𝟷𝟶

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Manjiro

En la planta baja del edificio de oficinas de Ken, salí del ascensor y me detuve. Cuando las puertas se cerraron detrás de mí, miré hacia atrás. 

¿Así que eso era todo?

 ―¿Pero después de esta noche?  Él había dicho. ―Eso es todo. El tema está cerrado, eres mi alumno, y el pasado no existe.

Me había disculpado. Él admitió que estaba enamorado de mí. Y sin embargo, aquí estaba. Paralizado. Solo. Convencido de que él estaba alejándose de mí igual que yo ciertamente estaba convencido de que las cosas no podían terminar así.

Estruje mis manos, y volví hacia atrás y me pare delante del ascensor. ¿Me atrevería a intentarlo una vez más? Por supuesto esto valía la pena pero no quería acosarlo. Solo... no podía aceptar que nosotros íbamos a seguir por caminos separados.

Antes de que pudiera decirme eso a mí mismo, fui a golpear el botón del ascensor, pero un segundo antes de que lo hiciera, los engranajes empezaron a sonar. Maldije. Las escaleras estaban al otro lado del edificio y yo necesitaba este ascensor y llegar a su piso antes de que perdiera los nervios.

Inquieto, esperé, escuchando a la máquina y luchando para persuadirme de seguir con esto. Él tenía todo pero me había echado. No quería verme. Diablos, incluso el maldito ascensor se alejaba de mí, como si quisiera decirme: Amigo no. Simplemente no.

Pero me mantuve en el suelo y esperé. Mi corazón golpeando mientras los engranajes y la maquinaria trajeron el ascensor a esta planta. 

Las puestas se abrieron, y di un paso, pero luego me detuve.

Ken me miraba, sus ojos y labios abiertos como si estuviera tan sorprendido de verme como yo de verle a él. A través del estrecho espacio, nos miramos, el edificio totalmente silencioso excepto por el atronador latido de mi corazón. 

Tantas cosas que decir. ¿Por dónde empezar? Yo ni siquiera podía recordar lo que quería decir, porque me miraba así, no podía recordar cómo hablar. O cómo él reaccionaría si le decía cualquier cosa que yo estuviera apunto de decir.

Dios, Kenchin, incluso no puedo decirte cuanto te amo. 

Las puertas comenzaron a cerrarse. La mano de Ken golpeo contra uno de los lados y las puertas obedientemente se abrieron de nuevo. Pensé que iba a dar un paso a fuera al pasillo, pero por el contrario, él sacó su otra mano, agarró la parte delantera de mi uniforme y me arrastró al ascensor, volví al ascensor del hotel de Guam, y me besó. 

Yo no podía recordar un momento donde compartiéramos un beso tan apasionadamente, tan desesperadamente. Lo empujé contra la pared, y él agarró mi uniforme como si pensara que yo en realidad podría alejarme. Las puertas se cerraron detrás de nosotros, y ahora que teníamos algo parecido a la privacidad, esto era todo lo que podía hacer para no arrancarle su camisa y corbata aquí y ahora.

Las manos de Ken se deslizaron por mis costados y sobre mis caderas y cuando me apretó contra él, su erección me hizo gemir en su beso. 

―Lo siento― él susurró entre besos. ―Tenías razón. Esto es lo que importa.

―Esto no es todo lo que importaba pero...― me detuve un poco, sin aliento por el beso. ―Es todo lo que importa esta noche, al menos.

―Definitivamente―. Ken buscó mis ojos. Él pasó sus dedos temblorosos por mi rostro. ―Esto podría ser un error y yo podría meterme en muchos problemas, pero...― Cerró los ojos, tomó aliento, entonces buscó mis ojos de nuevo. ―¿Quieres que continuemos esto en mi casa?

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐫𝐢𝐨 (drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora