7. Teddy

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Severus estaba sentado en su oficina, con un vaso de brandy en su mano izquierda, y un cigarro en la otra, pensando en las increíbles cosas que le habían pasado en los últimos días. Imágenes de todo lo sucedido se repetían en su cabeza una y otra vez, como la cinta de una película programada para repetirse y acosarlo constantemente. Esto hacía que Severus no pudiese concentrarse en su papeleo pendiente.
    Tomó un trago de su brandy y suspiró, atormentado por una persona que no parecía querer abandonar sus pensamientos. Miró el líquido en su vaso, y de inmediato pensó en una de las imágenes que no dejaban de aparecer en su mente. Volvió a suspirar, perdido en sus recuerdos.
   Él se había embriagado con Harry Potter.

  Él había bailado estando ebrio con Harry Potter.
   Él había tenido sexo estando ebrio con Harry Potter.
   Él había vuelto a embriagarse y tener sexo con Harry Potter.

   Y luego él había besado, esta vez sin estar ebrio, a Harry Potter.
   Lo había besado, y le había encantado.
   Lo había besado, y tan sólo con el primer roce había quedado totalmente maravillado.
   Esa era una canción en continua repetición en la mente de Snape. Cada vez que él recordaba la forma en que Potter había clavado los ojos verdes en sus labios, la forma en que se había pegado a él desesperadamente, la forma en que había enroscado sus dedos en su cuello, entre sus cabellos, Severus sentía una descarga de electricidad que iniciaba en su estómago y descendía con violencia por todo su vientre. Severus apretó el puente de su nariz fuertemente, tratando de hacer desaparecer esos pensamientos y sentimientos de su cabeza.
   "¿Harry estaría aún con su novio?"
   Gruñó con fastidio. "Ya deja de pensar en Har... Potter". Se llevó el cigarro a la boca. No entendía por qué de pronto no podía dejar de pensar en el ojiverde. Hablando de ojiverde.... Qué hermosos ojos verdes...
   El recuerdo de los dos orbes esmeraldas con las pupilas dilatadas, brillando ferozmente, reflejando el deseo y la lujuria, invadió su mente.
   Severus se levantó de golpe de su asiento, y comenzó a dar vueltas por la habitación. "Basta, basta, basta...", se dijo a sí mismo.
   Además, aparte de notar que no podía dejar de pensar en el joven, se dio cuenta de sus celos hacia el pelirrojo, su novio. Le había costado entenderlo, notarlo, y sobre todo admitirlo, pero lo hizo. Admitió tener celos con respecto al novio de Har... Potter. Pero lo que no había encontrado era el sentido de aquellos sentimientos. Él no sentía nada por Potter como para sentir celos de su novio. No podía ser así...
   Pero el sólo imaginar que tal vez en estos momentos el Weasley le estaría haciendo a Harry las cosas que él le hizo la noche anterior, o mejores cosas de las que él... No, mejores no. Charlie no era mejor que él, Harry se lo había dicho...
   Volvió a suspirar.
   Harry le había dicho que era mejor que Charlie en la cama.
   Una sensación cálida se instauró en su pecho, y oleadas de placer se acumularon en su pelvis...
   —¡Basta! —gimió Severus, frotando su cara con sus manos.

{  ♡  }

—¡¿Qué?! —Hermione frunció el ceño.
   Harry le había pedido verla, que necesitaba contarle algo importante, y ambos se encontraron a tomar un café en una cafetería mágica en el Valle de Godric.
   —Lo sé, soy una persona terrible...
   —No, no, no, Harry, que no te haga sentir así ni por un momento. Lo que dijo no fue cierto —lo interrumpió su amiga.
   —Sé que lo que él dijo no es cierto, pero aún así me hace sentir mal. Odio que esté pasando esto, Mione, se supone que nos amamos...
   —Te comprendo, amigo, pero no puedes sólo culparte a ti por lo que está pasándoles —Mione le sonrió de costado—. Escucha, estoy segura de que, si de verdad se aman, lograrán hablarlo y resolverlo. Todo se soluciona hablando, Harry, pero deben tenerse paciencia y tolerancia el uno con el otro, y deben querer de verdad salir adelante para poder lograrlo... —lo consoló. Harry le dedicó una sonrisa, agradeciéndole con el gesto—. ¿Quieres que hablemos de otra cosa? —preguntó.
   —Tú sí que me conoces... —le dijo Harry dulcemente, haciéndola sonreír brillantemente.
   —Hablemos del cumpleaños de Teddy, ¡es mañana! —comentó entusiasmada.
   —¡Lo sé! Qué rápido pasa el tiempo... —suspiró.
   —Ni que lo digas... Entonces, dime, ¿ya tienes todo listo? ¿Necesitas ayuda con algo?
   —Oh, no te preocupes, ya preparé todo... —sonrió Harry.
   Luego, su sonrisa pareció agrandarse aún más, y se acercó un poco más a su amiga, como si fuese a contarle un chisme y no quisiera que el resto de las personas en la cafetería muggle en la que se encontraban escuchasen.
   —Invité a Snape... —le contó, "tanteando el terreno", como quien dice.
   —¿De verdad? —jadeó ella, mirándolo con complicidad—. Oye, ¿qué es lo que está pasando entre ustedes? Ya, en serio, asusta la forma tan amigable en la que se tratan... De hecho, está muy diferente, fue muy agradable hablar con él ayer... —comentó.
   —¿Viste? Yo supongo que, en realidad, él no cambió, sino que nunca nos dimos ni a nosotros ni a él la posibilidad de conocernos, además también está el hecho de que debía mantener un papel de mortífago y de odiarnos frente a todos los hijos de mortífagos que había en Hogwarts... —habló Harry, repitiendo lo que Snape le había dicho.
   —Sí, puede ser... Pero, entonces, ¿no pasó nada entre ustedes...? —repitió ella, mirándolo inquisitivamente.
   —¿Qué quieres decir con eso? —Harry la miró fingiendo que no entendía.
   —No lo sé, es que ayer me pareció extraño que de pronto pasaran de odiarse completamente, a no separarse durante toda la noche, y la forma en la que te miraba también era extraña. Y luego entró a la casa "justo" cuando tú y Charlie estaban hablando a solas... Oh, y tampoco creas que pasé por alto el hecho de que se fue junto contigo, Harry... —explicó Mione, poniendo una expresión que claramente indicaba que "no soy tonta".
   —Él sólo quería ir al baño, Mione, de verdad... Ya te dije qué fue lo que pasó... —masculló, apartando la vista y sonrojándose.
   —¿Ya ves cómo te pones? Ya, dime, ¿no pasó nada entre ustedes? —insistió—. Harry, Harry, Harry, dime, dime, dime... —comenzó a repetir ella, sonriendo divertida.
   —Dormimos juntos —soltó Harry, sintiendo inmediatamente que se sacaba un peso de encima.
   Hermione se llevó una mano a la boca.
   —¡¿Qué?! —exclamó, estupefacta.
   —Dos veces —agregó Harry, cerrando los ojos con temor. Hermione jadeó—. En dos días... —ahora que lo decía en voz alta sonaba aún peor.
   —¡¿QUÉ?! —repitió, sin poder creerlo.
   —Por favor, no se lo digas a Ron... —suplicó Harry.
   —¡Claro que no! Pero, Harry, ¿qué demonios? ¿Por qué? ¿Cómo? —Mione lo miraba divertida, completamente entusiasmada por el nuevo chisme; lo único que lamentaba era que tendría que guardárselo para ella y no podría comentarlo con Minerva, como había acostumbrado a hacer. Harry se encogió de hombros, sonrojándose y sonriendo débilmente, mientras seguía mirando su taza—. Oh no, no lanzarás una bomba como esa y luego me dejarás así, Harry James... —le advirtió.
   —Es que siento que estoy contando algo que seguramente Snape no quiere que los demás sepan... Es su privacidad... —se excusó.
   —¿Su privacidad? ¡Ja! —la chica rió sarcástica—. Ya la invadiste diciendo que durmieron juntos, ¿ahora qué importa su privacidad? ¡Anda, cuéntame Harry! Si quieres no me des detalles, pero cuéntame cómo pasó. Prometo que no diré nada —le suplicó ansiosa.
   —Qué chismosa —se quejó. Hermione revoleó los ojos—. De acuerdo, te lo diré... -suspiró, y Hermione aplaudió como una niña que acaba de convencer a sus padres para que le compren una paleta dulce.
   Harry comenzó a contarle cómo había pasado todo, y para cuando llegó al final de la historia, Hermione estaba que brillaba de la emoción.
   —Dioses... —suspiró sonriente—. Harry, esto es increíble... ¡Tú y Snape!
   —¡SHH! —la calló él, mirando alrededor.
   —¡Lo siento...! —dijo por lo bajo, mirando hacia todos lados para comprobar que nadie les estaba prestando atención. Una vez que se calmó y logró asimilar todo, volvió a hablar—. ¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó.
   —No lo sé... Pero, Herms, ¿no crees que estuve mal? Soy una persona terrible, se supone que estoy con Charlie... —gruñó Harry, masajeándose el entrecejo con frustración.
   —Harry, ¿acaso no viste el estado deplorable de tu relación con Charlie? —preguntó ella, agarrándole la mano—. Además, como si él no lo hubiese hecho también... —masculló amargamente.
   —¿Qué quieres decir? —Harry frunció el ceño.
   Su amiga apartó la mirada, indecisa.
   —Bueno... Ron me contó los otros días algo que le dijo Molly... —Harry la miró atentamente—... Y... Bueno, hace unos días Charlie fue a la madriguera y se quedó una noche. Molly le lavó la ropa, y notó que en el cuello de su camisa había una mancha roja, como de... —Harry frunció el ceño, y sintió su corazón contraerse—... Ya sabes. Y entonces le preguntó a Ron si tú y él ya habían terminado, y Ron me dijo que al decirle que no ella lució decepcionada, y luego le pidió que por favor no le diga lo de la camisa a nadie... —Mione frunció los labios.
   Harry se sintió terrible, traicionado y furioso de que Charlie lo hubiese hecho. Pero pensó que él también había dormido con Severus, por lo que no tenía el derecho de sentirse así. También se sintió triste al pensar en que, muy probablemente, su relación con el pelirrojo terminaría en cualquier momento.
   —Herms, lo siento, pero ya es tarde y debo irme a la casa de Andy para ver a Teddy... —habló él, luego de salir de sus pensamientos, parándose.
   Dejó unas monedas en la mesa. Hermione parpadeó.
   —Oye, amigo, no fue mi intención hacerte sentir mal o incómodo... —se apresuró a decir ella.
   —No, lo sé, simplemente no me siento muy bien... Ya se me pasará. De todas formas, gracias por decírmelo —le sonrió apretando los labios, y se acercó a abrazarla.
   —Siento mucho que les esté pasando esto a ti y a Charlie... —le susurró ella en el oído. Él apretó su agarre alrededor de ella.
   Se separaron, y Harry comenzó a alejarse. Volteó nuevamente cuando ella lo llamó.
   —Avísame si pasa algo más con "el murciélago..." —comentó con complicidad.
   —¿El murciélago...? —Harry la miró sin entender, y Hermione alzó las cejas y sonrió traviesa—. ¡Oh! —Harry entrecerró los ojos y sonrió mordiéndose el labio inferior, negando con la cabeza—. No debí haberte dicho nada... —ambos rieron, y luego Harry se fue.
   Esa noche fue a la casa de la abuela de Teddy, Andrómeda, para poder cantarle el feliz cumpleaños a su ahijado cuando el reloj marcase las doce.

Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora