14. Aprietos

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'Cause you weren't mine to lose —"August",
por Taylor Swift.

{  ♡  }

Severus podía sentir la suave y relajante respiración del joven cerca de su cuello. Eso era ciertamente un punto por el cual el hombre no podía conciliar el sueño, pues la sensación, la cálida caricia del aliento de Potter, le hacía sentir una extraña e inexplicable agitación en su panza. Pero también había otros motivos, motivos más preocupantes, de los que Severus se fue percatado en la oscuridad a medida que las horas pasaban. Pues lo cierto es que no podía dejar de pensar. Mejor dicho, de pensarlo. No lograba sacarse de la cabeza a Harry, incluso cuando lo tenía allí, completamente para él, entre sus brazos.
   El joven era una película en constante repetición en su mente: Harry sonriendo ampliamente, Harry pensativo, Harry serio, Harry con amigos, Harry sonrojado, Harry excitado, Harry con Charlie, Harry sin Charlie, Harry tímido, Harry coqueto; los ojos de Harry, mirándolo con deseo, mirándolo con dulzura, mirándolo con vergüenza; o lo más hermoso, una combinación sin igual: los ojos de Harry bajando la mirada tímidamente, acompañados de una adorable y suave sonrisa, con sus mejillas sonrojadas, una reacción provocada por Severus...
    Era ciertamente abrumador. Y por mucho que Severus intentara ignorar, rechazar aquellos pensamientos, aquellos sentimientos, gritaban demasiado fuerte como para hacer oídos sordos. Su corazón palpitaba demasiado fuerte como para no escucharlo.
   Severus exhaló lentamente mientras se apoyaba en un codo, con la cabeza descansando sobre su mano, para así poder observar en silencio el rostro de Harry. Ese hermoso rostro, delineado por las sombras de la oscuridad, a penas iluminado por la débil luz que se filtraba por la ventana a través de las cortinas. Ese maldito rostro, el causante de su incapacidad para conciliar el sueño.
   Así que Severus, ante lo evidentes que eran sus sentimientos, ante la perseverancia de sus pensamientos, ante el ímpetu de su corazón y el entusiasmo de su estómago, no tuvo más remedio que aceptarlo, que reconocerlo para consigo mismo. Porque él podía oírlo en el silencio. Podía incluso verlo con las luces apagadas: estaba enamorado.
   Ante la mención interna de aquella declaración, Severus se mordió el labio inferior, sin poder apartar los ojos de Harry, sin poder ignorar el placer que le provocaba sentir su calidez, lo feliz que le hacía el sentirlo junto a él. Joder, claro que estaba enamorado.
   Entonces Severus se llevó una sorpresa cuando Harry se despertó, y los ojos verdes atraparon los  suyos observándolo. Harry frunció el ceño mientras lo miraba, dándose cuenta de que Severus tenía una extraña mirada en su rostro.
   —¿Qué ocurre, Sev? —le preguntó suavemente el Gryffindor, acariciando con sus dedos el rostro de Severus.
   Se hizo una pausa, pues el mayor tardó en responder, en parte a causa de lo que esa caricia provocaba él, en parte preparándose para admitir su declaración. Entonces, Severus dijo:
   —¿Sabes una cosa? —observó dulcemente los ojos verdes antes de continuar—. Te has vuelto mi mejor amigo.
   Y Harry, al sentirse exactamente igual, sabía lo que eso significaba. Él, Severus, estaba enamorado. La suave sonrisa que había estado hasta entonces en los labios del joven se hizo aún más grande, y se volvió a acurrucar contra el profesor.
   Así fue como los recibió la mañana al despertar, abrazados, o mejor dicho, enredados, pues tenían las piernas cruzadas entre sí. Harry se removió un poco, como un felino que se restriega contra su amo, y Severus ajustó su abrazo.
   —Buenos días... —balbuceó Harry, levantando el rostro para mirar a Severus con los ojos entrecerrados a causa de la luz, como reclamando mudamente un beso.
   El mayor miró hacia abajo y lo consintió con un tierno beso, a lo que Harry sonrió bobamente cuando Severus se alejó pronunciando suavemente un "buenos días..." como respuesta.
   —Estamos en aprietos —bromeó el ojiverde, al sentir todas y cada una de sus extremidades enredadas con las de Severus.
   —Más de lo que crees —respondió el mayor, alzando una ceja, llevando la expresión más allá.
   —Shh —lo regañó Harry, frunciendo el ceño, y enterró su rostro en el cuello de Severus, entre los cabellos negros, repartiendo suaves besos—. Tú gózalo... —comentó en un susurro, sin dejar de regalarle esas atenciones.
   Severus sonrió suavemente, cerrando sus ojos e inclinando inconscientemente su cuello para concederle más espacio al joven. Harry arrastró su boca hacia arriba por el cuello de Sev, besuqueando su mandíbula, sus mejillas, hasta llegar a sus labios, donde plantó un tierno beso, haciendo que el pocionista abriera sus ojos y lo mirara con calidez. Harry le sonrió adorablemente, y con una mano le acomodó al ojinegro el cabello detrás de la oreja, regalándole más caricias para el completo placer de Sev, quien siempre parecía recibir cada una como si fuese la primera y la última de todas, como si su vida misma dependiera de aquellos roces.
   —¿Qué te gustaría desayunar? —le preguntó en un tono de voz bajo, sin intención de romper con la atmósfera armoniosa de la situación, y sin detener sus caricias.
   Severus, que había vuelto a cerrar sus ojos ante el toque del ojiverde, los abrió y miró a Harry, dedicándole una mirada calculadora. Harry se vio desconcertado ante ésto.
   —¿Qué tienes? —preguntó Harry, con una sonrisa de costado.
   Severus se encogió de hombros y apartó la mirada. El ojiverde frunció el ceño, aún más desconcertado, y lo miró a la espera de una respuesta. Severus pareció analizar la pared detrás de Harry, y éste vio cómo se mordisqueaba nerviosamente un costado del interior de su mejilla. Luego el hombre volteó a verlo de nuevo, abriendo la boca para hablar, pero rápidamente pareció arrepentirse y se volteó otra vez hacia otro lado, mordiéndose ahora un cosrado del labio inferior. Harry sonrió divertido.
   —¿Qué? —repitió Harry, sonando entretenido, y se acomodó, descansando su cabeza sobre su mano, su codo flexionado y apoyado en la almohada, haciendo de soporte.
   —Yo... —los ojos de Severus se movian por todos lados, buscando nada en particular. Luego de un tiempo, al fin volteó a ver los ojos verdes. —¿Qué estamos haciendo? —preguntó de repente, tomando por sorpresa a Harry. Ahora los ojos negros lo miraban fijamente, justo cuando Harry deseaba que fuera al revés.
   Entonces fue el turno de Potter de mirar hacia otro lado, buscando en la superficie de la puerta una respuesta.
   «Que, ¿qué estaban haciendo? ¿Y eso a qué venía? Por cierto... ¡¿Qué estaban haciendo?!»
   Ni siquiera Harry lo había pensado bien. No eran novios, pero hacían cosas de novios. No estaban saliendo, porque lo que hacían era puramente en el anonimato. Podrían ser amantes, puesto que mantenían una relación sexual y afectiva, pero nunca lo habían dicho. Además, jamás se habían dicho que se amaran, pero se dedicaban muestras de afecto y de pasión. Él simplemente pensaba en sus encuentros como en una...
   —Bueno, en términos generales, creo yo que estamos teniendo una... aventura... —respondió tímidamente.
   Severus hizo un movimiento brusco con la cabeza, como quien intenta espantar una mosca molesta que vuela alrededor de su cabeza, y compuso una mueca de desagrado; su cuerpo se tensó por completo contra el de Harry, validando así la suposición de éste acerca de que al mayor no le agradaba en lo más mínimo el término.
   —Eso ya lo sé, Harry —dijo Severus—. Tengo muy claro que soy... tu amante —las mejillas del ojinegro se colorearon, y Harry no pudo evitar imitarlo—... Quiero decir, ambos somos...
   Severus hizo una pausa, se veía muy inquieto, y se terminó por separar de Harry, incorporándose en la cama. Extendió su mano y un paquete de cigarros junto a un encendedor volaron desde el bolsillo de su abrigo hasta él. Harry arrugó ligeramente la nariz ante eso. Cuando el profesor hubo prendido un cigarrillo y dado una pitada, volvió a hablar.
   —A lo que me refiero es... —miró a Harry a los ojos seriamente—... ¿Qué pretendes? —cuestionó, y no fue capaz de esconder el... anhelo en su voz.
   —¿Qué pretendo? —repitió Harry, y frunció el ceño, desconcertado.
   —Sí —asintió Severus, mirándolo expectante—, ¿a dónde pretendes llegar con esto?
   —A ningu...
   Severus le dio la espalda bruscamente. El ojiverde se interrumpió y suspiró frustrado, incorporándose, pasándose una mano por la cara.
   —¿A qué te refieres, Severus? ¿Cómo que a dónde pretendo llegar con esto? —preguntó con preocupación.
   Severus revoleó los ojos, negando con la cabeza, fumando de su cigarro. Se sentó al borde de la cama, alejándose de "su amante". ¡Qué término glorioso, y al mismo tiempo tan odioso!
   —Severus —suplicó Harry.
   —¿De verdad debo explicártelo, Potter? —siseó Severus.
   —Por favor, no hagas eso... —suspiró Harry.
   —¿Hacer qué? —exclamó Severus, volteando a mirarlo.
   Harry frunció el ceño ante la mirada feroz que le lanzó Severus, y le sostuvo la mirada. Cuando Harry no dijo nada, Severus chasqueó la lengua y comenzó a cambiarse, poniéndose los pantalones a paso apresurado, arrojando su cigarro al suelo contra una baldosa.
   —Severus... —suspiró Harry, pero el mayor se levantó, recogió su camisa del suelo y agarró su varita.
   —¡Sev! —gimoteó Harry, al mismo tiempo que Severus se desaparecía.
   Potter suspiró, soltando un gruñido, levantándose para ir en busca del pocionista, poniéndose una remera de talle grande y sus pantalones rápidamente. Él también se apareció, y corrió hacia la entrada de la casa de Severus. Golpeó apresuradamente cuando se dio cuenta de que no había llevado su juego de llaves, y al cabo de unos segundos, Marie Anne le abrió la puerta con una expresión de preocupación.
   —¿Qué pasó? ¿Discutieron? ¿Qué le dijiste? —preguntó arrebatadamente la mujer, mientras Harry pasaba junto a ella.
   —Lo siento, Marie —masculló él, corriendo escaleras arriba.
    Lo encontró en su habitación, sirviéndose vino en una copa de cristal en su escritorio.
   —Severus...
   —No quiero causarte ningún inconveniente, Potter —habló amargamente Severus, dejando nuevamente la botella en el escritorio—. Así que vete a casa, no vaya a ser que el idiota de tu novio sospeche de toda esta mierda, y ya me has dejado claro que si eso llegara a pasar sería para tí el fin del mundo...
   —No seas ridículo... —le dijo suavemente Harry, abrazándolo por detrás.
   —¿Qué dijiste? —siseó Severus, intentando alejarse, pero Harry se lo impidió—. Suéltame, vete a chuparle el...
   —Sev... —lo interrumpió Harry, y Severus se mordió el labio inferior.
   —No me digas así —le advirtió cortantemente—. No lo hagas. No te atrevas a manipularme de esa forma cruel...
   —Por favor —bufó indignado Harry—. Yo jamás... Tú lo sabes.
   —No —refutó fríamente el mayor—. ¿Sabes qué? Está bien —dijo entonces Severus, asintiendo repetidas veces, y tomó un gran trago de su copa—, después de todo, sólo era sexo...
   Y Harry sintió como si le hubieran clavado una estaca en el corazón. Dolió, dolió muchísimo. Miró herido a Severus, y sintió un nudo acumularse en su garganta. Se apartó lentamente del hombre y volteó en silencio. Caminó hacia la puerta lentamente. "¿Sólo sexo?" . Todas las caricias, todos los besos tiernos, las dulces sonrisas, el brillo en sus ojos, los sonrojos, la forma en que sus corazones latían... ¿Todo eso fue sólo sexo?
   —No —Harry se volteó nuevamente justo antes de llegar a la puerta. Snape lo miró frunciendo el ceño—. No, no fue sólo eso para mí... —Harry se acercó a Severus—. Y no me creo una mierda eso de que no significó nada más que sexo para ti, Severus.
   Estiró sus manos para tomar el rostro de Severus, pero éste se alejó rápidamente.
   —Entonces, ¿por qué volviste con él? —preguntó Severus, en un susurro rencoroso, sin mirarlo a la cara.
   Harry no respondió. Severus resopló amargamente y caminó hacia la puerta del cuarto.
   —Molly me suplicó hacer esto, y Charlie le había dicho a ella que lo intentaría de nuevo conmigo, Severus, por favor, entiende, no supe qué decirle... —le dijo Harry apresuradamente, haciendo que Severus se detenga. El ojinegro lo miró con enfado. Él lo sabía, había escuchado la promesa.
   —Esa no es una excusa, Potter... —siseó.
   —Lo sé, lo sé... —Harry miró por toda la habitación, como si fuese a encontrar las palabras adecuadas por allí.— Lo lamento, no tengo excusa, simplemente no pude negarme al pedido de Molly... Ella me miró con tanta súplica, y su expresión era tan feliz cuando le respondí que sí, que lo intentaría. No pude decepcionarla... Probablemente se lo contó al resto de los Weasley. Todos me verían como el destructor de la familia... ¿Qué se supone que les diría para explicar mi rechazo cuando se enteraran de que yo le había dicho que no a él...? —Harry lo miró expectante, pidiéndole disculpas con la mirada, silenciosamente.

Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora