8. Poción

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—Harry, creo que será mejor que me pases a Teddy... —le dijo Hermione suavemente.
   Harry se lo pasó y siguió bailando -más bien tambaleándose- como un idiota. Hermione suspiró y volvió a donde estaba Severus.
   —Menos mal que Andy no está aquí... Si viese el estado en el que está Harry cargando a su nieto, nunca más le permitiría verlo... —comentó.
   McGonagall, los señores Weasley y Andrómeda ya se habían ido, por lo que sólo quedaban los jóvenes en la fiesta, bailando ebrios, pues habían aprovechado la ausencia de los adultos para hacerlo libremente. Los únicos que quedaban sobrios eran Hermione y Severus. Éste negó con la cabeza en desaprobación, mientras miraba las estupideces que todos hacían.
   —¿Siempre bebe mucho y de forma tan imprudente? —le preguntó él, refiriéndose a Harry.
   —No... Yo supongo que hoy no pudo controlarse mucho debido a lo que pasó con Charlie... —respondió la Gryffindor—. En realidad, bueno, supongo que ya habrás notado que recientemente ha adquirido el hábito de embriagarse por las noches... —Severus se sonrojó—. Pero él no era así... Jamás había tomado más de un vaso, pero desde que se distanció de Charlie bebe todo el tiempo, y ya le he dicho que no es bueno... —Herms suspiró y miró con tristeza a su amigo—. Lo mismo hacía, pero con la comida, luego de... —Mione se detuvo de golpe—. Ay, Dios, lo siento, no sé por qué estoy hablando tanto sobre cosas que son de Harry y nadie más... Por favor no le mencione nada a Harry sobre lo que le dije... —Herms se sonrojó y volteó a ver a Harry de nuevo.

  Severus frunció el ceño preocupado mientras también volteaba a ver al ojiverde.
   —¡Mimir! —exclamó Teddy en los brazos de Herms.
   —Oh, ¿quieres ir a dormir, Teddy? —preguntó tiernamente ella.
   —Sí... —bostezó el niño.
   —Ya vuelvo... Por favor, vigílalos por mí... —le pidió al hombre.
   Snape asintió, y ella se fue. El pocionista se sentó en una silla y se dispuso a mirar a Harry, lanzando muy de vez en cuando una ojeada al resto. Necesitaba un cigarro, pero no podía ponerse a fumar allí, y menos irse y dejar a todos ellos a merced de los Dioses. Suspiró y tomó un pequeño sorbo de su segunda copa de vino.
   Tuvo que pararse cuando vio que Harry comenzaba a prepararse otro trago en un vaso, pues, si seguía así, llegaría al límite.
   —Potter, ¿no cree que ya bebió demasiado? —le preguntó, recostando su costado contra la mesada, cruzándose de brazos.
   —¡Señor! ¿Por qué no viene a bailar con nosotros? —exclamó alegremente Harry.
   —Estoy bien así, gracias... —respondió Severus.
   —Como usted prefiera... —suspiró el ojiverde, llevándose el vaso a los labios.
   —Oh, no, dame eso... —Severus se lo arrebató antes de que pudiera beber un sorbo.
   —¡Oiga! —se quejó Harry.
   —Ya bebiste demasiado, ¿por qué no te tomas un vaso de agua antes de seguir? —le aconsejó, apartando el vaso de alcohol y sirviéndole uno con agua de la jarra que estaba allí.
   —Pero no quiero agua... —se negó Harry.
   —Bebe —demandó Severus, extendiéndole el vaso con agua.
   Harry se cruzó de brazos, haciendo que Severus arqueara una ceja. El ojiverde sonrió.
   —Sólo lo hago porque es usted —le guiñó un ojo y agarró el vaso extendido.
   Severus revoleó los ojos y negó con la cabeza.
   —Estás ebrio, y sólo dices estupideces... —masculló Severus.
   —Yo no digo estupideces... —lo contradijo Harry—. Ya terminé, ¿ahora me devuelve el vaso? —extendió la mano expectante.
   —No... —respondió severamente Severus—. Tómate otro —agregó.
   —¡No! —se quejó. Luego frunció el ceño—. Uy, tengo que ir al baño... —dijo de pronto Harry, y se fue de allí.
   Severus suspiró, arrojó el trago por el lavabo y escondió detrás de una pequeña maceta que había en la mesada el vaso vacío de Harry. Regresó a su silla y se sentó a observar, otra vez. Fleur y Bill estaban bailando torpemente en el medio de una ronda formada por los demás. Severus pensó en el hecho de que nunca le había encontrado la diversión a ese tipo de cosas cuando era joven. Y tampoco lo hacía ahora. Bostezó, pues comenzaba a tener sueño. Decidió que cuando Granger regrese, él se iría de la fiesta.
   Cuando el ojiverde volvió, fue directo a buscar su vaso otra vez y, al no encontrarlo, se volteó a mirar indignado a Severus. Harry caminó hasta él, y cuando llegó extendió la mano.
   —¿Qué? —preguntó Severus, mirándolo raro.
   —Baile conmigo —pidió Harry.
   —Vaya y baile con sus amigos, Potter, ni en sueños bailaré aquí... —gruñó Severus, mirando al resto.
   Nadie parecía estar viéndolos, pues todos estaban de espaldas en la ronda, riendo tontamente del baile ridículo que estaban llevando a cabo Draco y Ron.
   —¿Por qué no? —Harry frunció el ceño.
   —Porque estamos rodeados por otros jóvenes que nos mirarán raro y pensarán mal de nosotros... —respondió el ojinegro.
   —Que miren y piensen todo lo que quieran... —masculló Harry, tironeando débilmente de la mano de Severus. Éste sonrió, mordiéndose el labio inferior y negando con la cabeza.
   —Harry, no...
   Harry bufó frustrado. Luego se alejó y volvió con una silla, arrastrándola ruidosamente en el camino. Se sentó frente a Severus, juntando sus rodillas.
   —¿Qué hace, Potter?
   —Ser aburrido como usted —respondió Harry, y soltó un resoplido.
   Severus revoleó los ojos.
   —No soy aburrido, sólo estoy evitando que pase lo mismo que pasó la última vez que bailé con usted —se cruzó de brazos.
   —Oh, ¿así que cree que podría perder el control? —le coqueteó Harry—. ¿Y por qué habría de querer evitarlo? —soltó.
   Severus lo miró boquiabierto.
   —¿Cuántos vasos lleva, señor Potter? —preguntó, aunque sabía muy bien la respuesta, pues había contado cada vez que Harry volvía a servirse.
   —¿Usted también se queda a dormir? —preguntó Harry, evitando la respuesta, pues no lo sabía.
   —¿Yo? —repitió divertido—. Obviamente no... —respondió.
   —¿Por qué no?
   —Potter, es usted un niño cuando bebe... —se burló Severus. Aún así, se rió, divertido por la forma en la que Harry se estaba comportando.
   —Y usted es un gruñón aburrido cuando quiere —masculló Harry.
   —Yo no soy aburrido —gruñó Severus.
   —Entonces quédese a dormir... —Harry apoyó sus manos en las rodillas del mayor y sonrió.
   Severus lo miró alzando una ceja. Tomó las manos del joven y las movió hacia las rodillas del ojiverde, inclinándose hacia adelante. Un ruido de algo rompiéndose, seguido de unas risas, hizo que Severus desviara su atención de Harry. Se inclinó hacia un costado en su silla, pues Potter le tapaba la visión, y vio trozos de un vaso de vidrio junto con un charco de vino en el suelo. Suspiró y sacó su varita. La sacudió y las piezas del vaso junto con su contenido se juntaron otra vez en la mesa. Sintió una mano en su mentón que lo obligó a voltear la cabeza.
   —Quédese a dormir conmigo...
   Severus se sobresaltó ante la repentina cercanía del rostro de Potter. Jadeó cuando Harry le robó un beso.
   —¡No! —exclamó, cortando el beso, alejando a Harry—. No, no, y no. ¿De acuerdo? NO —le aclaró, mirando a los demás. Por lo que parecía, nadie los había visto—. ¡¿Estás loco?! —exclamó por lo bajo, aún con sus manos en el pecho de Harry, manteniendo una distancia. El ojiverde sonrió travieso—. Compórtate —le advirtió, levantando el dedo índice cual padre amenazando a su niño.
   —Quédate —insistió Harry.
   —Cállate.
   —Por favor.
   —Sssh —lo calló.
   —Por favor... —esta vez Harry volvió a poner sus manos en las rodillas de Severus.
   —¿Qué he dicho? —lo regañó Severus.
   —¡Harry! ¡Deja en paz al pobre hombre! —Hermione volvió.
   Severus apartó las manos rápidamente del pecho de Harry.
   —¡Mione! ¿Dónde estabas? —preguntó Harry, sonriendo simpático, parándose. Luego jadeó—. ¿Y Teddy? —exclamó, preocupado.
   —Tenía sueño, así que lo hice dormir —Hermione habló algo molesta, y Harry suspiró de alivio, sin reconocer el enojo de su amiga—. ¿Tú no tienes sueño, amigo? —preguntó ella.
   —Un poco, sí... —masculló Harry.
   —¿No quieres ir a dormir tú también?
   —Sólo si él viene conmigo —respondió, señalando a Severus.
   El ojinegro se llevó una mano a los ojos, tapándoselos y negando con la cabeza.
   —Oh, no te preocupes, Severus irá contigo —sonrió Mione.
   —¿Disculpa? —Severus la miró indignado. Hermione lo miró agrandando los ojos para que comprendiera. El hombre gruñó y se paró—. Vamos a dormir, Potter...
   Severus no veía la hora de irse de una vez por todas de allí. Nunca había pasado por una situación tan rara e incómoda como lo era aquella. Harry, por su parte, sonrió triunfante.
   Severus llevó a Harry por los pasillos de la casa hasta llegar a su habitación. Una vez allí, abrió la puerta y entró, caminando hasta quedar cerca de la cama, observando la habitación, y llevando ambas manos a los costados de su cadera.
   —Muy bien, Potter, a la cama —Severus hizo el esfuerzo de no reír, pues sonaba como un padre llevando a dormir a su hijo.
   —¿También va a arroparme? —se burló Harry, sentándose en la cama.
   —Chistoso —Severus le sonrió irónicamente—. Anda, métete en la cama y duérmete.
   —No quiero... —se opuso Harry.
   —Por favor, Potter, yo también tengo sueño, y quiero irme a mi casa a dormir.
   Severus corrió las mantas. Harry le hizo caso y se acostó, tapándose. De pronto, comenzó a reír, señalando a Severus.
   —¿Qué? —preguntó sin comprender.
   —Es que es muy gracioso... lo que estamos haciendo... Parezco un niño... —se rió.
   —Sí, estoy de acuerdo con eso —Severus dejó que una pequeña sonrisa de diversión se dibujase en su rostro.
   Harry lo miró y le sonrió.
   —Desde ya me disculpo con mi yo del mañana por la humillación que le he hecho pasar hoy —habló entretenido Harry. Severus soltó un bufido divertido—. Buenas noches, Severus... —le dijo suavemente.
   —¿Y quién le dio el privilegio de llamarme así, señor Potter? —Severus alzó una ceja, alejándose, caminando para atrás. Harry sólo sonrió—. Lo veo el lunes, Potter —se despidió, mientras abría la puerta.
   —¡Oh, señor! —se apresuró a llamarlo Harry. El ojinegro se volvió a asomar por la puerta—. Casi olvido preguntarle... ¿Podría hacerme un gran favor mañana? —preguntó, poniendo una cara angelical. Severus alzó una ceja—. Verá, el martes debo rendir un recuperatorio en el Ministerio, nos prueban nuestra capacidad para hacer pociones de curación... Creo que usted más que nadie tiene claro que soy un asco en esto... Y también que usted es mejor que nadie en pociones... Así que, me preguntaba si mañana usted podría ve...
   —Potter, ¿me está pidiendo que le enseñe a hacer pociones? —lo interrumpió Severus, mirándolo con incredulidad—. Vuelvo a preguntarte, ¿cuánto has bebido? —levantó ambas cejas, con una pequeña sonrisa jugueteando en sus labios.
   —¡Es en serio! —exclamó Harry—. ¡Por favor! Debo aprobar esto, es importante... —puso una expresión de súplica—. Le juro que iba a preguntárselo antes de embriagarme —afirmó.
    Severus entrecerró los ojos, fingiendo que lo estaba pensando.
   —De acuerdo... —gruñó Severus, revoleando los ojos.
   —¡Gracias, señor! —Harry sonrió feliz.
   —Que descanse, Potter... —masculló el ojinegro, volteando para irse.
   —¡Mañana a las dos! —le gritó Harry, antes de que el otro cerrase la puerta.
   Sonrió triunfante y suspiró, cerrando los ojos.

Amortentia - (snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora