Capítulo 2. (Parte 9/10)

5 5 1
                                    

EL DÍA CERO. PARTE 9/10

Al pasar de los días, ya no había nada que Don Radio contara que nos importara, solía cantar algunas canciones, contar historias de su vida, desahogar sus penas contando sus errores y como debió solucionarlos, sinceramente ya me tenía harto, pero al igual que Raúl, nos daba pena apagar la radio y dejar al pobre hombre hablar sólo por horas, así que seguíamos con nuestra rutina anterior, ejercitándonos, estudiando, etcétera, lo que sea, hacíamos cualquier cosa mientras teníamos de fondo escuchándose por todo el lugar las palabras de aquel pobre hombre.

No siempre Don Radio hablaba, había un gran lapso de silencio, el tiempo que por lógica el hombre debía dormir o hacer sus necesidades, cuando comenzaba a hablar, iniciaba diciendo el día que era y dando los buenos días, me imagino que por nuestra posición geográfica él daba los buenos días en unas altas horas de la noche para nosotros.

De cierta forma llegué a estimar mucho a Don Radio, Raúl a su manera también lo hizo aunque creyera que era un tonto por tener visiones diferentes de la vida, créanos que nos fue difícil aceptar el silencio abrumador, aceptar que su voz no volviera a salir de aquel aparato, y el día tuvo que llegar más pronto de lo que me imaginé, lloré, lloré mucho por él, no lo llegué a conocer en persona, pero fue la tristeza de ya no tener la presencia de su voz en mi vida la que me dolió muchísimo, Raúl no me entendió del todo por sentirme triste, y lo entiendo, no sentí tristeza en él, solo algo de impotencia.

—Lo que me da coraje, es no haberle podido llevar comida a Don Radio, debió morirse de hambre, oía el intenso sonido de su estómago rugir cada cinco minutos, no lo dijo, pero era obvio que ya no tenía comida, fue su fin, todo el sacrificio que hizo para nada. Maldita sea.

—Lo entiendo y lo comprendo. No todos tenemos la misma suerte, nuestros destinos son diferentes, pero su vida permanecerá en el legado que dejó en nosotros, en nuestros recuerdos, solo debemos mantener viva su visión y él vivirá.

—No seas estúpido, no creo en esas pendejas teorías. Te diría ¡¿qué no ves?! Pero sería irónico... mejor cállate, ese destino nos espera a nosotros también. La muerte. Tan viejo que presumes ser y tan ingenuo que eres todavía.

—...

—...

No debía intervenir en la ira del chico, debía desahogarse, yo a su edad me mantenía en un bucle, bloqueando mis emociones y convirtiéndolas en ira para después desquitarme con cualquier ser que se encontrara en mi camino, era comprensible, así debía manifestar su tristeza hasta que pudiera enseñarle que no es malo manifestar cualquier otra emoción, así que no le dije nada en ese momento, él se fue y ya no lo volví a "ver" hasta cierto tiempo después.

—¿Estás despierto?

—Si...

—Lo siento. Estaba triste y enojado, pero me ganó lo enojado.

—Lo sé...

—Intentar comprender lo que le pasó me da a visualizar un futuro en el que eso nos pase, aún peor, presenciar tu muerte. No quiero aparentar ser homosexual o algo similar, no lo soy, no me atraes ni nada sexual, pero aun así tú eres muy importante para mí. Eres mi hermano. Lo único que tengo en este maldito y podrido mundo. Perdóname por lo que te dije antes.

—...

—Entiendo que estés enojado conmigo. Te daré tiempo a solas.

—...

La verdad es, que me dejó sin palabras, lo que me dijo me llegó mucho, solo intentaba no llorar frente a él, más que un amigo había conseguido un hermano, era obvio que fue "educado" para aparentar ser un macho dominante, había intentado educarlo de una forma para que entendiera que no todo funcionaba de esa manera, no existía una alfa ni beta ni algo por el estilo, ni tampoco que el amor entre hombres no existe, pero eso que dijo me dio a entender que estaba a un paso de ser mejor persona, no me importó lo que pensara o cómo reaccionaría, me acerque a él y lo abracé, muy pero muy fuerte, él también lo hizo, para que no fuera incomodo estreché su mano después.

—Escucha muy bien... yo no he podido tener amigos cercanos ni hermanos de sangre, perdí a mis padres por mi culpa, y ahora que estés y afirmes que seamos hermanos, me llegó mucho, mucho.

—No te molestes en llorar, estaremos bien. Hermano.

—Puedes confiar en que todo mejorará y nada saldrá mal mientras estemos juntos. Nada deberá separarnos hermano.

—Nada lo hará, hermano.

Después de ese momento, empezó a caer agua en pequeñas porciones, no lo supe al instante, pero después de que ésta fuera constante recordé como se sentía, el olor, la sensación, el sonido calmante y relajante, lluvia.

Estaba cayendo lluvia, no podía ser posible, esa era la señal de que el mundo estaba recuperándose, estuvimos buen rato mojándonos en la lluvia, recuperando esperanzas un poco más, la lluvia significaba que el ciclo del agua estaba empezando de nuevo, poco a poco el ecosistema del planeta estará recuperándose, el alto nivel de azufre y carbono en la atmosfera debió afectar en algo a los ecosistemas, tal vez la capa de ozono se debilitó, la flora casi debieron extinguirse, no estaba seguro, algo por el estilo debió pasar, pero al "ver" y sentir la lluvia, creo que el planeta estará vivo.

Almacenamos agua en algunos contenedores y seguimos con lo nuestro, intentamos en varias ocasiones llegar al exterior para observar y analizar la superficie pero fue inútil, debíamos tener equipo especial para escalar o algún vehículo volador por lo tanto nos olvidamos de esos planes, pero algo que fue algo sorprendente para nosotros ocurrió de la nada y de la misma forma en que nos dio esperanza nos horrorizó, el salir del sol.

El cielo se despejó y dejó brillar a nuestra estrella sobre nosotros con una gran intensidad, tal vez estábamos desacostumbrados a la radiación solar, pero nos quemaba la luz al tacto, fue horrible mover nuestras pertenencias lejos de la luz solar, nuestro sistema se había acostumbrado a no recibir radiación y se había debilitado nuestra piel, Raúl sufrió de quemaduras y varias imperfecciones en la piel, al igual que yo, que me salían irritaciones en donde me tocaba la luz solar.

Fueron varias horas de horror, así como llegó luz nuestra vida rápidamente huíamos de ella, llegamos a la conclusión de que nuestros sistemas se habían acostumbrado a no recibir radiación y nuestra piel se había vuelto ultra sensible, no podíamos huir completamente de la luz solar, sobre todo yo, quien a pesar de poder "ver" no podía ver en donde la luz tocaba, ya cuando sentía el calor de la luz sobre mi piel ésta ya se había quemado.

Habíamos recurrido a cubrir todos nuestros cuerpos con prendas, brazos, piernas y caras, teníamos que volver a acostumbrarnos a la luz y diariamente recibíamos una dosis de luz controlada por un sistema de espejos que ideamos, ya en esta altura la comida comenzaba a escasear, al igual que el agua, si bien era difícil escalar a la superficie ahora era algo imposible, la luz solar nos insolaría y deshidrataría en unas cuantas horas, no teníamos opciones ya, más que esperar lo inevitable.

Don Radio ya tenía tiempo que nos había dejado, pero teníamos forma de calcular el paso del tiempo con el paso del día y la noche, así como ubicar la posición del sol ya que nuestros celulares ya habían perdido carga, teníamos un conteo de los días casi exacto y teníamos un conteo de exactamente 1,000 días desde El Día Cero, ya estábamos a tres años de todo lo ocurrido, ya no había agua, ni comida, estábamos varados esperando nuestra muerte, ya había platicado con Raúl sobre nuestra perdición, no había nada que lamentar ni esperanzar, estábamos en espera de un milagro, y llegó, fue increíble, pero a mi parecer, así como llegó el inesperado milagro, también llegaría el fin de todo lo que habíamos creado.

Destino aztecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora