine lo que harías. Tu mirada tenía cierto brillo que no había visto en mucho tiempo.
Su afirmación me estampa una sonrisa nostálgica en el rostro.
—Jamás supe lo que paso con Jay...—dice con cuidado.
Se me forma un ligero nudo en la garganta y me odio por eso. Me había prometido, tras conocer a Miranda, que iba a comenzar a superar lo que sucedió con Jay.
Me aclaro la garganta y hablo:
—Terminamos, eso fue lo que paso—sonrío a medias.
—Eso lo sé, pero jamás supe porque terminaron...
—Se iba a mudar—trago saliva—era lo mejor.
—No me mientas.
Los ojos se me cristalizan y trago duro.
—No... no quiero hablar del tema.
—Si quieres algo con Miranda, algo lindo y duradero, necesitas comenzar a hablar del tema. Es el primer paso para comenzar a superarlo.
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Road
RomanceLeah es una chica a la que le gusta la lectura, el dibujo, la música y no suele salir de fiesta. Ha tenido varios novios, pero con ninguno dura demasiado ya que, si no los deja porque no se siente cómoda, están con ella por una apuesta. Cuando una...