Para su horror, Harry no negó la acusación.
—Ferrell tiene pruebas, cariño —indicó con gentileza—. Cierto, son un poco imprecisas, pero insiste en que organizaste un fraude con él acerca de un collar de diamantes de fuego que supuestamente heredaste de tu abuelo.
—¿Diamantes de fuego? —durante una fracción de segundo vio a Francesca y a Harry mirarla atentamente mientras estudiaba esos diamantes en Styles Exclusive, esperando... ¿qué? ¿Qué recordara algo acerca del collar que mencionaba Ferrell? ¿Habían estado al tanto de las acusaciones entonces?—. No entiendo nada de esto. ¿A qué collar se refiere?
—No lo sé. Es algo que tendremos que descubrir juntos. Hasta entonces, debes irte a casa.
—No se irá a ninguna parte —protestó Jack Ferrell—. Quiero mi dinero. Y quiero que ella pague por lo que me hizo. Insisto en que llamen a la policía y que la arresten.
Harry giró hacia el hombre.
—Firmó un acuerdo vinculante, Ferrell, que nos permite arreglar la situación con discreción. También le exige que demuestre sus afirmaciones. Hasta ahora, sólo tenemos acusaciones.
—Se ofreció a venderme el collar de su abuelo. Le di la mitad del dinero. Pero cuando fui a completar la transacción, había desaparecido, junto con mi dinero y el collar —la miró furioso—. Fuiste lista, he de reconocértelo. Pero esta vez no lograrás escapar.
____ movió la cabeza y trató de razonar con el hombre.
—Yo no haría algo así. Seguro que me confunde con otra persona.
Él mostró los dientes.
—Cuando el infierno se congele. Tienes una marca de nacimiento en la cadera en forma de flor.
____ sintió que palidecía. En silencio, volvió a mover la cabeza.
—¿No? Vamos, preciosa. Desnúdate y muéstranos esa marca de nacimiento. Demuestra que me equivoco.
—Vete de aquí, ____ —los interrumpió Harry—. Iré a casa en cuanto resuelva esto.
—No. No me iré a ninguna parte. No hasta que los dos discutamos esto —miró fugazmente a los otros hombres—. En privado.
—¿Crees que podrás engañarlo? —intervino Ferrell—. Pierdes el tiempo. No es idiota como lo fui yo. Con toda la información que ha reunido su investigador, apuesto a que te tiene bien calada. Esta vez no te escaparás.
Harry se dirigió a sus hermanos.
—¿Queréis hacer que se calle? Ahora vuelvo —tomó a ____ por el codo y la sacó de allí—. Puedo dedicarte cinco minutos. Discutiremos a fondo el resto cuando vaya a casa.
Una mirada a su expresión y se quedó embotada por dentro. Ese hombre no era su marido, no era el hombre que la había tomado con semejante desesperación en el suelo del recibidor. Era el desconocido suspicaz de las primeras horas y días posteriores al accidente.
La condujo a una pequeña y coqueta sala de reuniones.
____ luchó por mantener el control, por darle a su confusión algún atisbo de orden, para poder saber al menos qué preguntas formular. Empezó con la primera que le llegó a la mente.
—¿Por qué contrataste a un investigador privado?
—Contraté a Rufio después de tu accidente.
—Eso no responde del todo mi pregunta —señaló—. Pero empecemos por ahí. ¿Contrastaste a Rufio por mi accidente... o por nuestra pelea?