C∀PITULO SEIS

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En la mañana siguiente, no habían más fotos del líder de porrismo. Fue extraño para Perth entrar sin ver fotos pegadas por acosadores para agobiar a su líder. De hecho frente a la pared dónde las fotos eran pegadas permaneció. Mirando atento cómo ahora está vacía.

Suspira agotado antes de recargar la manga de su mochila sobre su hombro  y seguir el pasillo a el Salón de prácticas. Pero en mitad de camino vestido así con su uniforme de porrista, Jorge llega a su lado palmeandole un hombro.

—¡¿Qué hay?!— Pregunta Jorge tratando de verse cool.

—Todo bien, creo. No hay fotos de Saint en la pared esta vez.

Ouh — Jorge mira atrás de ellos mientras caminan. —¿será porque Saint le dio su merecido a su acosadora?
—Es probable.— Dice Perth brincando sus hombros.

Jorge hace un puchero sin embargo no le da tanta importancia cuando voltea a mirar frente a ellos. Forma una pequeña sonricita, —Espera — los detiene en mitad del pasillo para besar al chico a los labios. Se besan una tras otra vez. Jorge es más bajo incluso si es tan delgado como un modelo. Perth cierra sus ojos. Incluso cerrandolos no puede disfrutar correctamente del beso. Gruñe cuando se separan entre sí. Ambos mirándose con timidez.

—Hay que ir adentro. — Perth no logra simpatizar así que inconscientemente suena cortante yéndose sin dejar que el otro hable. Su compañero sonríe a punto de decirle algo más cuando oportunidades no parece tener. Su compañero, novio, o lo que sea que sean se aleja a paso rápido. Una sonrisa más grande se dibuja en el rostro de Jorge. Incluso es inocentemente traviesa como la de un niño pequeño.

«Solo es tímido. Que lindo.» Así de inocente y sin malicia son los pensamientos de Jorgito quién de hombros tiernamente se encoge antes de trotar a las puertas del aula de prácticas. Cuando entra después de Perth se ve así mismo reduciendo sus pasos. Poco a poco su sonrisa va decayendo. Más se arruga su ceño.

Saint no está ahí sino Zee, vestido con su uniforme de entrenador dirigiendo a todo el equipo. Ese dotado entrenador se da la media vuelta para verlo sobre su hombro seriamente. —Vamos, Jorge, no perdamos tiempo. Métete.

—O--Okay.— Jorge tira su bulto (parecido a una maleta si es que no lo es) al suelo en conjunto con los otros antes de mezclarse en la línea frontal de chicas brincando en sus suelas. Todos en sincronía. Deben poner una mano en una cadera para alzar un puño arriba de sus cabezas e brincar una rodilla frente a sus abdomenes seguido de la otra, con ritmo.

—Coach Zee, ¿Dónde está Saint? — Pregunta Perth en la línea en centro.

—Pues me dijo que vendría tarde hoy, pero no sé si viene. Se escuchaba mal por el teléfono.

Perth y Jorge se miran extrañados sin dejar atrás sus movimientos.

«──── • ────»

Mientras tanto, Saint está totalmente bien acostado en una balsa en su asombrosa piscina de bordes e suelo blanco, cruzado de piernas con unos cortos blancos al igual la camisa abierta que deja al expuesto su abdomen. Tiene gafas de sol puestas. La balsa es de flamenco.

Anda con la mirada en las nubes figurada y literalmente.

—No quiero ir hoy~.— Murmura agotado como un bebé. Realmente portándose como un mimado.

—Saint— Llama un pequeño niño con su pancita al expuesto usando unos cortos mirándolo súper tierno. Saint mira a su izquierda encontrando a este parado en el borde de la piscina. Es su primito. —¿Podemos jugar a pistolas de agua?

DIARIOS DE UN PORRISTA • PerthSaint Donde viven las historias. Descúbrelo ahora