12 Final

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4 días después, Joaquín despierta. En una blanca e iluminada habitación, con el conocido olor antiséptico. ¿Qué había pasado?

- Joaquín.

El omega sonríe, cuándo Diego aparece en su campo de visión, con un vaso de café en sus manos.

- Jodido dios, Joaquín, ¿Cómo se te ocurre no atenderte en tu celo? – Gruñe el alfa. Joaquín se pone rojo.

Recordaba un poco, el dolor picante, la puerta asegurada de su habitación, al igual que sus ventanas y el sonido de la voz de Diego despidiéndose y luego el olor de Mauricio cuándo llegó a su departamento.

El omega le había gritado que se vaya, que él se atendería sólo. No lo hizo. La fiebre y el dolor lo tomaron por 3 días seguidos, hasta que su cuerpo no aguantó y cayó inconsciente.

Diego lo había ido a buscar cuándo no contestó el celular y se enteró que no había dejado a Mauricio quedarse. Tuvo que pedir ayuda al conserje del edificio para que abra las puertas del departamento y la habitación del omega.

Todo había sido un torbellino para ambos alfas preocupados por el ojimiel. Mauricio lo había venido a ver cada hora y Diego no se había despegado de su mejor amigo.

- Joaco... - Escucha la voz de Mauricio, Joaquín lo mira, frunciendo el ceño. - ¿Joaco porqué hiciste eso? ¿Por ese tonto alfa?

- Basta, Mauricio. – Murmura Diego. Aunque él pensara igual, no quería atormentar a Joaquín. El omega aprieta los labios, sintiéndolos secos y partidos.

- Agua por favor... – Pide, Diego asiente, saliendo de la habitación para comprar una botella de los dispensadores.

- Tu omega necesita ser atendido, Joaquín.

- No por tí. – Responde el omega, sin borrar su ceño fruncido. Mauricio pone los ojos en blanco.

- Lo sé. Joaquín, tú sabes que cómo hombres de ciencia no creemos en éstas porquerías... - Comienza el alfa, metiendo sus manos en los bolsillos de su blanca bata. – Pero, mh, tu omega está muy mal. Tus análisis de sangre muestran un nivel bajísimo en tus hormonas, ¿sientes a tu omega?

- Yo...yo sí, a veces. – Susurra, llevando su mano a su dije, inconscientemente. – En éste momento no.

- Comunícate con ese niño, Joaquín. No entiendo ésta rara conexión, ya que no estás marcado, pero creo que eso es lo que necesita tu omega...

- ¿Es posible?

- ¿Qué no es posible en éste mundo, Joaquín? – Pregunta Mauricio, riendo. Joaquín sonríe.

- No me quiere ni hablar, Mauricio, menos perdonar.

- Si es tu alfa, lo hará. Si no, pues que se joda. Aquí estoy. –Dice, tomando la pequeña y fría mano del ojimiel entre sus grandes manos. Joaquín ríe, negando con la cabeza.

- Me debes estar jodiendo, Joaquín. – Escuchan.

Joaquín se queda sin respiración. Mauricio pone los ojos en blanco.

- Emilio... - Susurra el omega. El alfa de ojos café gruñe, camina a grandes zancadas hasta la camilla del omega, quién siente sus ojos llenarse de lágrimas. Emilio.

- ¿Cómo estás? – Pregunta, apretando los puños, porque sus manos pican por tocarlo. Se vé tan pequeño, tan débil. El corazón del alfa quiere salirse cuándo nota el collar que trae puesto el omega.

- Tu omega necesita follar. – Dice Mauricio, dando media vuelta, caminando hacía el tablero con la información de los chequeos de Joaquín. – Ha pasado su celo sólo y sin atenderse, también tiene comienzos de anemia,y está muy por debajo de su peso, unos 8 kilos aproximadamente, así que, deberías cuidarlo más. – Menciona mordaz y si Emilio no estuviera tan concentrado en ver a Joaquín, ya lo hubiera golpeado.

Foll's Gold // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora