3. Alcohol

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   —Uno para el señor Snape... —dijo el camarero, al igual que la noche anterior, mientras dejaba un plato con fideos y salsa delante de Snape.
   Éste último estaba de mal humor, pues le habían avisado en último momento que la junta de esa mañana se cancelaría y pasaría para la mañana siguiente. Lo compensaron diciendo que tendría cubierta cualquier cosa que quisiera del hotel. Entonces luego ambos habían regresado a sus habitaciones, Harry a volver a dormir, y Severus también (sólo que, por el contrario de Harry, no lo expresó en voz alta). Ambos habían pedido el almuerzo a sus habitaciones.
   —Y otro para el señor Potter... —el joven dejó el otro plato delante de Harry—. Muy bien, ¿algo más?

  —Sí —respondió Harry—. Dime Harry, por favor. Odio que me traten de usted, las formalidades no van conmigo, sinceramente —dijo amablemente. El joven le asintió con una sonrisa—. ¿Y tú cómo te llamas? —le preguntó.
   —Edward —respondió el joven camarero.
   —Un placer, Edward —dijo Harry con una sonrisa amable.
   Snape los miraba atentamente, Harry podía sentir los ojos negros clavados en ellos cual alfileres.
   —Igualmente, Harry —respondió con una sonrisa seductora. Harry se sonrojó y bajó la mirada.
   Severus clavó su cuchillo especialmente fuerte en la carne, y el tal Edward captó el mensaje rápidamente.
   —Buen provecho, caballeros —se apresuró a decir el chico, y se fue de prisa.
   —¿De cacería, Potter? —preguntó Severus, cuando el empleado se alejó lo suficiente como para no oírlos.
   —¿Disculpe? —preguntó Harry, mirándolo con los ojos bien abiertos.

   —Edward —respondió, volteando a verlo. No era una novedad el hecho de que el salvador del mundo mágico era gay, la noticia había dejado devastadas a muchas jóvenes—. Lindo nombre, lindo chico, simpático, joven...

—¡No! —exclamó Harry al caer en la cuenta, divertido—. ¡Tengo pareja! —explicó.
   Y, cuando dijo eso, Severus no supo por qué sintió algo de decepción.
   —Ah, ya veo... —pronunció por lo bajo, mientras bajaba la mirada a su plato. Comenzó a cortar la carne.
   —¿Y usted, señor? —preguntó Harry, optando por ignorar esa extraña reacción por parte de Snape. Era Snape, después de todo.
   Snape en cuestión volteó hacia él y alzó una ceja.
   —¿Novia, novio, esposa, esposo, amigo o amiga con derechos...? —explicó Harry, imitando el tono que Severus había usado al referirse y describir a Edward.
   Pues, sí, también era sabido que Severus Snape, quien había sido casi tan reconocido como el mismo Harry Potter tras la guerra, también tenía inclinaciones hacia los hombres, sólo que, por el contrario del caso de Potter, la noticia no desconsoló a nadie. De hecho, ahora no sólo tenía mujeres detrás de él, sino también hombres felices de enterarse de su sexualidad y que buscaban una oportunidad. Severus no olvidaría el día en que se filtró en los diarios una foto suya en su primer cena con Signoret, había sido acosado por muchos periodistas y hombres, y de no ser por su ex novio que lo mantuvo a raya, varios habrían recibido un par de Maldiciones.
  Snape tomó su copa y la llevó a su boca, tapando su sonrisa, tras el comentario de Harry, pero aún así se notaba. Ese era un gesto que hacía a menudo, notó Harry.

   —Vamos, ya sé que está sonriendo... —sonrió Harry, divertido.
 

Snape bajó la copa y Harry pudo ver la pequeña sonrisa. Pensó que Snape se veía mucho más joven sonriendo, cuando lo hacía su semblante se relajaba, su rostro se iluminaba y las arrugas se disipaban.
   —Verá, señor Potter —empezó, y Harry notó el tono de diversión en el hombre—, por el momento no estoy comprometido con nadie... —respondió, y luego miró a Harry fijamente a los ojos.
   Harry no supo cómo interpretar esa mirada. Snape lo miró y a Harry le pareció que había una especie de brillo en esos intrigantes pozos negros. Luego Snape recorrió con la mirada todo el cuerpo de Harry, volvió a mirarlo a los ojos, y regresó su atención a su plato. Harry se quedó mirándolo confundido por un momento. Él estaba acostumbrado a no saber bien qué significaban algunos comportamientos del hombre, pero ahora sí qué estaba perdido. ¿Acaso el hombre le había lanzado una indirecta? No, no podía ser, él era Snape.
   Harry observó que el ojinegro se tomó lo poco que quedaba en el fondo de su copa, y agarró la botella para servirse más. Llenó su copa hasta la mitad, y luego miró la copa de Harry, a la cual le quedaba un poco, e hizo un ademán de servirle, preguntándole con la mirada.
   —Por favor... —aceptó distraídamente Harry, y lo observó mientras servía. Debía admitir que el hombre era elegante hasta para servir vino. Sus movimientos eran precisos y a la vez suaves—.
Gracias... —dijo cuando Snape depositó la botella otra vez en la barra.
   Severus tan sólo volvió a agarrar sus cubiertos y cortó un pedazo de carne, para luego llevárselo a la boca. "Es elegante hasta para comer" pensó Harry, con algo de admiración y diversión, mientras lo veía disimuladamente. También notó, y por primera vez desde que lo vió, cosa que lo hizo sentir un tonto, que Snape no iba vestido completamente de negro, como creyó que siempre iría. Severus llevaba puesto unos lustrados zapatos negros, un pantalón de vestir y una polera que se le ajustaba al cuerpo, ambos negros, y un saco de vestir beige.
   —¿Qué tanto mira, Potter? —preguntó Snape, mientras se llevaba otro trozo de carne a la boca y lo acompañaba con un trago de vino.
   Harry se dió una patada mental por ser tan poco disimulado, pues pensaba que el otro no lo había notado.
   —Noté que no va vestido completamente de  negro, como creía que lo hacía siempre —respondió Harry, intentando parecer calmado.
   —Sí, bueno, es que ayuda a causar miedo en los niños —acotó Snape, volteando a verlo con una sonrisa traviesa.
   —Ya... —sonrió Harry, alargando la palabra, mientras asentía sucesivamente—. Pues déjeme decirle que es efectivo —agregó divertido.
   —Además —miró de nuevo a Harry—, el negro adelgaza —concluyó, volviendo su mirada al frente y llevándose la copa a los labios.
   Harry observó con admiración cómo tomaba, la manzana de Adán subiendo y bajando placenteramente al tiempo que tragaba. El hombre era elegante en todo, definitivamente, pensó.
   —Sí, es cierto —dijo con una pequeña sonrisa divertida, para luego seguir comiendo.
   Luego se puso a pensar en la extraña situación que estaba viviendo, y rió por lo bajo, haciendo que Snape volteara a verlo con una expresión interrogante.
   —¿No le parece de lo más extraño todo esto? Digo, jamás me imaginé cenando con usted, teniendo una conversación agradable —explicó. Una sonrisa tiró otra vez de los labios de Severus, y Harry se preguntó por qué evitaba tanto sonreír.
   —Yo no diría que es una conversación, sino más bien un intercambio de palabras de vez en cuando. Pero, suponiendo que es una conversación, sí, Potter, todo esto me parece extraño... —confesó.
   Snape terminó de comer lo que quedaba de su plato. Observó a Harry. A él le faltaba un poco para terminar. Tomó un sorbo de vino.
   —Y, dígame, ¿quién es el "afortunado" de tenerlo a usted? —preguntó, usando un tono sarcástico al decir "afortunado", tratando de no demostrar su curiosidad.
   —¿Mi pareja? —preguntó Harry. Snape asintió—. Verá, intentamos mantenerlo lo más secreto posible, sólo su familia... —Snape suspiró y lo interrumpió.
   —No soy Rita Skeeter, señor Potter —bufó Snape—, y si no quiere decirme, no hay problema, no es que me importe... —mintió.
   —Charlie Weasley —soltó Harry, sin mirarlo.
   Severus se esforzó por ocultar una expresión triunfante y se mantuvo neutral. Entrecerró los ojos.
   —¿El de los dragones? —preguntó.
   Si era ese, sería un milagro que Potter lo dejara, era un bombón, pensó. Pero luego se dijo: ¿Qué rayos le importaba si Potter en algún momento lo dejaba?
   —Sí, ¿lo conoce? —preguntó Harry, con interés.
   —Lo ví un par de veces en las reuniones de la Orden y en fiestas organizadas por los Weasley... —respondió indiferente.
   —Mmm... —asintió Harry.
   —Pero no se ven mucho, ¿cierto? —inquirió con interés. Harry lo miró frunciendo el ceño, extrañado por el repentino interés de Snape en su vida amorosa—. Es que, por lo que sé, su afortunado muchacho trabaja en Egipto... —explicó irónicamente, regáñandose internamente por su indiscreción.
   —Lamentablemente, nos vemos los fines de semana que él puede venir a verme. Es decir, no todos —respondió Harry, apretando los labios.
   —Mmm... —asintió Snape, quien, de nuevo, no supo por qué sintió algo de alegría al escuchar eso.
   Sacó los cálculos y, si no se equivocaba, Charlie y Harry se llevaban aproximadamente ocho o nueve años... Y pensó que no era mucho a comparación de lo que él se llevaba con Harry. Bueno, tal vez sí era mucho, pero... Volvió a reprocharse, repitiendo de vuelta "¿Y a mí que me importa?".
   —Pues, yo no podría estar con alguien a quien veo tan poco... —admitió. Harry pareció pensarlo.
   —Sí, bueno, es cierto que es un poco difícil... —Harry sonrió amargamente—. De hecho, no lo veo hace como un mes, y la última vez que nos vimos... Bueno, en realidad las últimas veces que nos vimos, discutimos justamente por esto, y digamos que no quedamos en buenos términos... —suspiró cansinamente—. Tanto así, que ni siquiera sé si aún somos algo... —Tomó un trago de su vino.
   —¿No teme que lo esté engañando, señor Potter? —preguntó Severus.
   Harry pareció pensar qué decir.
   —Bueno, verá, yo creo que una relación debe basarse en la confianza —respondió firmemente.
   —Así que, no... —Harry asintió. —En mi opinión, creo que más que en la confianza, debe basarse en la lealtad —aportó serio, recordando su última experiencia en una relación, con el asistente.
   —¿Alguien lo traicionó? —preguntó Harry. Snape lo miró serio.
   —Lo único que le diré, señor Potter, es que no confíe tanto en las personas —habló firmemente, mirando hacia adelante.
   —Potter, señor Potter... ¿No se cansa de tratarme de usted todo el tiempo? —preguntó Harry, como para cortar la charla deprimente—. Yo ya me estoy cansando de oír mi apellido salir de sus labios. Si sigue así terminaré por odiar el título —Se quejó.
   —No —respondió Severus, cruzándose de brazos, ignorando el extraño sentimiento que tuvo al imaginarse a Harry pensando en sus labios.
   —¿No le importaría llamarme...?
   —No lo voy a tutear, Potter —le cortó Snape.
   —De acuerdo... —suspiró Harry.
   Snape agarró su copa de vino, se sentó de costado en dirección a Harry, y se dedicó a observar el lugar. Harry ya se había terminado su plato, así que decidió hacer lo mismo.
   Todas las personas en aquella habitación eran de primera clase, vestidos con ropa de primera clase, y comiendo comida de primera clase. A decir verdad, no era el tipo de ambiente que a Harry le agradaba. Él prefería compartir una sencilla y humilde cena en la madriguera, apretujado en una sola mesa, entre todas las personas que los Weasley invitaban, y pasándola bien con sus amigos y familia.
   —Mierda... —masculló en un momento Snape, y rápidamente se acomodó mirando para el frente de nuevo.
   —¿Qué? —preguntó Harry, frunciendo el ceño.
   Era la primera vez que le oía decir una grosería a Snape.
   —Creo que me vio... —murmuró Snape para sí mismo.
   —¿Qué? ¿Quién? —se preocupó Harry, metiendo una mano dentro de su manga, listo para sacar su varita, mirando a su alrededor.
   —¿Viene hacia acá? —preguntó Snape.
   —¿Quién? ¿El bonito tipo rubio de ojos verdes que camina hacia acá cómo si fuera un modelo?
   —Yo no lo hubiese podido describir mejor —comentó Snape sarcásticamente—. No te preocupes... —agregó, poniendo una mano sobre la mano de Harry que estaba por sacar su varita—. No es una amenaza —dijo, volteando a encarar al tipo que había llegado ya a ellos.
   —Vaya, ¿tan gápido me olvidaste que ya estás con otgo, Sevegus? —preguntó el tipo, mirando la mano de Severus que aún estaba sobre la de Harry.
   Harry miró a Severus entre incrédulo y divertido, levantando las cejas ante el acento francés.
   —La verdad es que sí —respondió tranquilamente, encojiendose de hombros—. Pero él no es mi pareja —agregó, soltando la mano de Harry.
   —Merlín, ¿qué les pasa a todos con eso...? —murmuró Harry, sentandose de nuevo en la silla.
   —Sevegus, pegdóname, yo... —comenzó, pero Severus lo interrumpió con un gemido.
   —Oh, por los Dioses, no empieces... —suplicó, para luego tomarse todo el contenido de su copa de un trago, y servirse de nuevo hasta el tope.
   —¿Un francés? —preguntó Harry, divertido, al notar el acento del tipo.
   —Usted cállese —le advirtió Snape, con una de esas miradas asesinas que sólo a él le funcionaban con Harry. Éste último levantó las manos como en señal de rendimiento, mirando a la barra aún con una sonrisa divertida—. Y tú —dijo, golpeando el pecho del francés con el dedo índice—, sal de mi vista —le advirtió.
   —Sevegus, pog favog, solo escúchame, he intentado hablag contigo hace meses... —suplicó el francés, tomando la mano de Severus en sus manos. Snape sacó la mano de inmediato, como si le diera asco el tocarlo.
   —Y no lo has logrado porque yo me he esforzado por que así sea. Ahora, aléjate, Adrien —masculló Snape.
   —Sevegus...
   —¿Sabes qué fue lo que me impidió lanzarte un Crucio aquella vez en casa, Signoret? ‐preguntó Severus parándose y deslizando su varita por debajo de su manga un poco, escupiendo el apellido del francés—. El bastardo del Auror que contrataba estaba presente... —también escupió la palabra Auror, y Harry comenzó a hilar los hechos y hacerse una idea de cómo era la historia—. Pero ahora, no voy a dejar que nada me lo impida... —dijo, acercándose un poco más.
   —¿Por él decías lo de lealtad? —preguntó Harry, hablando sobre su hombro, ya que estaba de espalda a ellos.
   Snape lo miró, y estuvo a punto de decirle algo, pero Signoret habló antes.
   —Sevegus, sólo dame una noche paga convencegte... —le dijo, hablando seductoramente mientras pasaba "casualmente" un dedo por el pecho de Snape.
   Harry soltó una risa que se oyó como un bufido, pues estaba apretando los labios fuertemente para no reír.
   —Suficiente. Potter, haga lo suyo —siseó Snape, sentándose.
   —A la orden —cantó Harry, levantándose con una expresión divertida, aún intentando no reír—. Caballero, le voy a pedir que se retire, o tendré que escoltarlo fuera de aquí yo mismo... —le dijo Harry al francés, dándole la vuelta y empujándolo con una mano en su espalda.
   Severus suspiró cansado, y tomó de su copa. Al rato, Harry volvió con una sonrisa y se sentó.
   —¿Sabe qué me ofreció? —preguntó divertido.
   —¿Qué le dijo? —preguntó Snape, sacando su varita y mirando a Signoret, quien estaba sentado en su mesa, mirándolo.
   —Me ofreció Galleons si esta noche lo esposaba a usted en la cama y le abría la puerta de su habitación —contó Harry riendo, pero se arrepintió al instante de imaginarse eso, y se sonrojó.
   —Ya regreso, iré a matarlo... —dijo Snape, parándose.
    Pero Harry vio que guardó su varita mientras caminaba hacia el tipo, por lo que pensó que no tendría que preocuparse.
    —Por favor, que no lo haya dicho literalmente... —masculló Harry, antes de tomar un buen trago de vino.
   Volvió a mirarlos, y vio que Snape le decía algo al tal Signoret, pero no parecía hablarle enojado, más bien lo opuesto. Notó entonces que Signoret sonreía triunfante, y luego se paraba, siguiendo a Snape a la salida del lugar. Harry los miró indignado.
   —¿Es en serio? —se quejó Harry, incrédulo, y se paró a seguirlos.
   Cuando salió del lugar, comenzó a caminar por el pasillo, y frenó al llegar a una esquina que cruzaba con otro pasillo, ya que escuchó la voz de Snape proveniente del lado derecho.
   —... Así que piénsalo bien la próxima vez que quieras acercarte a mí... —escuchó Harry. Asomó la cabeza y vio que Snape tenía acorralado a Signoret contra la pared, y le clavaba la varita en el cuello—. Y deja en paz a mi Auror, ni se te ocurra intentar algo más con él... —advirtió, hablando dominantemente. Harry frunció el ceño ante eso. Snape se apartó del tipo—. No quiero tener que cambiarlo por otro de nuevo, ¿quedó claro? —preguntó, el otro asintió rápidamente—. Perfecto. Que tengas buenas noches, Adrien —terminó Snape, alisándole el traje al francés y dándole unas palmaditas en el hombro.
   Adrien se fue, pasando por al lado de Harry mirando el piso. Snape miró a Harry. Éste estaba apoyado contra la pared, cruzado de brazos.
   —No sé para qué se gasta en contratar un guardaespaldas si usted se puede cuidar muy bien solo —comentó entretenido Harry. Snape guardó su varita—. Además, si no lo hiciera, podría evitarse atraparlo con su novio —agregó.
   —Sí —estuvo de acuerdo Severus, avanzando hacia él. Se detuvo a su lado—. Y evitarme que me manden a Harry Potter... —agregó, haciendo que Harry riera. No pudo evitar sonreír divertido también.
   —Oiga —se indignó dramáticamente Harry, comenzando a caminar de regreso. Snape lo siguió—. Estoy seguro de que si no fuese yo, el Auror que le habrían enviado habría aceptado esa generosa suma de Galleons —se defendió.
   Snape solo siguió sonriendo, y Harry pensó que ese Snape, aunque fuera desconcertante, no le estaba desagradando para nada.
   Volvieron a sentarse en la barra. En ese momento, el escenario se iluminó, y una joven se acercó al micrófono y comenzó a hablar.
   —Buenas noches a todos —saludó formalmente la joven, con una sonrisa que hacía relucir su brillo labial—, y bienvenidos a todos aquellos que nos visitan por primera vez. Esta noche, nos acompañará con su música y hermosa voz, la señorita Michelle Brown y su formidable banda —terminó, y una chica subió al escenario acompañada por cuatro hombres con diferentes instrumentos.
   La chica que los presentó se alejó aplaudiendo, y la joven cantante se paró detrás del micrófono con una dulce sonrisa.
   —Buenas noches —habló la señorita Brown, su tono era tímido—. Espero que a todos, o a la mayoría, les guste el Jazz...
   —Oh, Jazz... —se quejó Snape.
   —... porque es lo que les traemos esta noche... —Y dicho esto, les hizo una seña con la cabeza a sus compañeros, y los cuatro hombres comenzaron a tocar.
   —Sí, tampoco soy muy fan de el Jazz... —coincidió Harry.
   —Hubiesen dejado la música estilo alternativa de antes... —opinó Snape, sirviendo lo que quedaba de vino en las dos copas.
   Tomó un sorbo y miró hacia la pista, donde había un par de personas que habían ido a bailar.
   —Se nota que me extraña... —bufó entre dientes, sarcástico.
   Harry miró hacia la pista, siguiendo su mirada, y divisó a Adrien bailando muy pegado a una muchacha.
   —Mmm —asintió Harry, sonriendo incrédulo ante el tal Adrien—. No se preocupe que a usted no es el único al que le pasan estas cosas, créame... —dijo Harry.
   Ambos tomaron un gran trago de vino de sus copas. Siguieron observando la pista, y ninguno de los dos se perdió el momento en el que Signoret devoraba la boca de la chica.
   —Oiga, señor.
   —¿Mhm? —lo instó Snape, mientras se iba tomando el resto del vino de su copa, sin dejar de mirar a Adrien con llamas en los ojos. Harry ignoró la punzada de celos que sintió ante esa mirada feroz. "Ojalá Charlie me extrañase así a mí".
   —Perdone si le molesta que lo diga, pero, ¿qué demonios vio en ese imbécil sin vergüenza? —preguntó Harry con una sonrisa.
   Snape rió mientras dejaba la copa vacía en la barra, y Harry se degustó en el sonido de esa risa profunda y aterciopelada que tanto le había costado conseguir. Era la primera vez que escuchaba una risa genuina de Severus Snape.
   —Verá, señor Potter, a veces la gente no es quien parece ser... —dijo con una sonrisa, limpiando una gota de vino que resbalaba por su barbilla, pues se le había escapado al reír—. A veces, hasta la persona que creías que era tu mejor amigo, puede traicionarte... —agregó, esta vez serio, mirando al frente.
   Harry asintió, e intentó hacer lo mismo que Snape, tratando de tomar todo el resto de su vino, pero no pudo. Bajó la copa haciendo una mueca.
   —¿No le quema? —preguntó Harry, sacudiendo la cabeza.
   —Sí —respondió el otro simplemente, mirándolo con diversión. Luego volteó a ver de nuevo a Signoret, y su expresión cambió a desprecio. Miró la botella de vino vacía—. Muy bien, señor Potter, ¿qué le parece una ronda de tragos? —preguntó, parándose y reclinándose sobre la barra en busca de alguno de los camareros.
   —Señor, creo que no será una buena idea que yo beba más, pero si usted quiere, yo me encargo de ver que no lo secuestren por su estado de ebriedad —comentó Harry, en tono divertido.
   —Déjese de estupideces... —escupió Snape, haciéndole una seña al joven que los había atendido antes—. Un buen trago no viene mal cuando pega la vida con tanta sed... —comentó, mientras esperaba a que Edward se acercara.
   —¿Acaso sacó eso de una canción? —se mofó Harry, entretenido por el comentario poco común en el profesor.
   Severus tardó en responder, apretando los labios para contener su sonrisa.
   —Pues sí —respondió, dramáticamente orgulloso.
   Harry rió y observó a Edward llegar hasta donde ellos estaban.
   —¿Señor? —preguntó Edward.
   —Eric... Edwin...
   —Es Edward —le susurró Harry con una sonrisa a Severus.
   —Ah, da igual... —dijo Snape, restándole importancia con la mano. Edward sonrió divertido, y Harry le pidió perdón mudamente—. Queremos servicio libre de Whisky de Fuego... —pidió Snape.
   —Enseguida, señor —dijo el chico, sacando dos vasos de debajo de la barra. Luego los sirvió hasta el tope—. Cuando los vacíen solo golpeen la barra y yo vendré a servirles más —dijo, y luego se fue.
   Snape agarró su vaso y le tendió a Harry el suyo.
   —Señor, no creo que sea buena idea que yo beba... —repitió Harry.
   —Oh, vamos, Potter, no le diré a Shacklebolt que te embriagaste —lo animó Snape, haciendo presión con el vaso en el pecho de Harry—. Además, ¿desde cuándo usted sigue las reglas? Vamos, acompáñeme. Es una orden —Harry suspiró y tomó el vaso.
   —¿Y bien, por qué brindamos? —preguntó Harry, parándose también, no muy contento con la idea de tomar.
   —Por... —hizo una pausa—. Porque al fin coincidimos en algo —concluyó. Harry frunció el ceño sin entender—. A ninguno de los dos nos gusta el Jazz —explicó, encogiéndose de hombros.
   Harry rió suavemente mientras chocaba su vaso con el de Snape, y éste sonrió, feliz de haber causado esa risa. Pensó que no era propio de él ser gracioso y sonreír tanto, pero se había bajado una botella de vino prácticamente él sólo y en grandes tragos, por lo que ya estaba afectando a su autocontrol, y a Potter también le pasaba, así que, ¿qué más daba?
   —Mhm —Harry bajó su vaso—, y también coincidimos en que el tipo es un imbécil —sonrió, señalando a su espalda el lugar donde Adrien bailaba muy entusiasmado con la joven. Severus levantó las cejas y asintió.
   —Cierto —el ojinegro chocó su vaso de nuevo con el de Harry.
   —Está bueno... —admitió Harry, mirando su Whisky.
   —¿Nunca había probado Whisky de Fuego, señor Potter? —preguntó Snape.
   —Nop —respondió Harry, el alcohol de las copas de vino que Harry había bebido ya empezaba a hacerle efecto, confirmándole a Severus que Harry no era de beber.
   —Es perfecto para olvidarse de todo y tan sólo disfrutar —dijo Snape, y luego se tomó todo el contenido, tirando la cabeza hacia atrás y luego sacudiéndola, haciendo una mueca al terminar.
   Harry observó cómo la nuez de Adán subía y bajaba al pasar el Whisky por la garganta de Snape, y sintió que se le secaba la boca, así que hizo lo mismo que Snape y se tragó todo el contenido de su vaso, sacudiendo la cabeza y haciendo una mueca, sacando la lengua al terminar. Severus golpeó la barra con el nudillo de su dedo índice, y Edward se acercó a servirles más.
   —Déjela aquí —le indicó Snape. Edward les dejó la botella con una sonrisa—. Intenta beberlo todo sin parar —lo desafió Snape a Harry, arrastrando un poco las palabras, su lengua comenzaba a adormecerse por el alcohol en su sangre. Era lo bueno del Whisky de Fuego: te afecta velozmente. Harry lo miró con una expresión que decía "no podré"—. Vamos, señor Potter, si pudo derrotar al Señor Tenebroso, puede hacer esto —lo retó.
   Harry respiró hondo, chocó su vaso con el de Snape y comenzó a beber el contenido. Su garganta le ardía, pero Snape lo miraba atentamente y no podía detenerse. Cuando se lo terminó, apoyó fuertemente su vaso en la barra.
   —Ahora usted lo desafió Harry, la voz le salió ronca y ahogada.
   Siguieron bebiendo y compitiendo para ver quien se lo tomaba más rápido.
   —Mire y aprenda, señor Potter —dijo Snape en una de esas, y de dos tragos vació el vaso. Harry aplaudió tambaleándose mientras reía tontamente—. Ay, no puede ser, ¿ya está ebrio, Potter? —se burló Snape, pero él no estaba mucho mejor, lo que hizo que riera felizmente al igual que Harry. Por lo menos, él aún conservaba el equilibrio.
   La banda comenzó a tocar un tipo de Jazz más rápido y fuerte para bailar, y varias personas se pararon de sus mesas y fueron a la pista a bailar. Mientras eso pasaba, Snape volvió a llenar los vasos, volcando un poco en el proceso.
   Harry estaba tomando de su vaso mientras bailaba un poco en su lugar, cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Volteó y vio que era Edward.
   —Harry, estoy en mi descanso, ¿te gustaría ir a bailar? —le preguntó, elevando la voz para escucharse por encima de la música. Harry miró a Snape.
   —Vaya, Potter, puedo cuidarme solo —dijo Snape, sentándose y bajando la vista hacia la barra.
   —¿Usted no baila? —le preguntó Harry, acercándose y posando una mano en su brazo.
   Severus miró primero la mano posada sobre su brazo y luego a Harry.
   —Nunca se me ha dado por hacerlo... —respondió Snape, bajando la vista a la barra de nuevo.
   —Bueno pues, como dicen, siempre hay una primera vez para todo —lo animó Harry, tironeando un poco del brazo de Snape.
   —Edward lo invitó a usted, no a mí... —se negó Snape.
   —Pero ya le dije a Edward que no, y ahora lo estoy invitando a usted —insistió Harry, y Snape notó que era verdad, ya que Edward ya se había ido a bailar a la pista con la joven que había presentado a la banda.
   —Yo no...
   —¡Vamos, venga! —lo interrumpió Harry, tironeando de su brazo.
   Snape se tomó de un trago el contenido de su vaso y se dejó llevar hasta la pista.
   Harry, en todo su esplendor de ebriedad, se balanceaba algo torpemente por la falta de equilibrio, mientras Severus no sabía qué hacer, más que mirar a Potter.
   —¡Baile! —lo instó Harry.
   El olor a alcohol proveniente de su boca le llegó a Severus, haciendo que ría y sacudiese una mano delante de su nariz.
   —No sé bailar —admitió Snape.
   —Venga, yo le enseño —Harry estiró las manos para que Severus las tomase, su lengua parecía estar adormilada al hablar.
   —Potter, ¿ha visto cómo está bailando? —se burló Snape, y Harry comenzó a reír.
   —Lo... siento... —reía Harry—. Es que... me veo muy ridículo... —ambos se desinflaron de la risa, sonando como globos pinchados. —Hay que hacer esto más seguido... —comentó Harry divertido, tomando la mano de Snape y dándole una vuelta.
   —¿Qué está haciendo? —preguntó Snape y, aún así, se dejó dar la vuelta mientras reía por lo bajo.
   Algo dentro de su cabeza le estaba recordando que estaba bailando y riendo tontamente con Harry Potter, pero la ignoró heróicamente. Estaba ebrio, y todo es buena idea estándolo.
   —Ande, baile conmigo... —le dijo Harry, dedicándole una sonrisa, y Snape simplemente dejó que él lo lleve.
   Harry le hacía dar vueltas, lo enrollaba en su brazo y luego lo empujaba, haciéndole girar y CASI caer, pues Potter parecía tener tanta fuerza incluso estando ebrio, y lograba sostener firmemente a los dos cada vez que perdían el equilibrio.
   Una chica pasó con una bandeja con tragos, y ambos agarraron dos cada uno. Luego de chocar los cuatro vasos, se los bebieron rápidamente.
   Harry quiso tomar las manos de Severus de nuevo, pero los dos tenían ambas manos ocupadas, por lo que agarró los vasos de Severus y, luego de decirle a éste que ya volvía, se fue a dejar los cuatro vasos a la barra. La sonrisa en el rostro de Harry desapareció rápidamente cuando, al voltear para regresar donde Snape, vio a éste siendo acorralado por su ex.
   —Pessado... —masculló Harry con enojo, comenzando a caminar rápidamente y tambaleándose.
   —No, no... Déjame... Vete...
   Severus se sacudía entre los brazos del francés, quien forcejeaba con él intentando robarle un beso, molesto no solo con el rubio, sino también con sigo mismo por haber bebido tanto y tan rápido hasta el punto de perder el control, pues el alcohol le había pegado de golpe hace unos momentos y sentía que en cualquier momento se caería. Las luces del lugar tampoco se veían estables, y Severus supo que ya había perdido la razón.
   —Oye, tarado, te dijo que te vayas —siseó Harry, arrastrando la lengua, y empujó con fuerza al tal Adrien, rodeando con su brazo la cintura de Severus (quien reía bobamente mientras señalaba al francés) y dándole la vuelta—. La próxima vez que le moleste, lo mato... —maculló Harry molesto, hablándole a Snape por detrás.
   —Tienes mi permiso, Harry... —Severus se movió entre sus brazos, volteando a verlo, sonriendo tontamente con un vaso en una mano.
   Harry volvió a estar feliz y a sonreír como un bobo.
   —¿De dónde sacó otro? —rió Harry.
   Snape levantó las manos, como diciendo que no tenía idea, derramando alcohol en el proceso y haciendo que ambos rieran.
    —Usted está peor que yo... —rió Potter, agarrándole el vaso y bebiendo lo que quedaba.
    Pasó la joven con la bandeja otra vez, y Harry aprovechó para dejarle el vaso. Volvió a agarrar a Severus de las manos y lo hizo girar, haciéndole quedar de espalda, depositando sus manos en la cintura del mayor.
   Snape, quien, al igual que Harry, ya había perdido todo control de sí mismo, ni siquiera se detuvo a pensar en que estaba de espalda a Potter, con las manos de Potter en su cintura, prácticamente pegado a Potter, y se dejó manejar por el joven, quien ya lo había igualado en altura.

Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora