1. Potter!

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   —¡¿POTTER?!

   —Hola, profesor... -suspiró Harry.
 

Lo primero que había visto Snape al aparecer por las llamas fue a "Harry Arrogante Potter" sentado en la cama de la habitación, (suite presidencial, por cierto), mirando en su dirección.
   —¿Qué demonios hace aquí? —escupió Snape, mirándolo como si tuviera tres cabezas.
   —También me da gusto verlo, señor... —dijo Harry entre dientes.
   Snape hizo un giro de ojos.
   —Responda mi pregunta, Potter —dijo, fulminándolo con la mirada.
   —Verá, usted solicitó otro Auror guardaespaldas, (y que quede claro que yo no quise esto), y me enviaron a mí -mintió Potter, poniéndose de pie y sonriendo con los labios apretados.
   Snape cerró los ojos e inhaló profundamente.
   —¿Q-Qué? —preguntó entre dientes, apretando los puños.
   —D-Descuide, es temporal, solo hasta que consigan a otro... —se apresuró a decir Harry, tartamudeando. Snape gruñó.
   Se quedaron en un silencio demasiado incómodo para Harry, y más porque Snape no dejaba de mirarlo con enojo y fastidio. Harry se preguntaba si estaría debatiendo entre matarlo o molerlo a crucios, para luego devolverlo al Ministerio en una caja de fósforos. Tragó duro.
   Entonces Snape caminó hacia él, y Harry, contra toda su fuerza de voluntad, reunió todo el esfuerzo que pudo para quedarse parado allí, sin inmutarse. Pero entonces Snape lo pasó de largo, deteniéndose frente a la cama, quedando parado al lado de Harry.
   —¿Dónde dormirá usted? —preguntó Snape, más calmadamente, depositando su maletín en la cama con brusquedad. Harry suspiró, soltando el aire que no sabía que estaba conteniendo. —¿En la bañera? —se burló.
   —No sabía que era tan bueno bromeando... —comentó Harry entre dientes.
   Snape lo fulminó con la mirada.
   —¿Ve esa puerta? —Potter señaló a desgano una puerta que había en el lado derecho de la pared en la que se hallaba la cama. Snape le dedicó una rápida mirada a la puerta, luego volvió a mirarlo, cruzándose de brazos—. Lleva a una habitación continua a esta.
   Snape siguió observándolo, recorriendo con la mirada el cuerpo del Auror. Harry se removió inquieto en su lugar. El ojinegro volvió a mirarlo a los ojos.
   —¿Por cuánto tiempo? —habló al fin.
   —¿Disculpe? —preguntó Harry, algo distraído por la forma en la que había sido analizado por su antiguo profesor.
   Snape suspiró mientras revoleaba los ojos.
   —Oh, cierto... ¿Cómo pude haber olvidado que su capacidad de comprensión era tan escasa...? -comentó Snape, sarcástico. Harry lo miró enojado, frunciendo el ceño—. Dijo que sería temporal, Potter, ¿por cuánto tiempo será usted? -explicó, volteándose con el cuerpo en dirección a él, hablándole como si fuera un tonto.
   —Ya le dije, Snape —siseó el nombre—, que sería hasta que consigan a otro.
   —Eso ya lo entendí, Potter, lo que estoy preguntando es: ¿cuánto les tomaría, aproximadamente, conseguir a otro? -seguía hablándole como si fuera estúpido, diciendo clara y lentamente cada palabra.
   —No lo sé, señor —Harry le habló de la misma forma, haciendo que el otro entrecerrase los ojos—. Y ya deje de hablarme como si fuera Crabbe o Goyle...
   Snape sonrió burlonamente.
   —Bueno, tal vez se parezca a ellos más de lo que cree... —dijo en un tono mordaz.
   —No olvide, profesor, que mi trabajo es protegerlo de otros, pero no de mí... —bromeó Harry. Si quería lograr una convivencia con el hombre, debía intentar, por lo menos, ser algo parecido a amigos, aunque no le gustase la idea.
   —¿Usted lastimarme a mi? —el mayor se mofó, divertido—. Yo creo que, de los dos, el que debería tener miedo de que el otro lo lastime es usted, señor Potter. Si usted se enfrentase en un duelo conmigo, no sería yo quien pierda —agregó, en un tono de superioridad.
   —Y después soy yo el arrogante... —murmuró Harry por lo bajo mientras se acercaba a la puerta que llevaba a sus habitaciones.
   —¿Disculpe? —siseó Snape, en un tono peligrosamente bajo.
   Harry se apresuró a llegar hasta la puerta, mientras veía de reojo cómo el otro se le acercaba rápidamente, sacando la varita del interior de su manga.
   —Tú, miserable intento de mago, ¿cómo te atreves a...? —pero Potter le interrumpió cerrando la puerta—. ¡Y después soy yo el cobarde! —le gritó Snape desde el otro lado.
   Harry volvió a abrir rápidamente la puerta, su expresión encolerizada.
   —Oh, pero claro... El Joven Que Vivió y Venció, es un cobarde exclamó Harry.
   —¿No ve? Ahí lo tiene. Siempre exponiendo lo grandioso e importante que es... ¡Sólo es un insufrible, caprichoso, impertinente y consentido mocoso arrogante! —siseó Snape.
   —¡No es cierto! Yo sólo estoy diciendo que no puede llamarme a mí cobarde luego de que haya arriesgado mi estúpida vida para salvar a todos de un estúpido psicópata, por tan sólo una estúpida profecía dicha por una estúpida mujer que necesita dejar las hierbas, y creída por todas las estúpidas personas que la escucharon... ¡Lo lamento si me molesta que por esa estúpida profecía haya muerto gente que no lo merecía! ¡Gente inocente, buenas personas! ¡Como Sirius, o Remus, o Tonks, o...! —Harry se detuvo abruptamente. Un suspiro entrecortado se deslizó fuera de sus labios—. Mis padres... —profirió, con la voz entrecortada, y en ese momento se dio cuenta de que estaba a punto de llorar, por lo que bajó la vista rápidamente.
   —Potter...
   —Avíseme cuando vaya a cenar, profesor Snape —Y, dicho esto, se fue a su habitación.
   —...necesita ir a terapia... —terminó entre dientes Snape. Suspiró pesadamente y se sentó en la cama.
   ¿Qué le pasaba al niño, que de repente estaba gritándole esas cosas? Ni que Severus fuese su jodido psicólogo, para que ande desquitándose con él, contándole sus traumas. Al parecer el joven aún no lograba recuperarse de lo que había vivido. El chico casi se había puesto a llorar delante de él. Severus suspiró y, una vez que pudo calmar su indignación y ordenar sus pensamientos, pensó que, en realidad, era comprensible que el niño aún no superase todo aquello.
   Severus se sacudió menatlmente. De todas formas, ¿por qué rayos le enviaron a Potter? Por lo que tenía entendido, Kingsley Shacklebolt era actualmente el Jefe de Aurores, y él sabía muy bien que Potter y él eran como perro y gato conviviendo. Conectaban tanto como agua y aceite.
   Pensando en sus años como profesor del joven, se dio cuenta de lo mucho que había crecido y cambiado su pequeño y travieso alumno. Recordó el momento, minutos antes, en que lo tuvo al lado y lo observó. Debía admitir que el joven Gryffindor se veía jodidamente bien en uniforme de Auror... "Pero mírate", pensó, con una sonrisa divertida, "tú, Severus Snape, pensando que Harry James Potter es atractivo", se dijo con ironía. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos. Mañana temprano tendría la reunión con el señor Roghart, y si quería dormir un poco -ya que no creía que se dormiría temprano con todo lo que tenía en mente respecto a la nueva incrementación en su vida- tendría que ir a cenar ahora.
   Se dirigió al baño y se miró en el espejo. Se quedó pensando en lo que dijo Potter mientras miraba a los ojos al Snape del espejo. Debía admitir que el chico tenía razón en algo, muchas buenas e inocentes personas habían muerto por culpa de una "estúpida profecía". Y sí, muchas "personas estúpidas" habían creído la "estúpida profecía". Pero él no era el único que había arriesgado su vida...
   Snape ni siquiera sabía por qué se molestaba en pensar en lo que había dicho el mocoso, y además en compadecerse de él. "Después de todo", pensó, "sigue siendo igual que el chucho de Black, siempre quejándose de lo injustas que son sus vidas... ". Se lavó la cara y las manos, se puso su perfume, de Chanel, por cierto, y tomó aire para prepararse para lo que venga luego de tocar la puerta de Potter.
   Se acercó lentamente a la puerta. "¿Y si mejor bajo a cenar sin seguridad?". Lo pensó. "No, tal vez se enoja más porque no le avisé, y no estoy de humor para discutir con críos... ". Así que descartó la idea. Luego pensó que era un idiota por temer tocar la puerta del muchacho y, enojado con sigo mismo y sin pensarlo más, tocó la puerta firmemente.
   Esperó.
   Volvió a golpear.
   Y esperó otra vez.
   Y esperó más, pero Potter no daba señales de vida, y él no era un hombre con paciencia.
   —Potter, me parece una completa falta de respeto que ni siquiera tenga la decencia de responder... —dijo, ya cansado.
   Volvió a tocar y, enojado por ser ignorado de nuevo, abrió la puerta.
   —¿Cómo se...?
   Pero no pudo despotricar contra Potter, porque Potter no estaba en la habitación, la cual estaba en penumbras. Escuchó el ruido del agua caer, proveniente de lo que sin duda era el baño, el cual tenía la puerta algo entreabierta. Se acercó y vio la el costado de la espalda del Gryffindor, que al parecer estaba sentado en la bañera, que se estaba llenando con agua. Rápidamente apartó la vista, pero enseguida volteó a ver de nuevo. Y repitió esa acción dos veces más, pero en la tercera ya no pudo, porque Potter se recostó en la bañera, dejando su rostro a la vista. Había recostado su cabeza en el borde y miraba el techo. Su mirada era triste, y se notaba que había estado llorando. Snape nunca lo había visto sin gafas y tan calmado y... Bello. Severus se sorprendió pensando en eso por tercera vez en el día. Pero decidió aceptar que Harry Potter era un hombre que le parecía lindo. Ahora, la pregunta era: ¿Por qué nunca antes lo había notado?
   Tal vez era porque Potter no estaba consciente de que lo observaba, y no lo estaba viendo con esa cara de odio y enojo hacia él. Y allí se veía tan triste... Ahora Snape podía prestarle más atención a su imagen. Harry, a ojos de Severus, se veía frágil y apagado allí, recostado miserablemente en la bañera. Frunció el ceño, pensando en que nunca creyó que Potter podría estar triste en algún momento. Sintió un poco de decepción de sí mismo, ya que era obvio que Potter podría sentirse de esa forma, después de todo lo que había pasado.
   Comenzó a recordar cómo se comportaba Potter cuando no sabía que él lo estaba observando. Siempre que Severus lo veía estaba con esos dos amigos suyos, la insoportable sabelotodo de Granger y el pobre incompetente de Weasley. Potter, siempre que no parecía que con sus amigos se estaban entrometiendo en asuntos que no les incumbían, se veía feliz. Además, ahora que pensaba en cómo se comportaba Potter, sin estar pensando constantemente en lo arrogante o parecido a James que era, y por lo que había escuchado, parecía ser alguien amable, que siempre se preocupaba por los demás, solidario.
   También recordó la cara de decepción del muchacho cuando vio los recuerdos de Snape, de los abusos de su padre y padrino hacia él. Y la expresión de preocupación que había tenido cuando lo vio aquella vez apunto de morir en la Casa de los Gritos, cuando debería haberse burlado y acabado con él de una vez. Esa misma expresión, pero mucho más intensa y notable, que Potter mostraba cuando iba corriendo al lado de la camilla en la que él se encontraba, siendo arrastrado por medimagos y por el mismo Harry, luego de ver sus recuerdos en el pensadero.
   Severus frunció el ceño al darse cuenta de que, por primera vez desde que conoció al joven, no estaba pensando en lo arrogante que era -o, más bien, que pensaba que era- y lo parecido que él creía que era a James Potter y a Sirius Black.
   Por primera vez, no estaba pensando en que el Gryffindor era la copia de James Potter, sino que estaba pensando en Harry como la persona que era. Como Harry.
   Justo en ese momento, el dueño de los pensamientos de Severus abrió los ojos. Y ahí estaba esa mirada, esos ojos que le recordaban tanto a Lily... Siempre había sido así. Era como si el cruel destino los hubiese puesto allí como un castigo para Severus por sus malas decisiones. Un fantasma, un tormento que lo acosaba cada vez que se cruzaba con los ojos negros de Severus. Y, por eso, esos hermosos orbes verdes habían sido otra razón para molestar al chiquillo, para odiarlo. De esa forma, esos ojos siempre lo mirarían con odio de regreso, y entonces Severus podría diferenciarlos de los de su amada amiga Lily, no caer en el pasado, y saber que no era ella. Por mucho que le doliera ver esos ojos mirándolo con odio, era con una expresión similar que lo habían observado a él por última vez, cuando había discutido y hablado por última vez con Lily. De esa forma, también podría seguir castigándose a sí mismo. Pues se merecía ese odio por parte de esos ojos verdes, y sería egoísta e injusto de su parte pretender recibir otra cosa después de lo que le había hecho a Lily.
   Sin embargo, no fue así esta vez. Sí, el verde le recordó a su amor de la adolescencia por unos momentos. Siempre que los había visto, Severus no podía ver otra cosa que no fuera los ojos de Lily. Pero esta vez, por primera vez, solo vio los ojos de Harry, la mirada de Harry.
   Tenía una mirada melancólica. Miraba el techo, y a la vez no lo hacía. Entonces pareció que Harry recordó algo feliz, o divertido, ya que se mordió el labio inferior, sonriendo nostálgicamente. Luego rió por lo bajo, una risa, a oídos de Severus, completamente adorable. Snape se encontró sonriendo, imitando los gestos que hacía Potter, y de pronto se recuperó, poniéndose serio. Se aproximó un poco más a la puerta, con sumo cuidado de moverse lentamente y sin hacer ruido.
   Potter cerró la canilla una vez que le pareció que la bañera estaba suficientemente llena, apagó la música con un movimiento de muñeca y se enderezó, sentándose y apoyando la cabeza en la pared. Estiró los pies y cerró los ojos. Aún mantenía esa sonrisa nostálgica.
   Snape decidió dejar de mirar esos labios cuando se descubrió imitando ese gesto de nuevo, y pasó a observar el torso de Harry. El ojiverde estaba muy en forma, debía admitir. Ya no era ese delgado chico, que parecía que no lo alimentaban bien. Severus no podía apartar la mirada de ese musculoso torso, y de pronto sintió que se le hacía agua la boca. Tragó duro. Se obligó a apartar la mirada, y la regresó al rostro de Harry. Harry ahora tenía los labios algo entreabiertos, y parecía muy concentrado en algo, aún con los ojos cerrados.
   De pronto, Potter frunció el ceño y repentinamente su sonrisa desapareció de su rostro. Abrió los ojos y bajó la cabeza, observando el agua. Su expresión ahora era triste nuevamente. Severus notó que se le humedecían los ojos y, un momento después, una lágrima avanzaba por la mejilla de Harry e iba a parar al agua. El ruido que hizo la lágrima al caer en el agua, hizo eco en el silencioso baño, seguido de otro igual al caer otra lágrima.
   A Severus, sin saber por qué, se le apretujó el corazón, y sintió la necesidad de entrar, abrazarlo y consolarlo. De preguntarle qué le pasaba, por qué lloraba. ¿Acaso estaba llorando por culpa suya? ¿Por algo lo que le había dicho? ¿Lo había afectado tanto el que le llamara cobarde? Pensaba Severus, frunciendo el ceño.
   Y de pronto pensó "Pero, ¿qué demonios estoy haciendo aquí, observando a Potter, y sintiendo pena por él?". Apretó los labios, enojado con sigo mismo, y con Potter, por simple costumbre.
   Él había cambiado mucho desde la derrota de Voldemort, pues ya no se veía obligado a comportarse como un cretino con todos. Ya no debía aparentar ser una mala persona. Ese papel que había interpretado durante más de la mitad de su vida, le había obligado a tener que reprimir sus emociones para no verse bajo distracciones que pudiesen intervenir con su autocontrol, que pudieran perjudicarlo en su rol en la guerra. Incluso había ocultado esas emociones y pensamientos hasta consigo mismo, por mucho tiempo, a través de la disciplina que había impuesto a su mente empleando la Occlumancia. Pero ya no tenía que hacerlo, y ya no lo hacía.
   Sin embargo, no podía de pronto comportarse de otra manera frente a Potter, eso se vería extraño y, además, no quería tratarlo diferente a como siempre lo había hecho. Pues, a pesar de haber cambiado, parte de esa personalidad que Severus había creado e interpretado tan bien durante tanto tiempo, se había vuelto parte de él.
   Decidió que ya tenía suficiente de sí mismo, y de Potter, y que mejor iría a cenar sólo, o encargaría la cena para que la lleven a su cuarto. Miró de vuelta a Potter, para asegurarse de que no lo estuviese viendo, pero la bañera estaba vacía. Su corazón se saltó un latido al no verlo allí. Pero entonces escuchó que se caía algo, lo cual supuso sería un desodorante, o algo por el estilo, y respiró profundo.
   Comenzó a caminar marcha atrás, sin dejar de mirar la puerta del baño, para irse antes de que Potter saliera y lo viera allí espiándolo. Bufó ante ese último pensamiento "¿En qué estaba pensando?". Justo cuando pasaba junto a la cama, vio los dedos de Potter cerrándose entorno al borde de la puerta, y rápidamente se sentó en la cama, cruzándose de brazos y piernas, justo en el momento en el que se abría la puerta y Potter salía con una toalla en la cintura, secándose con otra toalla el cabello.
   —¡Por Circe! —gritó Potter al encender la luz y verlo allí sentado, pegando un pequeño salto en el lugar—. ¡Snape! ¿Qué demonios hace? —exclamó.
   Severus, con su corazón latiendo a mil por hora, tragó duro al ver el comienzo de la "V" que se iba escondiendo bajo la toalla, y a Potter despeinado con el cabello húmedo. Demonios, se veía bien.
   —Llevo llamando a la puerta durante casi diez minutos —respondió, hablando lo más calmadamente que podía, pero la voz le salió algo ronca, y le rezó a todos los dioses porque el pequeño retraso que mostraba Potter de vez en cuando, estuviese presente en ese momento para salvarlo.
   —Ah, claro, ¿y por eso decidió invadir mi privacidad, y entrar? —preguntó irónico, indignado.
   —Me dijo que le avisara cuando baje a cenar —respondió simplemente.
   —No es excusa —masculló Potter, molesto.
   —Creía que me estaba ignorando —se excusó, parándose con toda la gracia de un Slytherin.
   —¿Y no se le ocurrió pensar que tal vez me estaba tomando un baño? —preguntó entredientes.
   —Si contase con algo de brillantez, hubiese cerrado con llave, señor Potter, dado que tanto le molesta que haya entrado... —gruñó, ya con molestia en la voz.
   —Pues, si usted fuese inteligente, se daría cuenta de que es lo mismo cerrarla con llave o no, ya que de todas formas podría abrirlo con un simple Alohomora bufó Harry.
   —Por amor a Merlín, Potter, ¿por qué tanto escándalo? Quiero decir, los dos somos hombres... —dijo, y no pudo evitar recorrer con la mirada ese torso y ese vello que se asomaba por la toalla del cuerpo de Potter.
   Severus se relamió los labios. Harry pareció notar el escrutinio, y de pronto recordó que estaba casi desnudo, si no fuera por la toalla. El rostro de Potter se tiñó de un adorable rojo hasta las orejas. Rápida y torpemente, se dedicó a agarrar la camisa que estaba tendida en la cama, pasando por al lado de Severus. Snape carraspeó la garganta y se enderezó "¿Tan obvio soy?". Harry se abrochó rápidamente los botones del medio, dejando a la vista algo de su pecho.
   —Sí, los dos somos hombres, pero creo que usted también se molestaría si sale del baño desnudo con tan solo una toalla puesta en su cintura y yo estuviese presente allí. Y también creo que no querría que yo me quedase allí mientras se cambia, así que dígame en cuánto bajará a cenar, y váyase —habló Harry, mirándolo a los ojos. Severus le lanzó una mirada asesina, y Harry carraspeó la garganta avergonzado—. Por favor... Señor...
   Snape se le acercó un paso, quedando a muy poca distancia del cuerpo de Harry, dándose cuenta de que ya no era mucho más alto que Potter. Sin embargo, alzó el mentón y lo miró como si así fuera.
   —Cinco minutos —dijo.
   —Muy bien, dentro de cinco minutos lo veré en la puerta de su habitación —acordó Harry, haciendo esfuerzo por no inmutarse ante la inusual cercanía de Snape.
   —No llegue tarde —le advirtió el mayor, para luego recorrer con la mirada y sin un gramo de discreción lo que quedaba descubierto del torso de Potter.
   Volvió a mirarlo a los ojos fijamente, giró sobre sus pies, haciendo que su pelo se sacudiera (lo cual a Harry le parecía dramático, pero en el fondo, y aunque no quisiera admitirlo, le parecía muy genial, ya que no sabía cómo hacía el hombre para verse tan genial), y se fue. Al darle la espalda al Gryffindor, Severus pudo sonreír: Potter se había sonrojado bajo su mirada.

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Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora