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Y el día tan esperado por el rizado había llegado, más pronto de lo que creyó. Era sábado y había recibido un mensaje de Eduardo invitándolo a jugar fútbol con los chicos. A Emilio no le gustaba el fútbol, debería gustarle, ¿cierto?

El alfa lo había intentado, en su adolescencia probó muchos deportes, pero no era una persona muy coordinada, así que ésto le jugaba en contra. Pero no importaba, hoy iría a ese juego de fútbol y lo intentaría, porque realmente esperaba ver al omega de ojos mieles.

Cuándo dieron las 4 de la tarde, Emilio ya estaba listo, en ropa deportiva, esperando que Niko pasara a recogerlo. Y cuándo el rubio llegó a su casa, el rizado arribó en el auto del omega con una gran sonrisa.

Llegaron a la cancha, dónde ya se encontraban los 2 alfas ojimiel y ojiazul y el lindo omega que no salía de la cabeza del rizado.

- Al fin. - Dijo el omega con una sonrisita, cuándo ambos llegaron hacía ellos. Se saludaron animadamente e iniciaron con el partido.

Y cuándo el alto alfa cayó al suelo por tercera vez, se rindió y fué hacía las gradas. Sentándose en éstas para apreciar cómo continuaban con el juego. Minutos después se le unió el ojimiel, tomando de su botella de agua.

- ¿Te diviertes? - Inquiere, sin mirar al rizado, quién asiente.

- No soy muy bueno para los deportes, pero disfruto verlos. - Responde, y al ver que el ojimiel no dice más, decide continuar. - Sé que debería ser bueno, pero...

- ¿Porqué deberías serlo? - Pregunta Joaquín mirándolo, y el oji-café piensa si debe ó no decir lo que piensa.

- Soy un alfa, debería ser buen deportista. - Responde, encogiéndose de hombros. Y Joaquín ríe.

- Oh cariño, realmente no. - Dice sonriéndole tierno. - Ser alfa es sólo lo que se te designó biológicamente, no es que debas tener "personalidad de alfa"... - Dice haciendo comillas con los dedos.

- Estuve leyendo sobre el empoderamiento de los omegas, y encontré que apoyan también a la liberación alfa.

Estuvo leyendo, piensa el omega enternecido, asiente y sonríe.

- Hay muchos alfas que no quieren cumplir el rol de jefe de la manada, ni tampoco vivir bajo ésta desagradable norma que por lo menos deben tener un hijo alfa. - Dice, a la par que gira su cuerpo sobre las gradas, quedando cara a cara con el oji-café.

El alfa asiente, tratando de recordar todo lo que aprendió, pero se siente mareado por el olor y la cercanía del omega.

- Me gustaría aprender más... - Murmura el alfa y la gran sonrisa que le brinda el omega lo hace volar.

- Si deseas, eres bienvenido a uno de mis talleres psicoeducativos. Cómo te contó Eduardo, soy psicólogo de omegas, específicamente de omegas que han sido violentados tanto física, sexual ó psicológicamente por el simple hecho de ser omegas.

- Entiendo, sí, por supuesto que me gustaría ir. - Responde el alfa feliz. Aprenderá y verá al omega de nuevo.

- Bueno, tengo uno éste miércoles a las 12, en la clínica Saint Jons.

- Ten por hecho que estaré ahí.

Y Joaquín siente a su omega brincotear y eso lo molesta, así que decide ignorarlo.

- Sólo te pediré un favor... - Menciona Joaquín, a lo que Emilio asiente para que continúe. - Si pudieras tomar supresores ó algo que oculte tu olor, te lo agradecería infinitamente. No me gustaría que algún omega se sienta intimidado.

Emilio traga saliva.

- Siempre tomo supresores. - Murmura, y el omega siente sus mejillas enrojecer.

Foll's Gold // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora