Capítulo 13: Reunión Inesperada

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Brookyn quedaba a una hora de Queens, sería "fácil" llegar, la luz del faro de la motocicleta era lo que alumbraba aquella vía que parecía interminable, aunque N temía que fuese un enemigo, decidió respirar profundo para seguir hacia adelante, si quería cambiar para salvar a todos, tenía que tener un pensamiento enfocado.

—"No debo escapar no debo escapar, tengo que moverme"— fueron las palabras que su mente repetía una y otra vez, hasta que se le salían de la boca— No escapes, no escapes, no escapes...

Mientras N seguía a toda velocidad hacia dicho destino, Marcello, quién había decidido vestirse con su traje de color negro buscó para combinar con el atuendo, una camisa roja con una corbata negra, también se cambió de peinado, se lo había teñido nuevamente de color (lo acompañaba de su tono negro natural pero pequeños rastros de gris claro), con arreglar un par de maletines salió del hotel y Andrés ya lo estaba esperando.

Se subió a la limusina y Andrés lo llevó hasta el lugar acordado, en un respeto silencioso no hubo ni una sola palabra que saliera de ellos dos, tanto era así, que solo se escuchaba el ruido del motor. Aunque Andrés miraba atrás constantemente para ver el rostro de Marcello, a pesar de tener un aspecto tan cuidado, de verse en buena salud, su figura emanaba mucha tristeza, y como no estarlo, la extraña, esa sensación en la que el mismo dice que se siente humano, hace que tenga dependencia de esta, la soledad para el es aterradora, impredecible, violenta, y tanto porque tiene miedo de ésta, no quiere aceptarla, quiere huir de ella y si ya cuestiona su existencia pues fíjate en esto de las personas con dependencia. Dudan de ser personas valiosas y dignas de ser amadas, les aterroriza la idea de conocerse... Se rechaza la posibilidad de ver aspectos de uno mismo que no gustan, y posiblemente estén, pero también quedan privados de apreciar las capacidades que puedan tener. Como dijo Nietzsche:

"La valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que le es posible soportar. Nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad. Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes."

La tendencia humana básica nos lleva a buscar compañía como una manera de garantizar la supervivencia de la especie.

Al ver que las luces de la ciudad empezaron a alumbrar su rostro, mandó un mensaje para confirmar el sitio. N, quien andaba en el límite de velocidad comenzó a desacelerar y se acomodó un momento al lado de la carretera para poder leer los mensajes, ya eran 8:45 p.m, de hecho, pudo haber estado más temprano pero como tenía que permanecer oculto, se tardo más en salir de Brooklyn que en tomar la carretera.

—"Queens queda algo lejos, así que ven a reunirte conmigo en la azotea de un viejo edificio residencial cerca de la entrada de la ciudad, desde abajo podrás visualizar que está enfrente de un bar, hasta entonces..."

N solo seguía sin entender de quien podría ser, pero eso no lo detuvo ni fue desalentador, así que guardó su teléfono y nuevamente tomó camino.

Mientras aquella tan ansiada reunión se acercaba con cada minuto que pasaba; Diana se encontraba en una academia de policías dando explicaciones de llaves y palancas de presión para quitar armas, aunque hacía todos los ejercicios y explicaba como debía ser, se le notaba algo de tristeza en la cara, incluso podemos decir que estaba frustrada. Horas más tarde, terminó la clase.

—Bueno, eso será todo hoy gracias por acompañarnos y espero que les haya sido de utilidad, pasen buenas noches— se sintió por el modo en como lo dijo, como si la estuvieran forzando a decirlo de manera alegre, ya de salida a casa, Diana fue llevada por su amiga Beatrice, quien también es instructora de defensa personal (de cabello castaño claro rizado, ojos marrones que contrastaban con su piel tostada), después de diez minutos quedaron en frente de su casa, aún con dudas, se acercó a ella antes de que saliera de su auto y le comentó.

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