17. Alegría

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Y dale alegría, alegría a mi corazón

Que ayer no tuve un buen día, por favor

Y dale alegría, alegría a mi corazón

Que si me das alegría, estoy mejor.

Y ya verás, las sombras que aquí estuvieron, no estarán

Y ya verás que no necesitaremos nada más....

(Y dale alegría a mi corazón - Fito Páez)

Martín le quita el marcador de la mano a Olivia y le pone la tapa.

Luego, mete las manos en los bordes del vestido de ella y se lo quita.

Solo así.

Tan directo como es para hablar, para sentir, para vivir. Olivia sube las manos para facilitarle la tarea, porque le encanta que él sea así. Sin vueltas. Sin poses.

Él la evalúa en silencio por un momento. Debajo de su vestido ella lleva un sujetador negro liso sin tirantes, que eleva sus pechos y la hace lucir como una sirena, y está conjuntado con unas bragas fucsias de lunares negros.

Él le rodea la cintura con un brazo y rueda hacia un lado, para que sea la espalda de ella la que está sobre el colchón.

- ¿Has pintado con óleo? - Le pregunta él con una voz ligeramente más ronca de lo normal

- No - Responde ella. Está hipnotizada con cada movimiento de Martín. Cuando él se inclina hacia sus labios, Olivia exhala

- Se suele preparar el lienzo primero - Explica él

- ¿Preparar el lienzo? - Repite ella

- Si. Para que absorba bien los colores - Le dice él, con mucha seriedad artística.

Y luego baja su boca hacia el cuello de ella y la besa.

Y Olivia se hace agua. Si ella es el lienzo sobre el que él va a pintar y así es como lo prepara, quiere ser parte de su arte por siempre. La boca de Martín no vacila al moverse sobre su piel. Su lengua lame sin miedo el punto en el que late su pulso y Olivia jadea.

¿Cómo hace para que todo sea tan intenso e increíble?

Él desliza sus manos por encima de la caja torácica de ella, siguiendo cada elevación de sus costillas. Cuando llega a la cinta de su sujetador, engancha un dedo en ella y lo desliza sobre la línea inferior de los pechos de ella. Olivia jadea en busca de aire.

Tiene el olor del pelo de él en su nariz, su beso en su cuello enviando cosquillas a cada terminal nerviosa, y ese único dedo mandando chispas hacia su piel.

La boca de él baja hacia el valle de sus senos, y Olivia se arquea cuando él deja un beso lento y sensual sobre la curva de su seno derecho, deteniéndose justo donde empieza el sujetador de ella.

Termina el beso solo para estirarse por un marcador.

Agarra cualquiera y le quita la tapa. Es rojo.

Sin decirle nada, él se pone a dibujar sobre la curva de sus senos. Ella se muerde el labio, porque siente cada roce del dorso de su mano cuando él la desliza sobre su piel con cada trazo. Ella no ha compartido un orgasmo con otra persona en más tiempo del que puede recordar, pero su vientre empieza a cosquillear con esa anticipación deliciosa, y él ni siquiera la está tocando abiertamente.

Naturaleza sangre  » Martín Vargas (Morat) » AHORA EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora