Dicen que la mafia es despiadada, oscura, enferma, que todo aquel que pertenece a ese mundo está condenado a la desgracia, a que sus manos siempre estén manchadas de sangre, a vivir cada día de su vida con la incertidumbre de si será el último, con...
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Ver desde la distancia como poco a poco la mansión De Santis ardía en llamas junto a sus herederos. En mi mente hace tiempo atrás era la mayor satisfacción que pensé que sentiría, pero realmente aquí se detuvo frente a ello era todo menos satisfacción.
-Tenemos que irnos-dijo Armani.
-¿Dónde está Daira?-cuestioné.
-Aquí estoy-ella dijo algo nervioso.
-¿Y ella es?-cuestionó Armani.
-Una nueva amiga-dije
-sabes que...
-sé bien lo que hago Armani y no tienes que advertirme como si fuera una niña tonta. Puedes ahorrarte cualquier comentario -dije
-Está bien-él se resignó.
Mansión De Alessio
Después de tanto tiempo ponía un pie en el que era también mi propiedad.
-Mi chiquita -mi madre me abrazó con fuerza.
-mamá -dije
-¿estás bien?
Acabo de despedir para siempre al amor de mi vida y lo peor es que lo último que supe que sentía por mi era desprecio.
-Sí, estoy bien-mentí.
-Harley-mi padre me llamó.
-lo consiguió
-¿Qué ha conseguido?-mi madre cuestionó con confusión.
-Los diamantes. Era la razón por la cual me deje secuestrar-confesé.
-¿Qué?
-mamá sé que debí decírtelo, pero no quería ponerte en peligro o que no me dejaras hacerlo-explicado, pero a cambio recibe una cachetada
-Estuve todos estos meses afectando por ti, con los nervios de punta, una crisis tras otra para que me digas que todo fue a apropósito?, ¿y tú lo sabías?-ella se refirió a mi padre.
-Lo sabía, pero Harley me pidió que pasara lo que pasara no podía decirte la verdad-mi padre respondió.
-¡Eres un hijo de puta egoísta!. Metiste a mi hija a ese lugar para conseguir tus malditos diamantes.
