El miércoles llegué al colegio con un mejor humor del acostumbrado, y es que había una gran posibilidad de que Miranda ya se presentase hoy.
Y me emocionaba que volviera al colegio, más que por querer verla, por el hecho de saber que ya estaba mucho mejor.
Repítetelo hasta que te lo creas. Ssshh, mente.
Llego a mi casillero y mi esperanza se derrumba un poco al no ver a nadie en el bloque de al lado. No dejo que eso me desanime, a la mejor aún no llega o ya entro a su aula.
Saco los libros que no usare para estas dos primeras horas y meto los que, si ocuparé, suelo poner los materiales de dos horas porque así no doy demasiadas vueltas, además de evitarme la mitad del tiempo las aglomeraciones en los pasillos al final de cada hora.
Alguien deja caer su espalda sobre la puerta del casillero junto al mío que no es el de Mir. Pego un respingo antes toparme con la deslumbrante sonrisa de mi mejor amigo.
Los últimos días habíamos estado pasando el almuerzo juntos mientras yo le hablaba de la comunidad, era cierto que yo conocía poco a cerca de esto, pero si lo suficiente como para tratar de hacer cambiar de opinión a mi amigo. Creo que lo eh estado logrando, pero por el momento, nada de imágenes de personas del mismo sexo besándose. Si, íbamos pasito a pasito.
Los últimos días los había pasado haciendo test y comentando de manera anónima en blogs para que me ayudaran a descubrir que era exactamente. Tanto los test como las amables personas que me respondían en sus blogs, decían lo mismo: soy bisexual.
No me costó asimilarlo, era obvio que me gustaban las chicas... o bueno, una chica. Después de recibir la tercera respuesta en uno de los blogs que me decía que era bisexual, regresando de la casa de Mir, se lo dije a mi mama.
Al principio no parecía convencida, principalmente por las fuentes de las que me fie, pero no le pareció erróneo la definición de "bisexual", así que se podría decir que lo único que necesito para que mi vida este complemente bien es la presencia de Mir en el colegio.
—Odio la estadística—dice en un resoplido Regi, devolviéndome a la realidad.
Suelto una risita, metiendo el cuaderno de francés en la mochila.
—¿De qué te ríes? —me pregunta él, enfurruñado.
—De nada, de nada—me cuelgo la mochila al hombro y levanto las manos en señal de rendición.
—Se que es estúpido que no me guste la estadística, digo, estoy en el taller de finanzas, pero es todo muy tedioso. Me desespero—hace una mueca al final de hablar que me provoca tanta ternura que no puedo evitar soltar otra risita.
—Si sabes que ya cientos de aplicaciones y programas que hacen todo eso de organizar los datos para ahorrarte el trabajo, ¿no?
El abre la boca en una mezcla de sorpresa y queriendo decir algo. Rio un poco mas fuerte y me encamino a mi salón, no me molesto en mirar sobre mi hombro para saber si Regi me sigue, me alcanzará en cuestión de segundos.
—Lo sé—dice cuando se pone a mi lado—pero el profesor quiere que, al menos, este semestre lo hagamos todo de forma manual, es realmente desesperante.
—Te entiendo—le digo, y de verdad lo hago. Recuerdo esos días en secundaria cuando el profesor nos ponía listas larguísimas de números que teníamos que organizar para poder resolver el ejercicio. Llegue a arrancarme algunos mechones de cabello al no obtener los resultados cerrados y tener que agregar decimas y volver a hacer las cuentas. Me estremezco un poco al recordar eso.
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Road
RomanceLeah es una chica a la que le gusta la lectura, el dibujo, la música y no suele salir de fiesta. Ha tenido varios novios, pero con ninguno dura demasiado ya que, si no los deja porque no se siente cómoda, están con ella por una apuesta. Cuando una...