Capítulo 13: Rojo sangre.

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Advertencia: Sangre. Manipulación. Irrealidad.

Creador: rosycheecked.

Wilbur no tiene la intención de escuchar a las vides.

Es solo que—le susurran. No puede permanecer encerrado en la tundra para siempre, atrapado como está entre la preocupación de Phil y los ojos calculadores de Techno, aislado como se siente por la distancia entre él y una familia con la que una vez fue... feliz. Al crecer, había sido tan feliz. Ahora, tres veces muerto e imposiblemente vivo de nuevo, a la deriva y sin ancla, la idea misma de esa felicidad le parece extraña. Que podría merecer cosas tan fáciles y maravillosas. Que incluso podrían existir.

Que ingenuidad. Hace tiempo que aprendió la verdad de las cosas.

De todos modos—da largos paseos, pero la nieve es inadecuada y el canto de sirena de las ruinas de su nación es irresistible. Pasa horas parado en esa superficie de vidrio mirando hacia abajo. Pasa horas tirado en el suelo fracturado, con los ojos cerrados, fingiendo que todavía puede sentir el calor de esos días felices cuando las paredes eran negras y amarillas y se creía a salvo.

Las vides le susurran todo el tiempo. Se enroscan hacia él cuando pasa, y solo se intensifican cuando se acerca a donde deben originarse. La raíz de una cosa venenosa que crece—tiene que luchar contra el impulso de investigar el parentesco repentino que siente. No puede permitirse a sí mismo estar disgustado.

Tiene una consciencia. Tiene una voz. Las vides son una extensión de algo más grande, algo que sabe, y lo quiere. Quiere a Wilbur, y solo a Wilbur.

Su propio padre no lo quiere—ha visto la mirada en los ojos de Phil cuando Wilbur lo despierta con gritos de pesadilla, todo decepción mezclado con lástima—entonces, ¿realmente se le puede culpar por ser fácil de persuadir? ¿Por dejarse tentar?

Las vides le susurran. No—las vides le cantan. Las vides lo conocen.

Las vides conocen a Wilbur y Wilbur conoce las vides y dos semanas pasan en un abrir y cerrar de ojos, ya que se necesita más y más fuerza de voluntad para volver a la nieve y la cabaña y al siempre presente peso de la decepción silenciosa. Sabe que está mal, por supuesto: las vides no deberían tener consciencia. Sabe que es alienígena, que quiere controlarlo, tenerlo todo para sí.

Él quiere que su mente sea suya. Quiere poder confiar en sí mismo, ser lo suficientemente fuerte para vivir de nuevo.

Pero las vides susurran y Wilbur ya no quiere ignorarlas. Las vides cantan, y los latidos de su corazón se hacen lentos mientras ellas se enredan alrededor de sus tobillos, a través de sus dedos y su cabello con rayas blancas, y él las deja. Lo acarician, y el susurro crece más fuerte, se intensifica hasta que casi puede entender palabras, distinguir el sonido de la constante ráfaga de aire, la estática llenándolo hasta el borde.

Wilbur, están diciendo—eso está diciendo, la cosa creciente que lo envenena, lo conoce, lo ama. Wilbur Soot, ¿estás escuchando?

"Necesito irme a casa," se las arregla con voz ronca, su garganta seca. "Necesito—"

Escucha, sicea. Escuchate a ti mismo. ¿Que casa?

"¿Phil?" dice Wilbur, pero su convicción se escapa de él por segundos. "¿Techno? La nieve..." Algo se le ocurre, algo importante. Lo alcanza, el recuerdo de—"Tommy. Tommy me visitó, me hizo recordar... necesito esperar por él. Tengo que..."

No puede recordar lo que tiene que hacer. ¿Por qué estaba esperando a Tommy? ¿Por qué necesita algo cuando el Huevo está aquí para él, cuando el Huevo lo amará más, lo amará mejor que su familia lo hizo alguna vez?

Kairos (Traducción) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora