SEIS

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Una semana más transcurre y no eh hablado con Regi. Todo se ha limitado a un par de mensajes por parte de él pidiéndome que lo disculpe y que le ayude a cambiar de opinión.

Quizá su intención parezca buena, pero conozco a Regi y sé que así le muestre que es algo normal, lo va a seguir aborreciendo, lo que me suma una preocupación más.

Como si no tuviera suficiente con la escuela, las tareas y mis problemas amorosos con Miranda, viene Regi a complicarme más la existencia.

Suelto un suspiro y me resigno, acomodo las partituras y vuelvo a lo que estaba haciendo. Es viernes por la noche y para muchos es la excusa perfecta para salir de fiesta y pasarla bien, yo estoy en mi habitación practicando un poco de piano después de terminar de adelantar algunas tareas y proyectos.

El primer mes de clases aún no termina y los profesores ya nos están saturando de información "de suma importancia y que vendrá en el examen" y trabajos finales que ayudarán a la calificación.

Intento tocar la pieza que estoy aprendiendo, pero me resulta imposible concentrarme en la partitura, soy incapaz de reconocer las notas puesto que lo único que veo son sus ojos.

Me resigno a que así jamás sacaré el tema y mejor conecto los audífonos a mi iPod y me dedico a escuchar las viejas canciones que tengo ahí descargadas. Mientras lo hago, pienso en el chico del bar, Josh era su nombre, pero no supe nada de él.

Apenas recuerdo como era, pero ahora que lo pienso, es posible que fuera atractivo. Ahí me doy cuenta de que no lo recuerdo, cada vez que voy a algún establecimiento, me dedico a observar a la gente, principalmente a los varones para ver si hay alguien que me interese.

No soy una chica coqueta, sin embargo, suelo encontrar a alguien siempre que se me haga atractivo en algún lugar y es común que me acerque para hablar.

Pero de un tiempo para acá, del verano para acá, no tengo ojos para nadie más que no sea... me incorporo en la cama. Esto no es sano, me estoy comportando como si tuviera una relación con Miranda cuando ni siquiera sé si somos amigas.

Tocan el timbre, haciendo que salga de mi crisis y me encamine a la puerta aun absorta y sorprendida por mi propio comportamiento.

Al abrir, me encuentro con una Deena con un vestido plateado, tacones, maquillaje y un coche a rebosar de gente a sus espaldas.

—¡Fiesta en la playa! —exclama al verme—ponte algo sexy y vayamos a disfrutar.

Entra dejando al carro con el resto de personas que vitorean atrás.

—No creo que me den permiso—le digo mientras la sigo escaleras arriba.

—Por favor, le acabo de mandar mensaje a tu madre diciéndole que saldrás conmigo, me dijo que si sin pedir detalles de que vamos a hacer ni en dónde. Ah y también tienes permiso para quedarte en mi casa. —me explica mientras hurga en mi closet.

Yo sigo anonadada por su repentina llegada y por las revelaciones que acabo de descubrir.

Deena sigue sacando ropa del armario mientras la música sigue sonando en mis oídos debido a que no me eh quitado los audífonos.

Observo como, cuando encuentra alguna prenda, la evalúa con la mirada antes de tirarla al montón de ropa que está en la cama.

Al final, pone una falda de cuero a un lado y saca con top del mismo color de su vestido y me lo lanza. Apenas alcanzo a atraparlo por la rapidez con la que lo lanzó y el sobresalto que el claxon en la calle me hizo pasar.

—Ponte eso, ¡rápido! —me dice mientras se dirige a la ventana para abrirla y gritar: —¡en un momento bajamos!

Le hago caso y me meto al baño para cambiarme y arreglarme un poco el pelo. Cuando salgo, ella tiene un bolso pequeño y una mochila en la que está metiendo otra muda de ropa mía.

RoadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora