Amargos 18

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Los dieciocho años...
Una edad muy esperada por casi todos los jóvenes, la legalidad.
La oportunidad de abrirse más, de seguir sus caminos y de aventurarse a la vida, pero sin tomar en cuenta que aquella edad viene con grandes cambios que te demuestran lo difícil que puede ser la vida real con responsabilidades de adulto.

Nuestro amado Adrien Agreste está apunto de llegar a esta edad, con muy pocas ganas podría decirse.
El sabía que su padre usaría el hecho de ser mayor para añadirle trabajos que antes no podía realizar por la edad y para sobrecargarlo con más responsabilidades.
Sus ganas de festejar aquella edad eran casi nulas, pero sus amigos estaban tan emocionados de que fuera de los primeros de la clase en ser mayor de edad. Esperaban una fiesta inmensa, divertida y desenfrenada.
Claramente Gabriel Agreste nunca permitiría esto en su casa, pero Marinette se encargó de conversar con el y convencerlo de realizarla en su cabaña. Lejos de poder destruir o revisar cosas personales de la mansión Agreste, una propuesta que quizás no lo convenció mucho, pero sin duda era la mejor opción para hacer que Marinette dejara de suplicarle, así que accedió y nuestra azabache fue la encargada de organizar todo, con su fiel grupo de siempre, Alya y Nino.

Las invitaciones fueron enviadas lo más rápido posible y la emoción por aquella fiesta se sentía en los pasillos del colegio y en la aula de clase, se puede decir que incluso Adrien se animó con respecto a su fiesta. La primera fiesta grande y organizada para el que tendría, siempre eran fiestas aburridas y pequeñas hechas por su padre en donde solo iban Chloe y Kagami de sus amigos.

—Entonces, ¿cómo va la fiesta princesa?
—Es una sorpresa, mañana ya podrás verlo.
—Sabes que odio la intriga— hace un puchero. —¿Segura que no puedes decirme nada?
—Pues... de hecho sí, puedo decirte algo.
El rostro de Adrien se iluminó y su emoción era inmensa.
—Que te divertirás mucho— dijo Marinette riendo.
—Eres muy cruel— pone sus ojos en blanco.

Marinette estuvo ocupada todo el día, al igual que Alya y Nino, lo que dejo a Adrien algo... aburrido y solo, pero ellos sabían que se lo compensarían al día siguiente cuando tuviera la mejor fiesta del instituto.

Por otro lado Marinette fingía hacer llamadas con equipo contratado para la fiesta, la realidad era que estaba hablando con Félix y terminando de organizar aquel plan que tenían juntos.

—Bien, recapitulemos, has entrado de incógnita a la mansión tres veces— Félix asiente. —Y dice que has descubierto muchas cosas impresionantes que nos ayudarán.
—Así es, pero me falta algo... necesito que distraigas a Adrien hoy mientras mi tío sale a la entrevista de 4-6.
—Es demasiado repentino Félix, no se si el quiera salir.
—Debes lograrlo, sin mi tío ahí todo es más sencillo, Nathalie está mal y no suele estar caminando por la mansión.
Después de un largo suspiro Marinette responde, —Okay, veré que puedo hacer, nos mantenemos en comunicación.
—Vale.

Marinette tomó camino a la mansión Agreste, tenía permiso de entrar en cualquier momento sin reportar su asistencia previa. Al llegar saludo a Nathalie y a Gabriel gentilmente y se retiró a la habitación de Adrien.

—Hola, Hola gatito, ¿alguien está aburrido?
—Oh, mi Lady recordó mi existencia— dijo enarcando una ceja.
—No exageres, definitivamente era claro que eres mi gatito dramático y exagerado.
—Es parte de mi ser, ámame o déjame, pero esa no es una opción, puedo ser algo intenso.
—Ya minino, guarda esas garras— dice entre risas, —¿Quieres salir por un helado o algo por el estilo?

Preguntó Marinette yendo directo al grano, ya le quedaba poco tiempo para que Gabriel saliera a su entrevista y debían dejar las dos horas exactas para Félix.

—¿Y si mejor nos "acostamos" un ratito juntos?— dijo mirándome de arriba/abajo, —Eso sería miauravilloso— continúa en un tono coqueto.
—¡Pero Adrien!— respondió mientras un tono carmesí se asomaba en sus mejillas, —¡Gatito pervertido!, deja de mirarme así.
—Aún te sonrojas, me encanta y se que también te encanta que sea así... entonces, ¿lo haremos?
—¡Que no! Vamos arréglate.
—Que aguafiestas, ya va— responde haciendo un puchero y yendo a ducharse.

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