La víspera de navidad

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Dragon Days

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La víspera de navidad

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Cuando Kanon abrió los ojos aun estaba oscuro afuera, no estaba seguro de la hora aunque, algo le decía que aún faltaban varias horas para el amanecer. Se encontraba en la habitación de huéspedes, a la cual fue directo apenas dejaron al niño profundamente dormido en la que sería su cama por las siguientes dos semanas; ni él ni Radamanthys dijeron más ya que ambos caían de cansancio yendo a la cama sin dilaciones tan solo dándose un beso de buenas noches.

Decidió no ponerse de pie aun ya que no deseaba hacer ruidos limitándose a observar como las luces del exterior se filtraban por la ventana analizando un poco todo lo ocurrido el día anterior pues, había sido una tarde llena de sucesos inesperados que, pareciera, se habían estabilizado ya pues, según Radamanthys, no habría más cambios salvo el movimiento en su fecha de regreso a Grecia no siendo inconveniente para Kanon. No era que tuviera mucha urgencia por volver siendo posible prolongar su estancia hasta el día dos de enero, contaba con su teléfono móvil en caso de requerirse algo urgente.

—Pasaríamos los tres juntos el año nuevo —se decía en silencio contemplando el techo—, no tendría por qué haber problema alguno con mis actividades.

Los dos colegas de Radamanthys pernoctaron en un hotel cercano y ese día, 24 de diciembre, los esperaban a eso del mediodía para comenzar los preparativos de la cena de navidad, estaba contemplado organizar la velada en esa casa debido a la falta de otro plan; el mismo Kanon estaba sorprendido por lo apresurado, pero ya no se podía objetar y nadie deseaba hacer más cambios y arreglos. Antes de cerrar la noche el rubio habló con Minos para revisar algunos detalles.

—¿No te molesta que celebremos en la casa de tus padres? —preguntó Minos algo apenado.

—No —respondió molesto—. Podemos quedarnos aquí si así lo deseas. Lo que menos quiero son más cambios Minos, ha sido un día de locura.

—Lo imagino, ya me dirás mañana. Bien, llegaré con Aiacos antes del mediodía y veremos cómo organizamos todo. Tu descuida.

—De acuerdo.

Finalmente terminarían celebrando en compañía de su grupo de amigos, y como el rubio estaba verdaderamente agotado, no quiso objetar nada terminando por acceder. Kanon pensó un poco todo el escenario no encontrando nada en contra, si acaso habría que hacer una limpieza profunda luego de la celebración ya que, según su anfitrión comentó brevemente, Minos era un desastre en la cocina.

Sus meditaciones fueron interrumpidas por el sonido de una puerta que se abría acompañada por varios pasos, tras unos segundos, se escuchó la bisagra de otra puerta que se abría o cerraba. Kanon se acercó al teléfono móvil con algo de desconcierto por tanto escándalo a esas horas abriendo aún más los ojos pues ya pasaban de las siete de la mañana. Según la aplicación móvil, amanecería hasta las ocho entonces, él ya iba tarde. Desperezándose un poco, finalmente, se puso de pie ya que no quería que nadie lo tomara por poco atento al horario, encendió la lámpara colocada en la mesita de noche a su lado sintiendo el agradable calor de la habitación apenas apartó las mantas.

Aunque, afuera soplaba un viento tal que las ventanas se azotaban contra sus respectivos marcos.

Al salir noto que las luces del pasillo se encontraban encendidas y algunas puertas abiertas así que sin perder tiempo se dio prisa ya que, seguramente, su anfitrión y el pequeño huésped ya estarían desayunando. Mientras iba escaleras abajo se encontró con Owen quien estaba en el salón principal observando el amplio espacio entre los sofás y la chimenea, el joven del cabello cobalto fue hacía él sin dejar de observarlo con curiosidad, pues el niño tenía en su rostro una expresión de desconcierto, como si algo estuviera mal y él mismo no encontrara la solución al problema.

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