Capitulo 6

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Lo que empezó con un frío invierno lleno de soledad y sangre, se disolvió, cambiando la nieve por flores y el hermoso verde de la vegetación de la primavera,aunque aquello era lo de menos, el paisaje calmo guardaba tras suyo el temor de los pueblerinos, del emperador, de los soldados que eran reclutados quienes en el fondo de su corazón saben con exactitud que no volverían intactos de aquella guerra irremediable.
El pánico de sus corazones, los abordaba en cada instante, lo que generaba en ellos una especie de sugestión a la seguridad y desconfianza total de lo que se les era prometido por su gobernador en ese tiempo.

(...)

_ Vaya...esto realmente es peculiar, un montón de inútiles aldeanos amenazan con asesinarme?__ musito el joven samurai, desenvainando su espada y señalando al conjunto de hombres frente suyo. En esencia, su persona tenía que atravesar unas villas para llegar a su destino, y esa era la segunda y última que le faltaba, más los habitantes de esta eran evidentemente groseros con él.

_ Eres un intruso, ademas de ladron y asesino, no mereces ni un céntimo de piedad, te haré pagar por tus pecados, maldita escoria!-Exclamó uno de los hombres que se incluía en aquel grupo, corriendo hacia el mismo con una espada de frente dispuesto a atravesar su pecho.

Más tarde el ataque fue desviado por el arma de su oponente, quien le golpeó el pecho como recepción con su codo izquierdo, desenvainando una pequeña daga que llevaba consigo y degollandolo de una vez.
Cerró sus ojos convencido por lo que había visto, la impulsividad, el recelo y la falta de raciocinio a la hora de atacar, aquellos eran solo unos inútiles peones del emperador, piezas para ganar tiempo, y no tenia el animo suficiente para entretenerse con aquellos juguetes infames y de muy muy mala calidad que se destruyen con facilidad, por lo que se apresuró a ellos para darles lo que buscaban, un destino seguro, su aniquilación total.

Que diminutos son.- Habló para sí mismo en lo que le sacudía los restos de sangre a la hoja de su katana, ignorando lo poco que su vestimenta se había llenado del líquido carmín que había salpicado cuando le arrebató la vida a dichos hombres y a sus familias. Respiro hondo y siguió su camino, sin más.

La brisa golpeaba leve su cabello, hacia un sol tenue, un día enteramente tranquilo luego de que el silencio se volviera forzado y solo el canto de las aves o el relinchar de los caballos fuera el único que pudiera oírse tras suyo.

Su mente iba maquinando todo tipo de salidas en caso de que el plan a no saliera tan acorde, puesto que siempre había un pequeño obstáculo que por mas mínimo que fuera estropeaba todo, mas su meditación se vio interrumpida cuando a lo lejos observo a un sujeto de aspecto peculiar, quien parecía vagamente inquieto.

(...)

¿Izquierda o derecha? Aquella era su gran interrogante, el castaño había caminado arduo, sin embargo moria del calor y ningún lado le parecía acto, uno era muy empinado y el otro muy liso y resbaloso, ¿por donde debería ir?

Eran las decisiones que le costó que sus ''amigos'' se hubieran ido, el grupo, se había disuelto con razones que desconocía cuando su general murió en aquella emboscada, cuando pasaron a una villa vecina al paso imperial a "recuperarse'', en ese pequeño lapso mientras descansaba los demás parecia que habian tomado aquel adelanto por sus manos, por lo que buscaba incesante que camino era menos extenso para reunirlo con tales.

Justo cuando sintió que se rendiría en la respuesta, observó un dedo índice asomarse por uno de sus hombros y una voz familiar que decía "ahí".

_¿Ahí?- dijo con duda siguiendo con su mirada donde se señalaba, en medio de ambos caminos, un corto sendero cubierto por algunas hojas yacía a la vista._Gra.. esper-ra ¿h-hao?.

El samurai de Fuego (Hao x Yoh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora