·Capítulo 22·

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Después de una larga charla entre ambos grupos de amigos, llegó la pregunta que podría haber sido la esencial para conocer a Robert, Luke, Christine y Stella.

–Oye, estaba pensando..., que no nos habéis dicho vuestras especies, ya sabéis, en Hiraeth –comentó Lilith espontáneamente.

Los recientes conocidos de la Menry se giraron hacia ella, y acto seguido compartieron sus miradas.

–¡Yo soy una Porterix! –respondió Stella, sin pensar.

Tanto Lilith como sus amigos, se sorprendieron. ¿Porterix? No conocían esa especie.

–¿Qué narices es eso? –preguntó intrigado Beckett.

–No es nada, solo... –intentó hablar Robert.

–Yo soy un Matterian, y soy mejor que todos estos –presumió Luke.

Robert suspiró, dando por hecho que sus amigos hablaban impulsivamente, sin importar el secreto que fuese.

–No hablamos en idioma Troll. Necesitamos explicaciones –dijo Theo con seriedad.

Robert se quitó las gafas y frotó sus ojos. –Está bien. Os contaré la historia.

«Si pensabais que las Hadas, los Vampiros, las Sirenas, los Licántropos y los Temerators son las únicas especies humanas en Hiraeth, estáis equivocados. Yo y Luke somos Matterians. Podemos controlar la forma y el uso de los objetos, al igual que dominamos como se mueven en el espacio. Stella y Christine son Porterixs, y su poder es crear portales hacia cualquier lugar en el espacio y el tiempo. Hemos sabido lo que éramos desde pequeños, como todos, pero tuvimos que escondernos, ya que los reyes de Hiraeth han dicho en varias ocasiones que solo están permitidas ciertas especies. Acompañando a eso, no pudimos ir a Mystcal, ya que se suponía que no existíamos, y hoy en día seguimos sin existir.»

–Nelly solía decir que era un Hada, pero supimos desde el primer momento que era una Porterix. Ella se arriesgó y suplantó su identidad, así que consiguió entrar en Mystcal, afortunadamente –comentó Luke.

–Vaya, que suerte la de Nelly –comentó Theo.

–¿Suerte? Te recuerdo que tuvo tres hijos, y parió a dos de ellos sin querer tenerlos –contestó Robert–. Además, murió nada más tener a Stella.

Theo dirigió su mirada al suelo, avergonzado.

–Voy a ir al lago a darme un chapuzón, ¿alguien viene? –anunció repentinamente Beckett.

–Yo iré contigo, que estas escamas necesitan hidratación –comentó Marestia mientras se levantaba del seco césped.

–Me apunto, mis pectorales trabajados necesitan lucirse –vaciló Luke, haciendo un gesto de fuerza.

····

Después de un breve pero intenso camino, Beckett, Marestia y Luke llegaron al Lago Peryglus. Allí, cada uno se quitó las prendas necesarias para poder zambullirse en el agua cristalina del lago. Cuando Luke comenzó a quitarse sus prendas, causó sensación en sus acompañantes.

–Mar, Mar –repitió sin dejar de mirar a Luke–. Mírale, por favor, observa esa maravilla de cuerpo.

Marestia abrió su boca. –¿Qué tipo de ritual ha hecho para estar así?

Ambos observaban atónitos como Luke salía del agua, con su cabello castaño totalmente empapado, mientras escupía elegantemente la poca agua que se había depositado en su boca.

–Necesito tocarle los abdominales. Por favor, Marestia, deja que me acerque –habló Beckett entre jadeos, antes de avanzar hacia él.

–Tú no vas a ninguna parte, señorito –dijo Marestia mientras agarraba a Beckett del brazo.

Luke dejó de salir del agua con aires de superioridad para caminar hacia Marestia y Beckett.

–Perdonadme, me he entretenido en el agua... –se disculpó el Matterian mientras volvía a enredar sus manos en su pelo–. Voy a ver si hay frutas aquí, así que no me esperéis para iros. ¡Adiós! –se dirigió hacia los adentros del bosque.

Ya recorrido un largo camino, Luke no se dio por vencido, y continuó buscando algún tipo de alimento para así no morirse desnutrido. En lugar de encontrarse lo que deseaba, se topó con un chico rubio, que estaba comiendo unas nueces y diversas frutas.

El chico rubio se asombró al verlo, y le cautivó su complexión física, tanto que hasta se sonrojó.

–¡Oh dios mío! –exclamó Luke al observar aquel manjar de comida que tanto deseaba–. Hola, me llamo Luke y necesito que me des de tu comida. Ahora.

–Hola, soy Harry y no voy a darte mi comida –dijo seriamente.

–¿Harry? De qué me suena... –pensó Luke.

–Bueno, hay muchas personas que se llaman Harry –aclaró.

–No todo el mundo es británico, Harry –pronunció su nombre con acento inglés.

–¿Tanto se nota? Vaya...

Luke pensó y pensó, hasta que llegó a una conclusión; Lilith le habló de Harry a Luke, contando su pelea y el problema entre ellos.

–¡Harry Perkin! –chasqueó los dedos–. Ya sé quién me habló de ti –Harry permaneció intrigado.

–¿Se puede saber quién?

Luke no sabía si contárselo a Harry, ya que Lilith insistió en que no dijese nada a nadie. Aunque, le gustaba el romance de aquellos dos.

–Lilith, hace poco la he conocido.

Harry no sabía si sentirse halagado o lleno de inquietudes. Él ocupaba una parte de los pensamientos de la chica, lo cual le agradaba. Permaneció en silencio, reflexionando sobre ella.

–¿Qué pasa campeón? ¿Problemas con tu chica? –varias palmadas en la espalda de Harry acompañaron su comentario.

–Ella no es de mi propiedad, y tampoco mi novia... –respondió apenado.

–Eh, eh, eh... No pasa nada, crac. Busca a otra y arreglado.

Harry le miró entristecido. –No lo entiendes, Luke..., si no quiere estar conmigo, que no esté, pero solo quiero arreglar las cosas con ella.

–Bueno, sigo sin entenderte. Si yo fuese tú, me lanzaba a por ella de una. No puedes desperdiciar esa oportunidad, Harry –apoyó Luke.

–El sentimiento no es mutuo. Ella me ve como un conocido, ni siquiera como un amigo... –enunció cabizbajo.

–Y tú, ¿cómo la ves?­ –preguntó Luke.

Harry se calló un momento. –Yo estoy enamorado de ella.

 –Yo estoy enamorado de ella

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