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Manjiro

Pasado

Kenchin y yo estábamos que nos subíamos por las paredes para el momento que la nave atracó en Perth, Australia.

Tres semanas habían pasado desde la única noche que compartimos una cama en nuestro día de permiso. Desde el momento que salimos de la habitación del hotel nos mantuvimos alejados el uno del otro a un brazo de distancia. Aparte de alguna ocasional mirada intercambiada, cuando estábamos absolutamente seguros de que estábamos solos, nosotros mantuvimos todo lo que había ocurrido entre nosotros lejos incluso de nosotros mismos.

No ayudaba el hecho de que tenía una caja de condones y una botella de lubricante sin abrir guardado en mi equipaje. Ken y yo habíamos dejado nuestra habitación en Guam el tiempo suficiente para comprar esas necesidades, y lo hicimos a mitad de camino del hotel con toda la intención de joder hasta el amanecer, cuando algunos de nuestros compañeros nos vieron. Nosotros empezamos con nuestras excusas – queríamos madrugar, bucear, y todo eso – pero nos cortaron, el compañero de permiso de uno de ellos había desaparecido. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que sólo estaban tres de ellos. El número cuatro estaba borracho hasta el culo en uno de los clubes, le dejo para ir al baño y nunca volvió. Cuando su compañero de permiso fue a buscarle, no lo encontró en ningún sitio.

Todos ellos eran E-4s, y dos estaban en nuestro taller, lo que significaba que ahora teníamos alguna responsabilidad ya que conocíamos la situación. Sí algo le pasaba al piloto desaparecido, o su compañero regresaba a la nave sin él, todos podríamos ser investigados por el capitán, que estaba a un paso de un consejo de guerra.

Quejas y maldiciones, se intercambiaron con miradas de frustración, Ken y yo ayudamos a buscar al tipo. Lo encontramos alrededor de las dos de la mañana, desmayado en la playa detrás del club donde había desparecido. Pusimos su estúpido culo en la nave y lo llevamos ante el médico, amonestamos a nuestros chicos quitándoles el pase de noche y cogimos un taxi de vuelta al hotel. Para cuando llegamos a nuestra habitación, eran casi las tres y media y estábamos agotados. Nos quedamos dormidos, lo que significó que tuvimos que correr para volver a la nave a tiempo para presentarnos al servicio.

¿Y los condones? Todavía. Joder. Sin abrir

Esta noche, algunos serían usados. No podía pasar otro maldito día sin dormir con él. Si las cosas fueran a mi manera, nosotros iríamos directamente desde la cubierta a un taxi a nuestro hotel, a nuestra habitación, a nuestra cama, sin pasar por la casilla de salida y sin recoger el dinero, directos a follar ahora.

Desde que el universo tenía su propio dictador supremo, sin embargo, esto no iba a suceder. Nosotros teníamos que parecer fríos y hacer todos los movimientos para asegurarnos de que todos supieran que éramos totalmente heterosexuales. Un montón de chicos compartían habitación de hotel durante los permisos, y teníamos que convencer a todos que nuestra intención de compartir habitación era tan platónica como la del siguiente par de compañeros de libertad.

Así que con las cartas de permiso en la mano y las ―necesidades― cuidadosamente escondidas en mi bolsa, Ken y yo nos unimos a los otros tipos en el muelle. Tomamos un taxi a nuestro hotel, y cuando llegamos dejamos subir a algunos de los chicos más jóvenes y tomar una ducha antes de salir por la ciudad. Después de todo, los baños de hotel eran más privados y tenían más agua que cualquiera del barco.

Mientras todo el mundo tenía su tuno en la ducha, yo estaba nervioso, retorciéndome las manos. Culpaba mis nervios a la necesidad de tomar unos tragos, y por si acaso, dije que tomaría un par de Red Bulls antes de ir a la costa.

Jensen tumbado en la cama, obviamente viendo la televisión desde el lugar donde tenía intención de molestar a Ken a fondo lo antes posible.

Cuando Anderson salió al balcón, a fumar, lo seguí. Prometiéndole que le devolvería tres cigarrillos en el barco si me daba uno ahora, y cuando encendí el cigarrillo codiciado, murmuré algunas escusas sobre lo estresado que estaba con el ascenso. Yo realmente no necesitaba nicotina en ese momento, pero no podía pasar un minuto más en la misma habitación con Ken, una caja de condones, y una botella de lubricante.

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐫𝐢𝐨 (drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora