El 5 de septiembre de 2006, en Cork, Irlanda, un matrimonio se encontraba en el hospital central, recibiendo una nueva criatura. Esa criatura se llamaba Lilith Brown.
Cuando Lilith abrió los ojos, sus padres se percataron de algo extraño en ella. Sus ojos eran de color violeta. Los médicos no encontraban respuestas lógicas al aspecto de la niña, así que decidieron inventar una excusa, diciendo que era común en los recién nacidos.
Con el paso de los años, Lilith continuaba teniendo ese particular color de ojos. Desarrolló comportamientos no comunes en una niña de tres años. Un día normal, Lilith se encontraba jugando a los coches cuando de un momento a otro, los coches estaban orbitando alrededor de ella.
Los padres de ella, Paul y Nancy, estaban desesperados respecto al paranormal suceso que había provocado su hija, pero ellos sabían que no podían pedir ayuda a nadie. Paul y Nancy decidieron acostumbrarse a ello y ocultarlo a su hija, a la que tanto amaban sin importarles su extraña conducta.
Lilith fue creciendo, sus ojos seguían siendo violetas y su pelo azabache se hizo más lacio de lo que estaba cuando era un bebé. La Lilith de siete años era feliz, aunque se cuestionaba el extraño color de sus ojos. Cuando ella preguntaba a sus padres sobre ese tema, ellos le respondían explicando que desconocían la razón y que el médico dijo que era normal en algunos niños.
Cuando Lilith tenía siete años, los padres de Lilith se fueron de casa y la dejaron sola, ya que ella era bastante independiente.
Al cabo de una hora, se abrió la puerta y apareció un Paul de ojos hinchados y sollozando.
Lilith no comprendía absolutamente nada hasta que su padre lanzó al aire,
-Cariño, mamá ya no está.
Paul explicó a su hija con el mayor cuidado posible que su madre ya no estaba, que se había marchado a un sitio mejor pero que no la podría ver más. En aquel momento Lilith rompió a llorar y se abrazó a su padre. Ellos dos tendrían que seguir adelante y sobrevivir a este vacío que había dejado su madre muriendo en terribles circunstancias.
Aquellos días fueron los más horribles para ella, ya que su madre había muerto y los compañeros de su clase se burlaban de ella repitiendo todos los días "¡tu madre ha palmado!" "¡¿que tienes en los ojos, ¿eh?!" "¡aléjate rarita!" y muchas más frases ofensivas.
Lilith ya no estaba igual de feliz que antes. Ahora no hablaba con nadie salvo con su psicóloga y su padre, ya que eran las únicas personas que comprendían su complicada situación.
A medida que se iba haciendo mayor su piel se hacía mucho más pálida y marcando así sus ojeras de no dormir a causa de derramar lágrimas junto a su almohada. Con 14 años vividos, Lilith se sentía peor que nunca. Aún le quedaba su padre, que no podía superar la trágica muerte de su esposa ya pasados ocho años. Por más que Lilith insistía en que su padre conociese a alguien, este se negaba. La muerte de Nancy había cambiado por completo las vidas de aquel padre viudo y su hija, haciendo que perdiesen la esperanza en todo, o más bien, en la vida en general.
Lilith no tenía una vida favorable. Su vida se basaba en llantos y sollozos, pero en ella había un pedazo de corazón que tenía esperanza de que todo volvería a la normalidad.
Eso es lo que su madre le había enseñado, que siempre buscase la luz en los momentos de oscuridad, el problema es que no eran momentos, sino una vida de oscuridad donde no conocía a nadie que sostenga una luz para guiarla. Claro que estaba su padre, pero ella sentía que él ya tenía bastantes problemas como para ayudarla a ella.
····
Hoy era el primer día de instituto y Lilith no esperaba sorpresas. Sabía que volvería a callarse cuando su corazón quisiese hablar y volvería a continuar mostrando esa frialdad que llenaba el vacío de su madre. Sin embargo, algo le sorprendió. Cuando llegó a clase, se sentó en su pupitre y hundió la cabeza entre sus brazos. Un grupo de alumnos nuevos pisó el suelo de su aula con superioridad, intentando marcar terreno. A los pocos segundos Lilith -que era muy observadora- se dio cuenta de cómo trataba el líder del grupo a los demás. Los despreciaba y los insultaba, hasta tal punto de hacerles llorar. Poco a poco, aquel grupo se acercó a Lilith, observándola con diversión.
-Tú eres esa tal Lily, no, era Leila... ¡Lilith! -exclamó superior el líder llamado Josh-. Oye tía, ¿eres subnormal? Con ese rollo "emo" que me llevas puesto, que vas hecha un cuadro -rio Josh y sus amigos al unísono.
-No me importan tus críticas sin sentido alguno -dijo Lilith nerviosa esperando una respuesta.
-Vaya, vaya... ¡Parece que la muda habla! Ten cuidado con quien te metes, ya sé lo que vas diciendo por ahí de mí -amenazó Josh y al instante Lilith frunció el ceño.
Era mentira. Lilith no hablo mal de nadie, pero ella sabía quién sí. Fueron Laura y Zoe, sus ex-mejores amigas. Ahora la odiaban, hacían todo para burlarse de ella y para hacerle más daño.
-Yo no he dicho nada, apenas te conozco.
-Tú no, pero yo a ti sí. Se que tu mami murió y desde entonces la echas mucho de menos. Entonces, ¿Por qué no te mueres y hacéis una reunión familiar? -rio el líder.
Esas palabras hirieron a Lilith. Tenía que demostrar que era fuerte y valiente, pero ya había sido demasiado esfuerzo para ella. Llevaba 7 años aguantando los mismos comentarios. Había alcanzado el límite. Una lágrima cayó sobre su mejilla, acto que hizo que los demás comenzasen a reír con más intensidad. Salió de la clase y se dirigió al ático del instituto. Era un lugar tranquilo, donde a Lilith le gustaba pasar el rato. Cuando entró, fue hacia el balcón del ático. Miles de pensamientos pasaban por su cabeza. Sollozando, subió una pierna en la barandilla del balcón, y acto seguido subió la otra. Pensó en lo que estaba a punto de hacer. Reflexionó, y se dio cuenta de que, si ella moría, no pasaría absolutamente nada. Cerró los ojos. Estaba decidida a saltar, pero alguien la detuvo.
-¿Lilith Brown? -preguntó una voz desconocida-. No, cariño, no vale la pena, déjame ayudarte.
-¡Atrás! ¡Quédese atrás o saltaré! -exclamó preocupada.
-Es increíble que tenga que volver a utilizar los poderes otra vez... - murmuró esa persona desconocida.
Por arte de magia, una gran nube envolvió a Lilith haciendo que volviese a tener contacto con el suelo del ático. Cuando alzó la vista, observó a una mujer negra, de pelo rizado marrón con matices grises y de estatura baja. Vestía con unos pantalones negros y una gabardina beige con un parche bordado a mano que decía "Escuela de Poderes y Humanos Místicos". Sorprendida por el increíble suceso que había sucedido, Lilith se asustó y se alejó de aquella señora amenazándola con una maceta que se encontraba en aquel lugar.
-¡¿Quién narices es usted y cómo ha hecho eso de la nube voladora?!
-Me presento Lilith, soy Jessica Dawson, directora de Mystcal, Escuela de Poderes y Humanos Místicos. Supongo que tendrás muchas preguntas sobre ti y sobre nuestra escuela, así que acompáñame -dijo tranquila la Sra. Dawson.
-¡Me niego! ¡Ni siquiera sé quién es usted!
-¿De verdad quieres seguir en esta pocilga de sitio? -observó su alrededor y Lilith negó-. Comprendo...
-¿Cómo sabes quién soy? -preguntó intrigada.
-Digamos que tus padres y yo éramos muy buenos amigos. Te conocí cuando empezaste a hablar. Tus padres eran muy importantes para mí, pero por distintas razones, tuvimos que dejar nuestra amistad -comentó nostálgica-. Si quieres te doy pruebas de que soy cercana a tus padres.
Jessica extrajo de su bolsillo una fotografía, donde se podía observar a la directora del colegio junto a Nancy y Paul. Estaban riendo en lo que parecía una fiesta.
-Mis padres nunca me hablaron de usted -dijo Lilith, tranquilizada.
-Y bien lo hicieron, eras muy pequeña para comprender de dónde venimos tu madre, tú y yo. Así que comenzaremos por el principio, por el momento en que nació la niña de los ojos violetas.
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Hiraeth, el mundo oculto (Libro 1) (DISPONIBLE EN AMAZON)
Fantasía"Cuando sabes el final todo duele dos veces, ¿no?" La vida de Lilith Brown no era la mejor. Años después del fallecimiento de su madre, decide acabar con su miserable vida, pero algo interrumpe su misión. Lilith descubre que pertenece a un mundo mág...