Capítulo 3: Aquellos ojos

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Después del "asunto de la toalla", N pensó que para compensar a su hermana podrían ver una película. Akira aún enojada, decide ponerse su camisa favorita la cual le traía recuerdos de aquel templo en los que vivió y entreno durante tantos años, después de unos minutos, salió de su habitación; con los pies en la mesa N está en el teléfono leyendo algo, ya se había tomado una ducha pero trataba de disimular el dolor en su costado. Le pareció muy común de el, la mayor afición de N era leer, aunque muy raro era que lo hiciera en la sala, porque siempre lo hacia encerrado en su cuarto, de hecho, para su hermano sus mayores objetos de valor son sus libros, quiso preguntarle pero fue interrumpida por el.

—¿No te cansas usar esa camisa?— viendo el estampado— Es tan... como decirlo...—suspiró y comentó más calmado— Olvídalo, lo lamento ¿ok?, no debí asustarte— tocándose el cabello— Además se me olvidó tu fuerza super humana, seguro este golpe me dolerá hasta la semana que viene...— quejándose del dolor.

—Esta bien, te perdono, pero del golpe no quedas impune, te lo merecías— acercándose al sofá— ¿Qué estás leyendo?

—Algo.

—¿Qué es ese "algo"?— replanteó la pregunta.

—Te permitiré leerlo cuando yo lo termine— apagando su teléfono, lo dejó en la mesa y Akira se sienta en el sofá para apoyarse en el hombro de N, aunque se notó el dokor.

—¿Sabes?... Me recordé de algo.

—¿Sobre qué?

—Me recuerda cuando mamá veía películas con nosotros mientras esperábamos a que papá llegara del trabajo, me trae tanta nostalgia recordar esos felices días— sonrió levemente.

—¿Porqué tuvimos que perderlos? Quisiera haber tenido más recuerdos con ellos, volver a aquellos tiempos—mencionó Akira con los ojos llorosos y una voz quebrada.

—Sí, jamás olvidaré esa última vez...— con lágrimas recorriendo sus mejillas—No, jamás dejo de pensar en esa noche...— recordando aquella noche parecida a la de una historieta, la última vez que sus padres sonrieron.

Por supuesto que no pueden olvidarlo, ya hace 10 años que sucedió, a aún así un evento tan traumático como ese sigue mostrando las secuelas hoy en día.

—Deberíamos ir a por un helado, admito que tengo ganas de comer algo dulce...— propuso su padre mientras caminaban.

—Cariño, por favor, no, sabes que no me agrada que los niños coman azúcar tan tarde, tu eres consiente de lo difícil que es para que duerman, y más a estas horas...— le reprocha su esposa, negativa ante la idea.

El sólo se le queda mirando como con miedo ya que le hizo una seña de total desaprovacióm y gracia a la vez— Entonces, vamos a preguntarles a ellos... No creo que puedas convencerlos jijiji.

—¿Ah, si? Más te vale entonces tener el dinero, porque yo no voy a pagar...

—Ay, que lástima porque yo si pensaba pagarte, pero con mi eterno amor y una rosa— a lo que ella se sonrojó.

—Estúpido...

—Pregúntale a los niños, yo pagaré.

—¡Niños!— exclama.

—¡¿Qué?!— respondió Akira y N responde de manera más educada.

—¡Señora!— volteando la mirada hacia su madre.

—Hijos, ¿qué prefieren en este momento? ¿comer un helado o...?— propuso su padre, siendo interrumpido por su esposa.

—¿Irnos a casa?— a lo que sus hijos solo los miraron.

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