Jueves

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Dragon Days

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Jueves

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Tal y como era de esperarse, tanto Kanon como Radamanthys intercambiaban saludos y mensajes afectuosos de vez en vez desde el martes por la tarde, era una realidad el que no pudieran verse hasta el día fijado así que el joven del cabello cobalto lo tomaba de la mejor manera que podía pues, era un hecho, que el exceso de trabajo no era culpa de nadie. Y, como bien había dicho el otro, debía poner al corriente muchos reportes que estaban pendientes debido a su ausencia del día lunes.

—No me has dicho porque te has quedado sin teléfono —escribía el joven del cabello cobalto al otro lado del mensajero interno aquella tarde luego del almuerzo—, ¿acaso lo estropeaste?

—Si —respondió el rubio varios minutos después—, digamos que tuvo un trágico accidente. Ya te lo diré con detalle cuando nos veamos mañana.

—Bien... —finalizó Kanon prestando más atención al móvil ya que tenía un mensaje sin leer de Milo.

En ese mensaje le preguntaba cómo iba su "asunto pendiente" haciendo que Kanon recordara que no le había dado ninguna noticia posterior a su reunión sobre ese evento. Este le tecleo un mensaje rápidamente confirmando que las cosas parecían ir bien narrando el incidente ocurrido el día anterior justo cuando entraba al sanitario, como este era de su total confianza, el joven del cabello cobalto narro todo con lujo de detalles recibiendo varios mensajes con emojis sorprendidos como respuesta.

—Espero todo salga bien el jueves —decia Milo al otro lado de la app—, trata de no estropearlo quieres —indicó en tono amistoso—. Oye y si hay algún amigo tuyo en la oficina que valga la pena, podrías presentarmelo ¿vale?

—Está bien, veré quien se anima a salir contigo —respondió Kanon conteniendo una risita—, hablaré bien de ti a mis amigos.

Terminaron la conversación cerrando una siguiente salida a beber algo lo antes posible para ponerse al día y no dejar pasar tanto tiempo sin contacto ya que, de los colegas de la Fundación Graude, él era con quien mejor trato tenía, en realidad, era el único con quien aún tenía contacto.

Al mirar el reloj del dispositivo notó con alegría que faltaban aproximadamente quince minutos para concluir el trabajo de ese día y poder marchar a casa. Aunque no iría a casa sino al centro comercial a buscar ese pequeño detalle significativo que deseaba entregar a Radamanthys teniendo ya una idea de lo que compraría para él.

Fue así que el miércoles pasó volando para la buena fortuna de ambos.

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Muy cerca de la oficina se alzaba una pequeña plaza comercial que vendía artículos y objetos locales, así como algunas artesanías entre otras cosas fabricadas a mano en la zona. Algo que Kanon noto, desde la primera vez que paso por esa placita comercial, fueron las corbatas tejidas a mano cuya calidad era igual, o superior, a las que se vendían en una tienda departamental común y corriente. Pensó que un detalle como ese, además de estar casi personalizado, le vendría bien al rubio malhumorado.

Kanon notó desde la primera salida que el auditor gustaba de usar corbatas cuyos colores no eran del todo comunes. Es decir, no siempre vestía alguna de color sobrio sino que gustaba, a su manera, de usar corbatas con diseños interesantes estando seguro de que el rubio ni siquiera se había percatado de lo observador que Kanon podía ser.

—No se lo espera —se decía con picardía mientras llegaba al sitio en cuestión—, ya quiero ver su cara cuando vea el obsequio —sonrió alegremente mientras iba por el concurrido pasillo buscando la tienda elegida.

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