—¿Charlotte?
—¿Mm?
—Ya suéltame.
Abrí los ojos con un puchero formado en mis labios en cuanto Nathaniel paró frente a su casa. Luego de terminar las clases me moví con rapidez hasta la entrada donde -como había dicho Dean- él me esperaría.
« Dean ».
El idiota había huido sin ninguna pizca de vergüenza por su tonta broma, dejándome a solas con Nat unos escasos cinco minutos ya que luego terminó el recreo, sin embargo, para mi sorpresa, mi bonito marido se había comportado un poco extraño, algo que yo sabía que eran celos pero que él no aceptaría. Debía admitir que era algo gracioso y tierno, ya que esa faceta había desaparecido por completo al conocerlo pero que supe que se trataba del paso de los años y su propia madurez.
Así fue como a la salida recorrí el camino a mi taquilla con mis cosas hasta Nat -mi casi-novio-, quien me estaba esperando en la orilla de la calle con la motocicleta vieja de su padre.
El hecho de que estaba llena de bolsos y hacía demasiado frío se convirtió en la excusa perfecta para enrollarme alrededor de su cuerpo en busca de calor.
Olía tan rico que solo quería quedarme así.
—Eres un gruñón—dije inocentemente al bajarme, siguiéndolo con mis cortas piernas hasta la entrada. Bajando la distancia de sus pasos, Nat giró su cuello para verme de reojo y mi corazón solo dio un vuelco cuando las esquinas de sus labios se elevaron por un segundo.
Una vez que nos adentramos en su hogar nos encontramos con Emma y el padre de Nat en la sala. La pequeña estaba almorzando bastante tarde puesto que ese día no había ido a clases. Mi maridito subió un segundo a su habitación para cambiarse por lo que me quedé por momento junto a su familia con una sonrisa en los labios.
—Hola, Charlotte. —Me saludó su padre cálidamente en el instante en que me adentraba a la sala para sentarme en el sillón junto a Emma, quien me regaló un lindo saludo con entusiasmo. La pequeña mantenía sobre un regazo una bandeja de madera con la comida, un plato de fideos con salsa y un vaso de agua mientras miraba una vieja película que parecía comenzar.
—¡Charly!
—Hola, bonita—Solté un risita al verla sonreír, al mismo tiempo que dejaba mis cosas sobre el suelo. Se sentía bien, ella no tendría porqué llorar y preocuparse por tantas cosas a su edad. Apoyé la espalda en el respaldo mullido y toqué su cabeza en una suave caricia.—¿Cómo estás?
—Súper bien.
—Me alegro—respondí con sinceridad para después acercarme un poco para susurrarle algo sin que su tío-quien mantenía su atención en su teléfono, de pie a unos metros de nosotras- nos escuchara. —traje varias cosas que te encantarán.
—¿En serio? —La curiosidad se plasmó en su rostro, nuestro entusiasmo era casi el mismo. No podía creer que cuidaría a mi mejor amiga, parecía una locura entre tantas barbaridades que había ocurrido. Sí, era extraño pero debía enfrentar cualquier suceso que ocurriese.
—Sí, varios dulces y...
—Charlotte, ¿podrías darme un segundo? —Nos interrumpió Albert. Levanté la vista hacia su rostro preocupado. Fruncí el ceño con algo de confusión, sin querer pensando en que algo malo ocurría. Levantándome del asiento que apenas había ocupado hacía unos segundos me dispuse a acercarme a él, sin embargo, caminó fuera de la habitación para que lo siguiera hasta detenerse en el pasillo.
—¿Ocurre algo?
Parecía nervioso mientras lo miraba tomando una vieja mochila del perchero a su lado-No, es...Estamos muy agradecidos contigo, solo que...
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Amándote por segunda vez | Completa
Novela JuvenilPodría amarte en cualquier tiempo... ¡Si es que te dejas! Copyright © 2022