Capítulo 2. (Parte 10/10)

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EL DÍA CERO. PARTE 10/10

Teníamos más de 36 horas debilitados por una intensa ola de calor, nos hidratábamos con la poca sudoración y algunos rastros de humedad que salían por algunos lugares, rogando en espera de alguna poca precipitación, estábamos en el lugar más fresco que pudimos encontrar para mantener nuestras temperaturas lo más baja posible, solo una ventana nos informaba sobre el clima, monitoreando constantemente que se nublara, hasta que llegó el momento, Raúl me informó que todo había oscurecido de repente, nos levantamos con mucho esfuerzo para que Raúl pudiera confirmar lo que estaba pasando, pero al caer casi desfallecidos cerca del perímetro de avistamiento del hoyo sobre en la superficie, fue Raúl quien de nuevo me preocupó por su reacción.

—Ahora, ¿qué pasa? Raúl...

—...

Su silencio me enfureció más que sorprenderme o preocuparme, hasta que oí un sonido similar a la de las hélices de un helicóptero haciendo eco por todo el lugar.

—No tengo que decírtelo, ¿o sí?

—...

Raúl me explicó como un helicóptero sin ninguna seña particular bajaba lentamente desde la superficie mientras el estruendo del sonido de sus hélices hacía eco y creaba una ráfaga de aire por todo el lugar, no sabía cómo sentirme exactamente, Raúl parecía que se movía para que notaran nuestra presencia, hasta que algo se escuchó desde la nave, no le entendí nada sinceramente, creo que hablaban en inglés, pero también creo que nos intentaban decir de qué país éramos o algo por el estilo. Raúl comenzó a gritar sin parar hasta que algunos hombres llegaron hasta nosotros.

—¡Estamos aquí! ¡estamos aquí! ¡estamos vivos, estamos vivos!

Fue algo entristecedor como Raúl se quebrantó en llanto ante la llegada de esa gente que ni siquiera sabíamos quiénes eran o qué querían, bien estábamos dándole nuestras vidas para que hicieran lo que les plazca con nosotros, pero no tenía nada qué hacer, estábamos a punto de fallecer de hambre y deshidratación, fueron nuestra salvación, o bien, en ese momento no lo pensé, pero no sabíamos las intenciones de esas personas. Raúl quedó afónico ya cuando varios hombres, de los que sentí su naturaleza bélica llegaron a ayudarnos inmediatamente, hablaban en el idioma inglés, no pudimos entenderles nada de lo que decían, pero nos pusieron en camillas y rápidamente nos administraron suero vía intravenosa según mi experiencia de ser picado en el antebrazo.

—Tengan mucho cuidado con él por favor, es ciego, no puede ver nada.

Lo dijo mientras con señas les daba a entender que no podía ver, un hombre que al parecer era el paramédico o médico cargo me tomó de la frente y creo que revisó mis ojos detalladamente, pues sentía su respiración frente a mi cara, abrió mis ojos bruscamente y me los roció con algo que me ardió para vendármelos.

En un momento, estábamos rogando por nuestras vidas y en otro estábamos siendo subidos a un helicóptero de lo que creí que era de rescate, aliviados, con algo de felicidad en nuestras miradas, si bien yo no estaba del todo feliz por su "oportuno" rescate, estaba feliz por Raúl, quien ya no podía hacer nada para rescatarlo, que viviera, le daba sentido a mi vida de nuevo.

Fuimos subidos al helicóptero donde entre varios hombres nos acomodaron y aseguraron en un punto, y rápidamente sentí como éste se elevó y se movió. Raúl estaba muy inquieto, no dejaba de darles las gracias a todos, hasta que al parecer se desmayó de la emoción o lo sedaron, no sé, yo solo sonreía de que pudimos sobrevivir, pero algo dentro de mí no me dejaba estar en paz.

Al pasar de los minutos, nadie dijo nada, solo sentí como alguien me puso una especie de brazalete metálico, intenté que me explicaran que era eso, pero sinceramente no les entendí nada, no sé cuantos minutos habían pasado hasta que sentí como el helicóptero se detuvo, el sonido de las hélices al girar disminuía, sentí de esa forma que se posicionaba para aterrizar, sentía poco de la luz del sol pero sorprendentemente ésta era más agradable a mi tacto, no tan caliente, ¿qué paso con mi piel delicada? ¿ya habré mejorado?

Los hombres se bajaban de uno en uno, bajaron a Raúl y seguía yo, era mi momento, de pisar lo que al parecer era un nuevo mundo, con las esperanzas de hacer todo a mi alcance para intentar cambiar el destino del mundo, pero dentro de mí, algo me decía que todo parecía tan perfecto, tan milagroso, tan oportuno, en ese instante, al momento de bajar del helicóptero con ayuda de extraños, al casi pisar un mundo completamente distinto al que conocía, llegó a mí, la idea de que todo esto ha sido una total obra de planeación y que todo había pasado como ellos quisieron, incluso ya me habían casi convencido a mí.

Mi sonrisa se borró de mi cara, ya fue bastante tiempo de no hacerle caso a mis instintos y doblegarme a las condiciones que me imponían los demás. Fue difícil.

La vida da a conocer a todos los seres vivos los lados de gozo y los lados de sufrimiento, pero en mi situación, mis errores me golpeaban de una manera extremadamente dolorosa para mi mente y cuerpo. Sufrir fue lo único que abrió la puerta a mi verdadero potencial, de esa forma pude controlar mi aura y desarrollar mis sentidos.

Cometiendo errores es mi verdadera forma de avanzar y aprender, y mi destino me lo enseñaba de la peor forma posible.

No estaba preparado para lo siguiente y eso significaba cometer más errores, errores que me dañarían más de lo que ya había sufrido.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2022 ⏰

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