____ O'Dell no se parecía en nada a lo que Harry había esperado.
Aunque tampoco había imaginado el maremoto de deseo que se abatió sobre él, dejándolo sordo y ciego a todo menos a la mujer que estaba de pie en el umbral de la suite que ocupaba en Le Premier. Vio la boca de ella moverse, pero el sonido se negó a penetrar el bramido que llenaba sus oídos y que demandaba que la tomara y la hiciera suya. Que la marcara de todas las maneras posibles y la atara a él de modo que ninguno de los dos pudiera escapar.
Bajó la cabeza y luchó con todo su ser contra esa sensación. Se negaba a aceptar ese sentimiento, la posibilidad de que pudiera significar el comienzo del Infierno.
Imposible. Jamás.
Esa mujer representaba problemas, desde el extremo de ese exquisito cabello pelirrojo hasta las puntas de las uñas de los pies pintadas de rojo. Y se negaba a dejar entrar problemas en su vida, su cama o su corazón. Sin importar lo que hiciera falta, acabaría con esa sensación. No podría ser tan difícil. Sólo requería una solución simple. Lo único que tenía que hacer era conjeturar cuál podía ser dicha solución y el Infierno pasaría de largo.
Alzó la cabeza y estudió a ____ O'Dell por segunda vez con el fin de encontrar una salida a su situación apurada. Pero no se le ocurrió nada y sólo pudo mirarla fijamente.
Tenía una figura vibrante y ágil que contenía las suficientes curvas en los puntos adecuados como para tentar a un hombre a explorar cada centímetro de esa piel blanca. El cabello largo le caía en suaves ondas hasta el centro de la espalda. También poseía el par de ojos verdes más deslumbrantes que hubiera visto jamás y que dominaban ese rostro triangular.
—¿Señor Styles? —preguntó ella, repitiéndose. La voz cultivada poseía una cualidad baja y musical muy agradable al oído—. ¿Sucede algo?
—Harry, por favor, y tratémonos de tú —luchó para comportarse con un mínimo de decoro mientras el instinto lo instaba a alzarla en vilo y a llevarla al dormitorio más cercano.
Un destello de color se asomó a esos pómulos altos y casi pudo oler la bocanada de deseo que perfumaba el aire entre ellos. Se repitió que la situación no era nada buena.
Ella se recobró con mayor celeridad que él.
—Soy ____ O'Nell. Gracias por tomarte el tiempo para verme.
Todo en ella parecía rápido y categórico, desde la penetrante inspección a que lo sometió hasta el vistazo que echó por encima de su hombro a la amplia habitación del hotel.
Harry no pudo evitar preguntarse si sería para cerciorarse de que había preparado adecuadamente el escenario para su encuentro.
—Pasa —lo invitó, y se hizo a un lado.
No se molestó en ofrecerle la mano, lo que a él le pareció perfecto. Teniendo en cuenta el apetito abrumador que le despertaba su aspecto, sería irreflexivo tocar a esa mujer, y menos con el Infierno haciendo estragos con los hombres Styles.
No es que él creyera en el Infierno ni tuviera intención de empezar a creer a partir de ese instante. Ni siquiera con la necesidad desesperada que llenaba cada espacio vacío en su interior con un deseo tan enorme que apenas podía contenerlo todo.
—¿Te apetece beber algo? —preguntó ____ por encima del hombro mientras cruzaba la mullida moqueta.
Se movía con un contoneo de caderas que atraía su mirada hacia ese trasero insolente y redondeado perfilado de forma adorable por unos pantalones negros. Contuvo un gemido. Se preguntó si sería deliberado o si sería otro aspecto del escenario que había preparado ella para la reunión.