❝𝗣𝗲𝗰𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮❞ 【Haitani Brothers】-Yandere-

=》Capitulo 3

Habia llegado un nuevo domingo, y con ello la misa que darían en la iglesia, esta vez Ran es el que la daría. 

Y curiosamente te levantaste temprano, para cambiarte y arreglarte, colocándote un vestido que te llegaba abajo de las rodillas, a petición de tu madre.

Aunque claro, la falda era circular, haciendo pequeños pliegues en ella, y de tu cintura para arriba era pegado, el vestido te formaba muy bien tu cuerpo.

Te gustaba, se sentías feliz y segura con tu propio cuerpo. 

— ¡¿____, estas lista?! — escuchas a tu madre

— Si, bajo en un segundo — respondes para luego tomar su teléfono e irte.

Bajas a la sala y por primera vez tu madre no te regaña por tu forma de vestir, y era normal, tenias un vestido que te llegaba abajo de la rodilla y no te gustaba.

— Ves lo linda que te ves vestida así de decente — dice tu madre 

— ¿Nos vamos? 

Tus padres asientes subiendo los cuatro al carro, tus padres adelante y tu junto a tu hermana en la parte de atrás, cada uno estaba en sus cosas.

Hasta llegar al lugar, era temprano y ya habían varias personas, sobre todo mujeres y podías imaginarte el por que. 

— _____, vamos avanza, no te quedes en la entrada — dice tu madre

Asientes y la sigues, hasta que empezó la misa.

Ran estaba dando la palabra, hasta que sus ojos se conectaron con los tuyos, al igual lo miraste, conectando su mirada en él y observando la profundidad de aquellos ojos color violeta. 

Por sus mente pasaron muchas cosas, en mente de los dos, deliro con aquellos músculos que resaltaban sobre aquella tela oscura.

Se imagino aquellos músculos tensarse al ser estirados, gotas de agua descender por aquel músculos cuerpo, aquellas manos formar un puño haciendo resaltar aquellas venas.

Ran, por su parte, podía ver perfectamente como tu vestido resaltaba y te favorecía muy bien a tu figura, imaginándose con prendas eróticas, viéndolo con lujuria y deseo. 

Rindou, desde un punto ciego donde nadie lo vería observaba como su hermano conectaba miradas con la chica, cuando el la volteo a ver se dio cuenta por que no le quería quitar los ojos de encima. 

Era tan atractiva. Por su mente pasaban escenas que les encantaría recrear y no sentían remordimiento por ello, por que después de todo, llevan una doble vida, donde su actitud y todo lo que tiene que ver con la iglesia es falso. 

Al acabar la misa, estaban por retirarse, cuando ves como tu madre esta hablando con Rindou, no dudaste en ir con ellos a "saludar".

— Buenas tardes padre Haitani... — dices con una sonrisa

— Puedes decirme Rindou, a menos que te refieras a los dos Haintani's  — responde el chico

— Hija, que bueno que estas aquí — interrumpe tu madre — Le estaba comentando al padre Rindou que estarás asistiendo a los cultos de jóvenes... Y no acepto un no como respuesta

Esa actitud de tu madre de regañarte en frente de todos te molestaba

— Nunca fue una opción negarme — dices con una sonrisa 

— Sera un gusto para nosotros tenerte aquí _____ — comenta Rindou 

— Créame, seré yo quien mas lo disfrute 

Tus palabras tenían doble sentido, tu madre lo sabia, Rindou lo sabia, y eso, era lo que les encantaba a los Hainati's 

— Ohh, hermano, por fin te encuentro, necesitamos irnos ya o se nos hará tarde — se escucha la voz de Ran — Buenas tardes, lamento hacer esto, pero me llevare a Rin

— No se preocupe padre Ran — dice tu madre — Nosotras ya nos íbamos

— ¿De verdad? Que lastima~, la misa estuvo increíble~ — dices con una tono dulce y juguetón

No tenias descaro o vergüenza alguna, tu madre solo te dedico una mala mirada, te diste la vuelta para ir de nuevo al carro y esperarlo ahí.

— Lamento el comportamiento de mi hija — se disculpa tu madre 

— No se preocupe, es normal en chicas de su edad — dice tranquilo Ran 

— Podemos hablar con ella, y no se tal vez hacer que se arrepienta de sus pecados para que sea una hija de Dios — comenta Rindou

— ¿De verdad? Eso seria de mucha ayuda... — responde tu madre

Los hermanos le dieron una sonrisa, aunque por dentro sus palabras tenían otro significado, pero tenían que contenerse y seguir con su papel de cura.