Capítulo V

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« De querer te ver de segunda a sexta».
(De querer verte solo de lunes a viernes).

(De querer verte solo de lunes a viernes)

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POV Ethan :

¿Ahora cómo le devuelvo su diario si ya ha transcurrido una semana?¿La veré de nuevo, nos encontraremos en el parque como sucedió hace unos días? No logro sacarme de la cabeza esas interrogantes. Poco a poco el sueño me consume, caigo en un abismo profundo.

Me despierto asustado por los gritos de mi madre, ¿qué le habrá sucedido?

Salgo hacia la salida de mi habitación, la encuentro tirada justo en la entrada de mi cuarto.

—¿Mamá qué sucede? —murmuro a su oído mientras la tomo entre mis brazos.

Veo a mi padre balancearse sobre sí mismo, yéndose hacia los lados.

Está ebrio. Maldito.

—Me vives diciendo a mí que soy un bueno para nada pero tú eres peor, una cualquiera. Te merecías que...

—¡Cállate! —Le grita mi madre con tono amenazante.

—No me amenaces estúpida, sabes mejor le cuento a Ethan la verdad de una vez.
—Una sonrisa malévola se extiende por su rostro.

—No te atrevas Sebastian. —Le amenaza mi madre mientras su rostro se pone pálido.

Todo fue tan rápido, levantó su mano para golpearla. Me atravesé entre los dos, comencé a ver todo en rojo, la ira fluye a través de mí. Expulsé toda la rabia que mantuve acumulada durante años golpeándolo sin parar.

Cobarde.

Recuerdos de mi niñez vinieron a mi mente sin cesar. Aunque uno en particular me pareció volverlo a ver repetirse ante mí.

Flashback 5 años atrás:

Golpes, sangre, vidrios esparcidos. Mi padre tenía a mi madre contra el piso de la sala golpeándola sin detenerse en ningún momento.

Haiaiel aún no llega de la escuela, yo me encuentro escondido en una pequeña rendija que  está en la escalera. Desde ese lugar podía observar todo. Siento tanta impotencia por no poder defender a mi madre de ese abusador que tengo por padre.

Ahora puedo defenderla, ya no soy el mismo chiquillo de 12 años delgado que no podía ni propinar un buen golpe. Hoy los papeles están invertidos.

¿Qué se siente ser la víctima ahora y no poder defenderte idiota, abusador? —Me observa con una sonrisa en su rostro—. ¡Responde! —le exijo mientras le propino otro puñetazo pero esta vez en sus costillas.

Maldito cobarde.

Siento el llanto de mi madre, me detengo, la observo y le digo aprovechando que mi padre había perdido el conocimiento:

El día en que te conocí  (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora