9. "Trabajo"

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   El lunes por la mañana, tal y como Snape le había dicho, Harry se preparó, y a las ocho menos cinco ya estaba listo, con el encendedor-traslador en una mano, esperando a que se activara.
   —Cinco... cuatro... tres... dos...
    Su mundo dio vueltas, y aterrizó perfectamente de pie. Tantas misiones en su trabajo con trasladores involucrados le hicieron un experto en aparecerse sin si quiera tambalearse o marearse. Harry observó dónde estaba. Se encontraba en un barrio que parecía estar habitado solo por personas con una economía considerablemente envidiable. Todas las casas eran enormes, con parques poblados de esculturas o figuras hechas de arbustos. Una casa más hermosa que la otra, pero ninguna le ganaba a la que tenía Harry enfrente. La propiedad tenía una elegante entrada, unas rejas forjadas se alzaban frente a él. Harry notó que las manijas tenían forma de serpientes. "Definitivamente, ésta es la casa de Snape", pensó con una sonrisa, al ver ese detalle. Observó la gran construcción que se alzaba más allá de un parque inmenso. "Más bien, la Mansión de Snape", se rió Harry. Estaba admirando -y envidiando- el hermoso parque, notablemente cuidado y prolijo, cuando sintió una voz familiar hablándole.
 

  —¿Piensa tocar el timbre en algún momento? —Harry volteó rápidamente, para encontrarse con Snape al lado suyo. El ex profesor tenía ambas manos ocupadas con bolsas de compras.
   —Estaba admirando su hermosa propiedad, señor —respondió Harry—. Oh, deje que le ayudo —se inclinó y agarró las bolsas que Snape llevaba en la mano derecha, preguntándose cómo era posible que el hombre tuviese esa majestuosa casa y aún así no pagase a empleados para que le hicieran las compras.
   —Gracias... —masculló Severus, sacando sus llaves del bolsillo y echándole una ojeada a todo su cuerpo.
   Se dio cuenta de que Harry no estaba usando su uniforme de auror y, a pesar de que le encantaba cómo le quedaba, definitivamente esto estaba mucho mejor. No recordaba haber visto a Potter de traje antes, y sin duda el morado oscuro de su camisa de seda y el negro del traje eran sus colores.
   Ésta vez, Potter no notó el gesto, pues al parecer estaba haciendo lo mismo con Severus. Éste se sorprendió al notarlo, y una pequeña e involuntaria sonrisa se asomó en su rostro. Snape agradeció a su yo del pasado por haberse vestido bien esa mañana. Harry se relamió los labios antes de apartar la mirada, y Severus sintió sus mejillas calentarse levemente. Carraspeó la garganta y metió la llave en la cerradura, torpemente.
   —Adelante... —una vez que abrió, se hizo a un lado para dejar pasar primero a Harry, (y de paso poder ojearlo por detrás).
   Severus, de camino a la casa, además de observar lo firme que era el trasero de Harry, también observó lo maravillado que miraba todo.
   —Y yo que hoy pensaba hablarle sobre lo exageradamente generosa que me parece mi paga. Tal parece que no debe significar nada para usted —comentó irónicamente Harry, mientras Severus abría la puerta de entrada. Éste último sonrió sin mirarlo—. Por cierto, cuando pedí el empleo, se me había dicho una suma menor a la que me paga, y luego ayer en la tarde Kingsley me avisó que el monto había aumentado... —agregó distraídamente, pues estaba muy concentrado en admirar la maravillosa casa.
   Todo estaba combinado con los mismos tonos. Tenía adornos y decoraciones elegantes, muebles elegantes... Todo era elegante. Los muebles eran de madera, y los tapizados de un verde bosque.
   —Sí, bueno, cuando llamé por Flú a Kingsley para comentarle acerca de mi desacuerdo con haberlo enviado a usted, me dijo que pronto le cambiaría por otro Auror, e iba contra mi dignidad pagarle poco por ser Potter, por lo que acordé con él y le aumenté... —Snape se detuvo de golpe en el umbral de lo que se veía como la cocina. Volteó a ver a Harry y entrecerró los ojos—. ¿Acaso dijiste "pedí el empleo"? —Harry se puso colorado, y Severus se cruzó de brazos y se apoyó de costado en el marco de la puerta, alzando una ceja.
   —¿Pidió que me reemplacen? —Harry lucía decepcionado y triste, y entonces Severus se sintió un poco arrepentido de haber hablado.
   —No responde a mi pregunta, Potter, ¿por qué pidió trabajar para mí? —preguntó Severus.
   Harry bajó la vista.
   —Es que yo... Verá, siento que le debo una... Bueno, unas cuantas... Entonces pensé que tal vez podría devolverle una pequeña parte de lo que usted hizo por mí... —respondió, sin mirarlo a los ojos.
   Severus frunció el ceño.
   —No hice todo aquello por usted, Potter, y tampoco esperando que me devuelvan el favor. Usted no me debe nada, así que deje de decir estupideces... —le dijo, y luego entró en la cocina—. Pase y deje esas bolsas junto a éstas.
   Harry entró e hizo lo que le dijo, aún sin mirarlo. Severus suspiró y abrió el grifo para lavarse las manos. Harry se dedicó a mirar el diseño de la barra, mientras que Severus a su lado terminó de lavarse las manos y cerró el grifo, para luego agarrar un repasador y comenzar a secárselas. Severus miró a Harry, y notó que el joven ahora se veía molesto, evitando mirarlo.
   —Aún así, aprecio el gesto... —dijo por lo bajo Severus, mirándolo a los ojos. Harry sólo asintió, aún sin mirarlo, con el semblante fruncido. Severus suspiró y dejó el repasador pesadamente en la mesada—. ¿Qué le sucede ahora, Potter? —preguntó entredientes.
   —¿Me va a reemplazar? —preguntó Harry, volteando al fin a verlo, con una expresión de decepción.
   Severus levantó una ceja.
   —¿Por eso se puso así? —sonrió Severus, en un tono divertido.
   Harry se apoyó de espaldas contra la mesada, se cruzó de brazos y frunció el ceño con enojo, haciendo reír a Snape. Severus se apoyó al lado suyo y le dio un pequeño golpe con su cuerpo.
   —No te reemplazaré, Potter... —le dijo suavemente, haciendo que Harry voltee a verlo, pero aún así con una expresión de desconfianza—. Me... Me arrepentí, y hoy temprano llamé y cancelé mi solicitud. Seguirás trabajando para mí... —le contó, mirándolo fijamente.
   Harry bajó la mirada y se sonrojó, sonriendo débilmente, haciendo que Severus comenzara a sentir calor. Potter se acercó lentamente un poco más a Snape, y lo miró a los ojos con lo que esperaba fuese una mirada sensual. Severus tragó duro y de pronto se dio cuenta de lo cerca que estaban. Su corazón comenzó a acelerarse y su boca se secó, necesitando repentinamente fundirla con los labios del ojiverde.
   —¡BOO! —Los dos hombres pegaron un brinco en su lugar y voltearon rápidamente, alejándose.
   —¡Lucas! ¡¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso?! —Harry vio, aún con una cara de susto, cómo Severus regañaba a un niño, el cual le hacía recordar al ojinegro, puesto que tenía el mismo corte y color de cabello que Snape.
   El pequeño solo se rió y saltó hacia Severus, quien rápidamente lo atajó. El niño lo abrazó con fuerza, aferrándose como una garrapata, mientras reía.
   —¡Te extrañé! —le dijo el chico a Snape.
   Severus le correspondió el abrazo con una sonrisa, olvidando por completo a Harry. Al recordarlo, apartó rápidamente al niño, carraspeando la garganta.
   —¿Y tu madre? —le preguntó al tal Lucas, dejándolo en el piso.
   —No sé, ahola la busco y le digo que venga... —respondió Lucas, y luego salió corriendo por la puerta.
   Harry miró el lugar por el que había salido el niño, aún con una expresión de estupefacción. Volteó a ver a Severus lentamente. Éste se puso rápidamente a sacar lo que había en las bolsas, incómodo.
   —¿Señor...? —A Harry le tembló la voz.
   —¿Mhmm...? —masculló Severus, distraídamente.
   —Por favor, dígame que usted no tiene esposa y ese niño no es su hi...
   —¡Merlín, no! —se adelantó Severus, mirándolo como si estuviera loco.
   Harry suspiró de alivio.
   —Menos mal, si huiese sido así, yo me sentiría muy mal porque... —Harry se interrumpió de golpe, y sus cachetes se colorearon—. No importa... —masculló, agitando la mano.
   Severus sacudió la cabeza para apartar el recuerdo de Potter y él, haciéndolo, y también para apartar la imagen de él siendo el padre de Lucas y estando casado con Marie Anne, la madre del niño, y siguió sacando las compras de las bolsas.
   —Tome asiento, señor Potter, ahora cuando venga Marie le pediré que nos prepare algo de tomar... —Harry se sentó en la mesa.
   —¡Severus! —una mujer regordeta entró a la cocina y se acercó a saludar a Snape—. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue con tu encuentro a escondidas? Porque no creas que me he tragado el cuento de "voy a ver a Minnie"... Ayer te oí volver tarde, pequeño pinocho... —parloteó la mujer, tratando de imitar el tono de Snape al decir "voy a ver a Minnie".
   —Bien —respondió simplemente Severus, sonriéndole y mirando de reojo a Harry.
   —Oh, disculpe, señor... ¡Harry Potter! —la mujer lo miró estupefacta.
   —Hola... —saludó Harry con timidez, parándose.
   Luego de titubear un momento, le extendió una mano a la mujer. Ésta la tomó y la estrechó enérgicamente.
   —Encantada de conocerlo, señor Potter, no sabe el placer que me da tenerlo aquí, mi nombre es...
   —Marie Anne... —Severus pronunció el nombre de la mujer en un tono de reproche, mientras ponía una tetera al fuego.
   —Oh, lo siento, me emociono mucho cuando Severus trae invitados, no suele hacerlo, y encima trae al mismísimo Harry Potter... Esto es maravilloso... Míralo, encima de héroe es tímido... Es un encanto...
   Harry se ponía cada vez más colorado, y el hecho de que Snape estuviese aguantando la risa, cubriéndose la sonrisa con una mano disimuladamente, detrás de la mujer, no ayudaba.
   —¿Quiere algo de tomar, señor Potter? —preguntó Marie Anne.
   —Llámeme Harry, por favor... —le dijo Harry con una sonrisa amable.
   —¡También modesto! ¡Oh, pero que jovencito tan encantador! —exclamó emocionada.
   —Un café está bien, por favor... —dijo Harry, riendo por lo bajo.
   —Por supuesto, toma asiento, cariño... —la bruja le apartó la silla de la punta de la mesa, y después caminó hacia la mesada, poniéndose de puntillas para alcanzar el mueble que había arriba, abrir una de las puertitas, y luego sacar dos tazas.
   Severus tomó asiento frente a Harry.
   —¿Alguna novedad? —preguntó Severus.
   Harry fue a abrir la boca para responder, pero entonces alguien más habló y se dio cuenta de que la pregunta no había sido para él.
   —No, nada nuevo que contar... ¡Oh, sí! Minerva, con quien supuestamente ibas a verte, pasó ayer a saludarte... —le respondió Marie, mientras preparaba las bebidas, deteniéndose para mirarlos a los dos sugestivamente.
   —¿Ah, sí? Pero si yo le había comentado que iba a estar ocupado estos días... —comentó distraídamente Snape.
   —Le conté que no estabas, y luego se acordó. Le dije que podía venir hoy si quería, pero me dijo que iba a ver si podía, así que te dejó las galletas —Marie sacó un recipiente con galletas y las puso en un plato—. Me tomé la libertad de comer una, y están muy, muy ricas. Como siempre... —comentó, mientras les ponía el plato en la mesa.
   Harry escuchaba con curiosidad la charla, maravillado al pesenciar la vida cotidiana de Severus. Marie regresó con las tazas y un tarrito con azúcar que dejó al lado de Harry.
   —No le puse azúcar, querido... Anda, sírvete, Harry, que no te intimide éste hombre, que sólo se hace el gruñón... —le dijo la mujer, ganándose una mirada asesina por parte de Snape.
   —Yo ni me hago ni soy nada, querida, y si no fuese porque le tengo aprecio a tu hijo, ahora estarías desempleada —siseó Severus, pero la mujer no hizo más que sonreír y revolear los ojos, haciendo reír a Harry.
   Severus lo miró levantando una ceja.
   —Bueno, bueno, si no necesitan nada más, yo me voy, tengo que ir a comprar con Lucas sus útiles escolares, y de paso así los dejo tranquilos. Estoy segura de que quieren estar solos... —Marie los miró con una sonrisa traviesa y les guiñó el ojo, haciendo sonrojar a Harry hasta los pelos. Severus se apretó el puente de la nariz y cerró los ojos.
   —Parece ser que todos tenemos una Molly Weasley... —bromeó Harry, una vez que la mujer se fue. Severus bufó.
   Comenzaron a beber, Harry su café, y Snape el suyo, con canela, en un silencio muy incómodo para Harry. Parecía que ahora se había vuelto un hábito para Snape no dejar de mirarlo. Y a Harry también le gustaría mirarlo. Desde la última vez que estuvo con el Slytherin, Harry se la pasó pensando en él todo el tiempo. El profesor ya era una presencia constante en su mente, sus sueños y fantasías, por lo que había ansiado volver a verlo. Lo que no entendía Harry era por qué de pronto le costaba sostenerle la mirada a los ojos negros. Era como si el tiempo que habían pasado juntos, en lugar de haberle hecho ganar confianza, lo hubiese vuelto un pequeño, vergonzoso y tímido niño. Además, la vista no estaba nada mal, su ex profesor era atractivo. Y no es como si no lo hubiera notado antes, pero el día de hoy ese atributo se destacaba especialmente. Severus se había puesto una camisa azul oscuro y un chaleco de vestir negro que lo hacían ver demasiado deseable. Pero como Snape lo estaba mirando, Harry no se podía dar el mismo lujo, ya que de esa forma él lo notaría.
   Severus se recostó hacia atrás y apoyó su espalda en el respaldo de la silla, llevándose la taza a los labios mientras se cruzaba de piernas. Sin darse cuenta, rozó la pierna de Harry, haciendo que éste lo mirase.
   —Lo siento, fue sin querer... —masculló Severus, luego carraspeó la garganta y rápidamente se paró, dirigiéndose a la mesada para ocultar su sonrojo.
   —Está bien, no pasa nada —escuchó a Harry a sus espaldas, en un tono despreocupado.
   —Me serviré otra taza de café, ¿usted quiere más? —le preguntó Severus, sirviéndose.
   —Bueno —respondió Harry.
   Severus agarró la cafetera, y cuando volteó para ir a la mesa, se sobresaltó con Harry detrás de él.
   —Está bien, yo me sirvo, gracias —sonrió Harry, y luego, reuniendo un nuevo valor que obtuvo al ver a Severus así de nervioso, puso su mano en el espacio que quedaba vacío de la manija de la cafetera, cubriendo con su mano la mitad de la de Severus.
   Éste lo miró aún sorprendido, y su sonrojo aumentó ante esto. De pronto Harry se sintió con más confianza al ver a Severus así de avergonzado y, sin aflojar el agarre en la mano debajo de la suya, se sirvió más café en la taza.
   No sabía bien qué estaba haciendo, ni a dónde quería llegar con eso, pero Snape no paraba de devorarlo con la mirada, lo que no hacía más que incentivarlo, así que Harry procedió a soltar la mano de Severus -quien lo miraba a los ojos paralizado- lentamente, procurando rozar sus dedos mientras la deslizaba hacia abajo.
   —Gracias... —sonrió Harry, y luego volteó y se fue a sentar de nuevo, sonriendo triunfante al haber puesto en ese estado a Snape por una vez, pues siempre era el ojinegro el que lo hacía.
   Por su parte, Severus levantó una ceja, aún parado con la cafetera en la mano, sintiendo el calor que la mano de Harry había dejado en la suya. Dejó la cafetera de regreso en su lugar y volvió a su silla. Decidió retomar el control, y miró a Harry, pero éste pareció no inmutarse, y le sostuvo la mirada, hasta que Severus no resistió y fracasó en su misión. Apartó la vista y, sonrojándose de nuevo, se llevó la taza a los labios. Harry volvió a sonreír, pensando en que le estaba gustando esto.
   El joven decidió arriesgarse un poco más, por lo que se estiró en la silla y se cruzó de piernas, rozando, no sin querer, el costado interno de la rodilla de Severus, quedando su pie entre medio de las dos rodillas. Éste se quedó paralizado, con la taza a medio camino de su boca, mirando el pie de Harry como si fuera de otro mundo.
   —Entonces... —Severus levantó la vista rápidamente cuando Harry habló, notando que intentaba, y muy mal, ocultar su sonrisa. El ojinegro levantó una ceja. ¿A qué estaba jugando el mocoso?—... ¿Cómo será mi rutina de trabajo, profesor? —preguntó, y luego le dio un sorbo a su café.
   —Ya no soy tu... —un pequeño y casi inaudible jadeo salió de los labios del profesor cuando Harry hizo brincar su pie, rozando el muslo interior de Severus—. Ya no soy tu profesor... —repitió, con la voz ahogada.
   —Lo siento, ya sabe que aún no me acostumbro... —comentó Harry, con un deje de diversión en la voz.
   —Con respecto a tu pregunta... —Severus trató de calmarse y de no prestarle atención al pie, pues no le iba permitir a Potter burlarse de él—... el plan es que usted esté aquí a la misma hora de hoy, todos los días, y de aquí nos vamos a la central, donde yo trabajo. Lo pondré a cargo para que domine a todos los hombres de seguridad que tengo en el edificio, que para ser honestos no me han sido de mucha ayuda. Ya he tenido un par de... intrusiones que no han terminado bien, y se supone que con el nivel de seguridad que tengo no deberían haber pasado. Sospecho que hubo sobornos de por medio, pero confío en que si está usted allí las cosas tal vez cambien con respecto a eso. Y creo que eso sería todo. ¿Le parece bien? —explicó Severus.
   —No soy mucho de dominar y eso de tomar las riendas, suelo estar debajo de esas... —el pie de Harry volvió a rozar el muslo interno de Severus—... posiciones, pero si es lo que usted quiere que haga, con gusto lo haré. Después de todo, es usted quien lleva las riendas —respondió Harry, dejando a Snape con la boca abierta.
   Una imagen muy erotica se apareció en la mente de Severus, y se sacudió mentalmente para alejarla. No tenía ni idea de por qué el joven se estaba comportando de esa forma, ni tampoco a dónde quería llegar con todo esto, pero debía ponerle un freno.
   —Bueno, me alegro de que hayamos llegado a un acuerdo así de rápido —comentó Severus, tomándose lo poco que le quedaba de café.
   —Sí... —estuvo de acuerdo Harry—. Oh, por cierto, no sabía que la profesora McGonagall y usted eran tan amigos... —agregó con interés, mientras tomaba otra galleta del plato.
   —Bueno, eso ya es algo íntimo que no compartiré con usted... —le dijo Severus, mirándolo a los ojos.
   —¿Íntimo...? —repitió descaradamente Harry, sosteniéndole la mirada, rozando por tercera vez el muslo de Severus.
   —¿Qué está haciendo? —susurró Severus luego de quedar sin aliento.
   —¿De qué habla? —preguntó Harry con falsedad.
   —¿A qué está jugando, Potter? —preguntó, recuperando la voz.
   —¿Yo? —Harry habló en un tono incrédulo, haciendo que Severus levante una ceja.
   —¿A dónde quiere llegar? —Severus bajó el pie de Harry con su mano, como para marcar su punto.
   —De hecho, quería saber exactamente lo mismo de usted... —respondió Harry.
   —¿De qué habla? —Severus imitó el tono falso de Harry al decir eso.
   —De los comentarios y las miradas dirigidas hacia mí —sonrió Potter.
   —¿Habla de esas bromas? —preguntó Severus irónicamente.
   —"Entre broma y broma, la verdad se asoma..." —comentó con humor Harry, sin llegar a ofenderse.
   —Por favor... —bufó Severus—. ¿Acaso esta es una declaración de amor, Potter? —se burló.
   —Fue usted el que empezó...
   —¿Yo? —preguntó con verdadera incredulidad—. Disculpe, pero yo lo recuerdo muy bien a usted sacándome a bailar y pegándose de esa manera... —siseó Severus.
   —¿Y usted se apartó? —repuso Harry, cruzándose de brazos. Severus no respondió—. No, no se apartó, se quedó moviendo sus caderas y rozando su trasero contra...
   —¡No se pase, Potter! —lo interrumpió Snape, parándose—. ¡Ha ido muy lejos!
   —Yo creo que usted a ido más lejos que yo. Después de todo, fui yo quien terminó con un dolor de...
   —¡Oh, pero, por lo que sé, ambos despertemos en SU cama! No recuerdo ser yo quien nos llevó a allí... —Harry se paró, y Severus lo interrumpió antes de que hablara—. Pero sí recuerdo bien algo: yo no fui arriba, usted "tomó las riendas" y cabalgó so-li-to... —siseó.
   —¡Estaba ebrio! —exclamó Harry en su defensa, sus cachetes enrojecieron.
   —¡Ambos! —replicó Severus.
   —¡Entonces ambos fuimos igual de lejos!
   —¡Usted se pasó de la raya con sus comentarios y su piecito!
   —¡Y usted hoy agradeció el enorme parque que tiene, que le dio la oportunidad de admirar mi trasero durante un largo rato!
   —¡¿Discul...?!
   —¡Lo hizo! Lo disfrutó, así como lo disfrutó en el hotel —le cortó Harry.
   —¿Y qué le hace pensar eso? —preguntó Severus con acidez.
   —Los dos lo hicimos, y lo sé porque yo también recuerdo. Y no recuerdo ninguna señal de disgusto entre... todo lo que hicimos —respondió Harry, sintiendo sus mejillas arder.
   Severus se quedó mirándolo unos momentos, y luego se encogió de hombros y se cruzó de brazos.
   —Tiene razón —dijo finalmente, con tranquilidad.
   Harry se dió cuenta de lo cerca que estaban, y retrocedió un paso.
   —Así que... —Severus se le acercó de nuevo, y luego bajó la vista—... ¿lo disfrutaste? —volvió a levantar la vista para mirarlo a los ojos, y entonces fue Harry quien bajó la mirada, avergonzado.
   —Sí... —se encogió de hombros, y luego miró al otro con timidez—. ¿U-usted...? —masculló, a pesar de que Severus ya le había dicho que sí, sintiendo sus mejillas arder. De pronto, todo rastro de atrevimiento o confianza que había tenido hasta recién, desapareció.
   —Nadie nunca me había hecho eso que usted hizo, Potter... —Harry levantó la vista rápidamente.
   —¿Qué cosa, s-señor...? —susurró sin aliento, sabiendo bien de qué hablaba.
   Sus rostros estaban a centímetros del otro.
   —Dejarme abajo y dejarse caer... Una... y otra... y otra... y otra vez... Sin parar... Tan necesitadamente... —susurró Severus con la voz ronca, deslizando su dedo índice por el costado izquierdo del torso de Harry, hasta llegar al costado de su cadera. El más joven cerró los ojos y se mordió los labios—. Mírame... —susurró Severus, apretando el trasero de Harry con su mano, provocando que el otro jadeara y abriera los ojos con sorpresa, pegándose impulsivamente a Severus. Harry ahogó un gemido al sentir el miembro de Severus—. Quiero que lo hagas de nuevo, Harry...
   Ese susurro, su nombre saliendo de esos labios, terminó por descontrolar a Harry, y se abalanzó a los labios de Severus, atacándolos mientras se colgaba de su cuello con sus brazos. Cuando Severus sintió su espalda golpear contra la pared, se apoyó en esta, agarró a Harry y lo alzó del trasero, apretándolo con ambas manos, y Harry gimió y enredó sus piernas en las caderas de Severus, pegando sus miembros. Separaron sus labios para jadear hondo, pegando sus frentes.
   —Quiero... tenerte... dentro mío... —le dijo Harry agitadamente—. Ahora ‐puntualizó.
   Severus se mordió el labio inferior, lo miró intensamente, deslizó sus manos por sus muslos y las regresó al trasero de Harry, para apretarlo de nuevo, mientras le daba una suave y rápida mordida a sus labios y volvía a atacarlos. A Harry lo volvió loco este gesto, y mientras gemía movió la cadera impulsivamente para provocar fricción entre sus miembros.
   —Harry... —jadeó Severus, y luego los apareció en su habitación.
   Severus agarró más fuerte a Harry de los muslos, y caminó para atrás hacia su cama, mientras Harry se ocupaba de mordisquear y succionar su cuello, desesperándolo. Sintió su cama chocar contra la parte trasera de sus rodillas, y comenzó a bajarlo al otro lentamente, deslizando sus manos por su trasero. Harry abandonó su cuello, sus labios estaban rojizos e inchados. Severus los mordisqueó suavemente, pensando que podría volverse adicto a hacerlo, y Harry volvió a besarlo mientras le desabrochaba el chaleco. Severus le desabrochó los botones de la camisa a Harry y se la sacó, procediendo a bajarle los pantalones junto con el bóxer. Apretó el trasero firme, haciendo que Harry gimiese y abriese la boca entre el beso, y Severus aprovechó esto y metió su lengua en la boca de Harry, que ronroneó en respuesta. Severus tironeó del labio inferior de Harry con sus dientes mientras se alejaba, admirando cómo se los había dejado. Severus lo miró a los ojos y obligó a su mano derecha a dejar el culo de Harry, para luego acercarla a la cara de éste, mostrándole el dedo índice. El ojiverde se metió el dedo de Severus a la boca, chupandolo hasta la base, sin dejar de mirarlo a los ojos. Severus, sosteniendo su mirada, sacó su dedo de la boca de Harry, y se lo llevó a su propia boca, chupando. Harry suspiró con placer ante esa escena.
   Severus comenzó a prepararlo con sus dedos, y Harry le desabrochó el cinturón, lo tiró al suelo, y luego bajó los pantalones y el bóxer de Severus, liberándolo al fin. Apreció su tamaño con la mirada, mordiéndose el labio. Severus lo observó con atención mientras metía un segundo dedo. Harry jadeó y agarró la polla de Severus, haciendo que éste gimiera. Severus se dejó caer sentado en la cama, tirando del trasero de Harry para adelante. El miembro goteante del joven quedó a milímetros de su rostro. Harry miró expectante a Severus, quien luego de unos instantes de apreciación hacia el miembro del menor, le dió una lamida, sin poder resistirse.
   —¡Oh, Dioses! —exclamó Harry.
   Severus sonrió de costado y se metió la punta del miembro de Harry a la boca. Convocó un lubricante que tenía en su mesita de noche, y se lo untó en los dedos, volviendo a su trabajo de prepararlo. Comenzó a chuparlo al compás del ritmo de sus dedos en el trasero de Harry, quien soltaba todo tipo de sonidos y palabras incomprensibles
   —¡Severus! —Harry no aguantó más, y se corrió dentro de la boca de su ex profesor, sujetándose fuertemente de sus hombros con una mano y apretando los cabellos negros del hombre, respirando entrecortadamente. La mejor mamada de toda su vida.
   Severus tragó, saboreando la cálida semilla, mirando el rostro de Harry. Éste se inclinó y lo besó, saboreándose a sí mismo en la boca de Severus, y luego lo empujó hacia atrás, tirándolo de espaldas en la cama. Severus se apoyó sobre sus codos y se arrastró hacia atrás. Harry se subió a la cama y gateó hasta él, subiéndose a horcajadas. De un tirón abrió la camisa de Severus, haciendo volar todos los botones. Se dirigió al cuello de Severus, reafirmando la marca que ya había hecho y había desaparecido casi por completo. Severus le agarró el trasero y pegó sus cuerpos.
   —Móntame... —le susurró en el oído.
   Harry ronroneó y se separó, robándole un beso antes de incorporarse. Con una mano se apoyó en el muslo de Severus para sostenerse, y con la otra tomó el miembro de Severus para posicionarlo. Miró a Severus. El ojinegro lo observaba atentamente, con la lengua ligeramente asomada, pegada a su labio superior. Harry se dejó caer, el miembro de Severus se enterró profundamente en él, y sus nalgas golpearon los testículos del ojinegro. Ambos lanzaron un gemido gutural, cerrando sus ojos fuertemente, respirando agitadamente. Harry abrió los ojos, y esperó a que Severus lo mirase para continuar. Los ojos negros lo miraron hambrientos, y Harry se levantó hasta que el miembro de Severus casi estuvo fuera de su entrada, y luego se dejó caer lentamente.
   —Oh... Dioses... Harry... —gimió Severus, rasguñando los muslos de Harry.
   El mayor respiró con dificultad mientras intentaba contenerse de gritar. Se incorporó, posando sus manos en las caderas del joven, y comenzó a besarlo. Harry puso sus manos en los hombros del otro, volvió a subir, y bajó con fuerza. Severus gritó, y el sonido quedó ahogado en los labios de Harry, que gimió profundamente. El ojinegro cortó el beso y apoyó su frente en el hombro de Harry, intentando controlar su respiración. Harry meneó las caderas en círculos, jadeando de placer.
   —Oh, Dulce Circe... Sí... Harry... —gimió profundamente Severus, y Harry se deleitó con esas palabras y el cálido aliento de su amante en su cuello.
   El ojiverde gimió fuertemente cuando el otro mordió su cuello y tomó su miembro, comenzando a bombearlo lentamente.
   —Severus... —Harry comenzó a subir y bajar rápidamente, y Severus comenzó a gemir sin parar.
   Repetía el nombre de Harry, y cada vez que Severus gritaba su nombre, la polla de Harry palpitaba con más fuerza.
   Harry empujó a Severus, haciéndolo caer sobre el colchón. Se apoyó con sus manos en la cama, posicionándolas a los costados de la cabeza de Severus. Comenzó a moverse lentamente, y fue aumentando el ritmo a medida que sentía su clímax lo iba alcanzando. Severus arañó su espalda, aferrándose a ésta como si su vida dependiese de ello, y clavó sus uñas cuando, finalmente y con un profundo gemido, se corrió dentro de Harry. Finalmente, luego de un par de estocadas más, Harry se vació en el vientre de Severus, gritando su nombre.
   Harry se dejó caer encima de Severus, el cual aún suspiraba su nombre, jadeando. Sonrió jadeante contra el pecho de éste al oírlo, divertido al ver lo mucho que había descontrolado a Severus Snape. Se incorporó y lo besó lentamente. Severus sonrió contra sus labios y le correspondió rápidamente, ronroneando y soltando suspiros satisfechos.

{  ♡  }

   Harry cayó de espaldas jadeante por cuarta vez esa tarde, con una sonrisa satisfecha en su rostro. A su lado, Severus soltó un último gemido de placer con sus ojos cerrados y su pecho subiendo y bajando acaloradamente.
   —Creo que tendré que comenzar a trabajar mañana... —comentó divertido el ojiverde, mirando por la ventana los últimos rayos de sol. Severus, aún jadeante, sonrió—. A menos que ésto se vuelva parte del trabajo y ya haya comenzado... —susurró sensualmente mientras se acercaba de nuevo a Severus, guiñándole un ojo.
   Severus lo atrajo hacia sí y sonrió.
   —Oh, creo que puedo arreglar eso sin problema... ‐comentó felizmente, antes de besar a Harry, posando su mano en la cadera del menor.
   Harry suspiró ante eso. Entonces ambos detuvieron el beso con rapidez y apuntaron con sus varitas a la puerta antes de que se oyera una voz del otro lado de ésta. Ese era un útil instinto que ambos habían adquirido después de tantas experiencias como espía, en el caso de Severus, y como "El Elegido" y Auror, en el caso de Harry.
   —¡Oye, Sev! —se quejó un niño del otro lado, luego de intentar abrir la puerta inútilmente, dado que tanto Severus como Harry le habían puesto un hechizo para evitarlo.
   —Lucas, vete de aquí, Severus está ocupado... —escucharon que Marie decía. Ambos oyeron cómo Lucas soltaba un gemido caprichoso y luego se iba dando sonoros pasos—. ¿Te quedas a cenar, Harry? —preguntó Marie Anne, ahora dirigiéndose a ellos dos.
   Cuando Harry fue a abrir la boca para hablar, Severus se la tapó con la mano.
   —Potter no está aquí, Marie... —le dijo Severus.
   —¡Ja! —rió irónicamente la mujer—. ¿Acaso crees que nací ayer, Severus Snape? No soy estúpida... —comentó sarcásticamente, haciendo que Severus y Harry rieran—. Será cena para dos, entonces —añadió, y luego se escucharon sus tacones alejándose.
   Harry miró a Severus temeroso.
   —¿Qué tienes? —preguntó Severus, frunciendo el ceño.
   —¿No te molesta que me quede a cenar? —preguntó Harry.
   Severus lo miró incrédulo.
   —Harry, acabamos de pasarnos toda la jodida tarde follando como conejos, ¿y me preguntas si me molesta que te quedes a cenar?
   Harry sonrió feliz.
   —Entonces quiero comer primero el postre... —susurró contra los labios de Severus, antes de besarlo, haciendo que el ojinegro sonriera mientras le correspondía.
   Harry comenzó a deslizar su mano por el abdomen del mayor hasta llegar al prominente miembro. Entonces Severus lo detuvo.
   —No te lo comas todo ahora, o no quedará nada para después de comer... —bromeó Severus. Harry hizo un puchero con la boca—. Tenemos que bañarnos, no podemos bajar a comer así —le dijo.
   Harry gimió molesto y se incorporó en la cama.
   —Auch... —El ojiverde hizo una mueca de dolor.
   —¿Estás bien? —preguntó con preocupación Severus, incorporándose a su lado—. ¿Te lastimé? —volvió a hablar, analizándolo detenidamente.
   —Estoy bien, Severus... —sonrió Harry, amando que aquel hombre se preocupara por él.
   —¿Seguro? —insistió Severus, aún con el semblante fruncido.
   Harry le dió un casto beso en los labios.
   —Sí —respondió suavemente—. Ven a bañarte conmigo... —susurró luego, sensualmente, tomando la mano de Snape.
   Severus sonrió entretenido ante este Harry engatuzante, y aceptó la invitación.

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Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora