Dicen que la mafia es despiadada, oscura, enferma, que todo aquel que pertenece a ese mundo está condenado a la desgracia, a que sus manos siempre estén manchadas de sangre, a vivir cada día de su vida con la incertidumbre de si será el último, con...
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Poco más tres semanas habían pasado desde el cumpleaños de Dimitri. Desde esa descarga de emociones y esa dosis intensa de placer que habíamos dejado salir esa noche
Las cosas habían cambiado de cierta manera, en mi caso sentí una verdadera fijación por todo lo que estaba pasando con Dimitri y mi cuerpo estaba en llamas las 24 horas y los 7 días de la semana.
¿Nuestra relación?
No sabría si llamar relación a esto a pesar de ser bastante peculiar todo indicaba que estábamos en una, ya no vivíamos en la mansión de entretenimiento de los De Santis por completo de vez en cuando Dimitri me permitía visitar y dormir en su casa sin tanto misterio como al principio, debía aceptar que estaba siendo más condescendiente, pero ese lado rudo y frío en él se parece intacto. Sin embargo, aún estaba esa parte de mí que quería ser libre completamente, ya que, aunque Dimitri me dejaba ver el camino y ya no tenía una pulsera a la cual temer me era imposible escapar.
