Estoy bajo los efectos de...

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-¿Anya?- Dijo Toni sorprendido-. 

-¿José?- Esta vez fue Carlo el que habló-. ¿Qué hacéis aquí?

-De eso veníamos a hablar en esta reunión- intervino Hai-. José trabaja con y para nosotros, y al ser Anya su empleada, también. 

-¿En serio? No paras de expandirte, chino- dijo sarcástico el italiano mayor, mientras colocaba sus manos en sus caderas. Una carcajada bastante sonora comenzó a sonar-.

-¡Qué gracioso eres, "Poni"!- Se abrazaba la barriga el asiático mientras reía-. 

-¿Qué he dicho?- Le susurró a Raúl, que estaba a su lado-.

-Muchacho, date cuenta- soltó, cruzado de brazos, dejando aún más confundido al rubio-. 

Después del ataque de risa por el comentario de Toni, Hai comenzó a explicar el porqué de la reunión: Ya que los hermanos cada vez se estaban volviendo más parte de "su equipo" decidieron presentarles a más gente que trabajaban con ellos. En este caso José y Anya. Llevaban el negocio del KeRule que, según ellos, era muy famoso por sus magníficos menús de la casa. Decían que tenían un ingrediente especial y que debían probarlo algún día sí o sí. Los hermanos simplemente estuvieron atentos de lo que decía el chino y lo que comentaba el andaluz sobre su propio negocio, sin intervenir, al igual que Raúl, Lina e Igor. 

La reunión no se alargó mucho más, únicamente citaron una "cena de empresa" ese mismo fin de semana, para formalizar más sus relaciones como socios. Aceptaron sin rechistar, además, ya les hacía falta alguna salida en su estancia en España. 


...


Colocaba su pajarita en la posición idónea, arreglaba su pelo hacia un lado como siempre mientras aplicaba spray fijador en él. De una forma casi desapercibida colocó un contorno negro alrededor de sus ojos. Se miró al espejo, dando una vuelta sobre sí mismo, coqueto, con sus manos agarrando su chaleco marrón, sintiéndose poderoso. 

-¡Qué gusto da ponerse guapo!

-Eso es que eres muy coqueto- apareció Carlo ya preparado en la habitación de su hermano, acostándose en la cama-.

-Si, lo admito. Soy una coqueta- dijo con  orgulloso con una sonrisa-. 

-Venga, Toni. No te tardes mucho más que al final vamos a llegar los últimos- el menor miraba a su hermano de reojo, quien seguía peinándose con la finalidad de quedar impecable-. 

No tardaron mucho en salir de aquel apartamento, dirección al lugar que había señalado el chino en el GPS de su coche por la tarde.  El trayecto se hizo  algo pesado pues las calles estaban siendo muy transitadas ya que era sábado, típico día de la semana en el que los españoles salían a cenar. 

Llegaron a la ubicación señalada y se quedaron boquiabiertos al ver aquel lujoso restaurante tan llamativo por sus luces y cristaleras. Parecía un palacio. Comprobaron varias veces si estaban en el lugar correcto pero todo se confirmó cuando vieron a Hai con el comisario García saliendo de un coche negro. 

-¡Antonio!- Se escuchó a Agustín, andando con los brazos abiertos hacia el rubio-.

-Joder Agustín. Ya estamos con los motes- rio mientras aceptaba el abrazo amistoso-. Aquí está Carlo, ¿te acuerdas de él?

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