Una emoción cálida se instaló en mi pecho ante sus palabras, los latidos de mi corazón se aceleraron aún más, golpeteando contra mi pecho a punto de explotar de felicidad.
Mi mano izquierda se mantuvo en su nuca mientras lo acariciaba lentamente, sin embargo, mi otra mano bajó hasta su rostro, mi dedo índice dibujó el contorno de sus labios suaves. En el momento en mi pequeña uña delineó por segunda vez su labio inferior, Nathaniel abrió la boca, mordiéndome. Mi cuerpo se calentó al instante ante semejante imagen, y la sensación hormigueante de sus dientes presionando sin fuerza mi piel y de su lengua tocando de forma juguetona, me volvieron loca.
—Entonces, no. —murmuró en el instante en que soltó mi dedo. Su voz sonaba ronca, casi sin aliento.
Inspiré abruptamente ante sus palabras.
—¿Qué? —tartamudeé sin comprender lo que decía. Mi garganta estaba seca.
—Dijiste que me arrepentiría, entonces no. —explicó con tranquilidad como si no se viera afectado por el beso, y la posición en la que me encontraba. Mi maldita crisis existencial había quedado de lado nuevamente por él, simplemente había bloqueado mis terrores en un segundo. Ya sea que se tratara de un beso, una mirada, una caricia, un dibujo, cualquier detalle que recibía de él solía darme fuerzas.
Y en ese instante, pese a que se estaba negando directamente a ser mi novio en ese momento, no significaba que me estaba rechazando como antes. Estaba segura de que no era capaz de negar nuestra atracción física, y que había aceptado con lentitud mis acciones de ayudarlo e incluso mi coqueteo constante parecía ya no molestarle en absoluto, pero sabía que no sería suficiente aunque mi pequeño y retorcido cuerpo se había confundido.
Por supuesto, Nathaniel nunca había estado en una relación, ya era difícil introducirse en su vida, ¿pero su confianza? Oh, eso era más difícil, pero estaba segura de que me la estaba ganando también, ¿tal vez un 60%? Era tan jodidamente perfecto para controlar sus reacciones y movimientos la mayoría del tiempo ya siendo un hombre, ¿pero teniendo 17 años? ¿Por qué demonios yo no podía controlarme pero él sí?
—Tú, maldito —gruñí con falso enojo, golpeando sin fuerza su pecho. —Sabía que no podría ser tan fácil, pero no eres humano. Tú...—Comencé a protestar pero en el segundo en que sentí sus manos subiendo nuevamente por mi cuerpo, acariciando sin ningún tipo de vergüenza, me quedé sin oxígeno —Ay, demonios ¡Estás haciendo esto a propósito porque soy más débil que tú! —La sonrisa en su rostro se mantuvo, una sonrisa llena de diversión y arrogancia. Sin poder controlarme, me removí aún sobre su regazo, provocando que su cuerpo se pusiera rígido. Un pequeño suspiro se escapó de sus labios, y volviendo a mis caderas, me sostuvo en mi lugar para que no me moviera ni un centímetro. —Vamos, solo un beso. —Queriendo tentarlo, lamí mis labios con cierta necesidad.
Ya nada se trataba de lo que llegara a pasar, solo quería que cayera por un segundo como lo había hecho las primera dos veces en que nos besamos. Sus muros habían caído por un instante, y parecía ser la mejor forma, el camino por el cual ir, parecía ser la única debilidad por la que podía atacar en ese momento aunque incluso eso se estaba convirtiendo en un desafío porque parecía ser yo quien se alteraba más.
—Tú quieres más que un beso. —Aclaró alzando la barbilla para que sus labios nuevamente estuvieran a centímetros de los míos. Idiotizada, volví mi vista a su boca.
—Sí, quiero todo. Pero ahora mismo puedo conformarme si...¡Si dejas de burlarte! —aclamé lo último en un chillido cuando en el último segundo volvió una mano a mi muslo—¡N-no juegues conmigo!
Mi ruego, para mi sorpresa, no fue tomado como esperaba, al contrario, mi pequeña broma lo hizo fruncir el ceño. Cualquier diversión en su rostro se esfumó, preocupándome.
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Amándote por segunda vez | Completa
Teen FictionPodría amarte en cualquier tiempo... ¡Si es que te dejas! Copyright © 2022