Los siguientes tres días fueron un infierno para ____, llenos de horas interminables en que repasaba cada decisión tomada, cada palabra de cada conversación, y también los últimos minutos con Harry. Analizó todas las elecciones alternativas que hubiera podido realizar y todos los escenarios posibles que hubieran resultado de dichos cambios. Pero sin importar el camino tomado, no se le ocurría ni uno solo que hubiera mejorado el resultado final.
Salvo si le hubiera dicho a Harry que lo amaba.
Cerró los ojos angustiada. Quizá eso hubiera marcado una diferencia. Quizá eso lo hubiera enfurecido menos. Tal vez entonces el Infierno no hubiera sido una montaña insalvable entre ellos. Sólo el tiempo revelaría si serían capaces de encontrar un modo de escalar esa montaña. Pero con cada día que pasaba, las dudas se incrementaban y la esperanza decrecía.
—¿____? —Nicolo se apoyó en el marco de la puerta de su despacho—. Lazz me ha dicho que tenía que venir a hablar contigo. Que es urgente.
Ella no se molestó en ocultar su alivio.
—Nadie ha estado predispuesto a escuchar, y no queda mucho tiempo.
—Sí, bueno —se encogió de hombros—. Algunos de nosotros no estamos muy contentos con tus esfuerzos de salvarnos de Britt.
—¿En serio? —quizá, si no hubiera estado tan cansada, preocupada o, simplemente, indignada, no se habría permitido perder el control. Pero habían sido unos días duros y la expresión de Nicolo la enfadó. Fue hacia él—. ¿No es interesante que ninguno de vosotros lograra descubrirla y ocuparse de ella? Ninguno de vosotros se vio obligado de forma repentina a trazar un plan para frenar a Britt. Sin embargo, os mostráis encantados en señalar cada uno de mis errores. Después de cometerlos, por supuesto —plantó las manos en las caderas—. Bueno, pues yo no pienso que haya cometido un error. ¿Qué te parece eso? Y ahora, ¿quieres entrar y enterarte de lo que tengo en mente para salvar esta situación? ¿O vas a dejar que gane The Snitch?
Una leve sonrisa apareció en la expresión severa de Nicolo.
—De acuerdo —entró y ocupó el sillón frente a su mesa—. Siempre me interesa escuchar soluciones creativas para problemas imposibles. Cuéntame tu idea.
En vez de regresar detrás del escritorio, se dejó caer en el sillón al lado de él.
—Es bastante sencilla. El día en que salga la revista, el mismo día, emitimos un comunicado de prensa. Aceptamos todo lo que expone The Snitch: Que existe un Infierno. Que cuando golpea los Styles se unen de por vida y que es una conexión entre almas gemelas.
—Siento curiosidad —ladeó la cabeza y clavó sus penetrantes ojos en ella—. ¿Has perdido la cabeza?
—Espera, Nicolo —soltó. Para su sorpresa, fue lo que él hizo—. Y luego decimos que el Infierno es parte de lo que hace que las joyas Styles sean tan espectaculares y especiales. Le decimos a todas esas mujeres que darían cualquier cosa para experimentar el Infierno que no sólo es real, sino que todo lo que Styles toca está impregnado con su pasión... desde el brazalete y el collar que adornan el brazo y el cuello de una mujer, hasta los anillos de pedida con diamantes de fuego que un hombre pone en el dedo de su prometida.
Nicolo se irguió y su mirada se agudizó.
—Maldición.
—Exacto.
—No, en serio. Maldición. Eso podría funcionar —reflexionó y asintió—. ¿Se te ocurrió mientras negociabas con esa mujer? ¿Al vuelo?
—Sí.
—¿Sabes lo que pienso?
—Ni idea.
La sonrisa de él se amplió.