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El deseo lo recorrió con fuerza incontenible.

Incapaz de oponer resistencia, se unió a ella en la cama y la acercó, apoyándole la cabeza contra el hombro. Comprendió que había algo distinto en ____. Una cualidad que no había estado presente cuando se conocieron, al igual que una cualidad que se había desvanecido de ella tan completamente como su memoria. Y entonces lo vio. Faltaba la astucia que había visto en aquella otra ____. En su lugar resplandecían amabilidad, generosidad y franqueza.

Claro que todo podía ser una charada perfectamente representada para engañarlo. Pero si fingía amnesia, estaba seguro de que la habría descubierto tal como había hecho en el hotel antes del accidente. Habría notado algún leve indicio de subterfugio. Y hasta el momento no había habido ninguno.

Ella se acurrucó en su abrazo como si ya hubieran dormido de esa manera miles de veces. Durante un instante los dos se quedaron quietos. Harry podía oír su respiración lenta y superficial y sentir la presión de sus pechos pequeños y perfectos.

Lo que más anhelaba era ponerla boca arriba y llenarla hasta rebosar, tomarla con boca y cuerpo. Unirse a ella en la definitiva danza de placer. No importaba otra cosa que tenerla en ese momento en sus brazos. Ya habría tiempo para preocuparse por las ramificaciones de sus actos. Cuando Rufio presentara el informe que demostrara que ____ era culpable. Cuando ____ recobrara la memoria. Cuando todos los errores que había cometido en su vida colmaran el vaso... encontraría una solución. Porque ésa era su especialidad. Lo que siempre había hecho. Mientras tanto, ¿por qué no disfrutar de lo que el destino les había dado con tanta generosidad y al demonio las consecuencias?

Pero no podía. Se recordó que hacía sólo unas horas que le habían dado el alta del hospital. Estaba llena de hematomas. Y lo peor de todo...

Era una estafadora.

No importaba que el Infierno se agitara en él como un tornado, insistiéndole en que diera el último paso de la posesión. Tampoco importaba que ____ pareciera igualmente inclinada a ese compromiso. No podía confiar en esa mujer, no se atrevía a creer que algo de eso era real.

Ella le acarició el torso con las yemas de los dedos en movimientos circulares breves y tentadores.

—Me gustaría empezar de nuevo —comentó con una risa suave.

Harry le frenó la mano antes de perder el poco control que le quedaba.

—Empezar de nuevo —repitió.

____ asintió con los ojos brillantes.

—Se me ocurrió cuando volvía a familiarizarme con Brutus. Verás, no recuerdo nada de mi anterior relación con él.

Porque no habían tenido ninguna. El único motivo por el que Brutus había reconocido su olor al presentárselo era porque había dejado que el perro olisqueara las posesiones de ella después de que las llevaran a la casa.

—Cuando recuperes la memoria, todo eso se solucionará —aportó. Desde luego, cuando eso sucediera, sería él quien estaría en la perrera.

—No. No puedo esperar que pase eso. He de vivir mi vida ahora —lo miró seria—. No recuerdo mi relación con Brutus más que la nuestra. No puedo preguntarle a Brutus qué pasó.

—Pero puedes preguntármelo a mí —le dio una palmadita afectuosa.

La determinación de ella se mezcló con cierta desesperación.

—Quiero hacer más que preguntar. Y ahí es donde entra en juego mi idea.

Necesitaba dejar de tocarla, y pronto. Pero incluso mientras pensaba eso le apartó un mechón de pelo y se lo colocó detrás de la oreja, demorando los dedos en la curva sedosa de su mejilla.

El Infierno 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora