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JeongHan miró con curiosidad a la pequeña mariposa que tenía frente a él, el insecto se había instalado en las margaritas que tenía en la mesita pegada a la ventana, el gatito relamió sus bigotes gustoso y aprovechó la confianza de la mariposa para atacar, Joshua estaría muy contento cuando viera el regalo que tenía para él, caminó sigiloso hasta uno de los extremos de la mesa y esperó; la mariposa aún batía suavemente sus alas y revoloteaba alrededor de las flores, JeongHan vio como aquel insecto escogía una flor y guardaba sus alas para descansar, era su momento. Sostuvo su peso con sus patas trasera y en un limpio saltó, se dirigió hacia ella. 

─ ¡Hannie, ya llegué! 

El sonido de la puerta cerrarse provocó que la mariposa se percatara del peligro, revoloteó rápidamente y abandonó el lugar por la amplia ventana por donde había entrado. JeongHan sólo pudo ver su presa irse aún estando en medio del salto sin poder hacer nada. Claramente se molestó y desde su lugar, miró mal al hombre que le sonreía amorosamente. 

─ Cariño, transfórmate para que pueda saludarte. 

Joshua abrió sus brazos para recibirlo, pero como todo buen gato orgulloso, decidió mantener lo poco que le quedaba de dignidad; alzó su barbilla y bajando de la mesa, pasó de largo al alfa que lo miraba consternado desde su lugar. 

─ ¿JeongHan? 

Siguió a su esponjosa pareja hacia la sala de estar, el gatito se limpiaba con elegancia sus patas, ignorando completamente al mayor. El tigre enseguida captó lo que sucedía, pues no era la primera vez que tenía que lidiar con un problema parecido, su pareja odiaba cuando él frustraba algún intento de caza y más porque sabía que JeongHan lo hacía para él. 

A Joshua realmente no le importaba si JeongHan cazaba algo o no, pero sabía que entre los gatos, aquello era una muestra de cariño hacia los miembros de su manada. Cuando el omega le dejaba algún insecto en la puerta de su despacho, él le agradecía y recompensaba por ello, incluso cuando le dejaba las repugnantes cucarachas que tanto odiaba. 

─ Conozco esa mirada... ─observó aquellos ojos zafiro que lo contemplaban con recelo─ No sabía que estabas cazando, no te molestes. 

Siguió sin tener respuesta, se sentó junto a él y acarició el suave pelaje de su pareja, JeongHan al principio puso resistencia, pero al final terminó cediendo a las caricias cuando los dedos se centraron en rascar su lomo, realmente amaba que le rascaran en esa zona. 

─ Vamos, amor, conviértete, sólo tengo media hora para almorzar hoy y no quiero irme sin un beso. 

JeongHan lamió la mano que lo acariciaba y relajó su cuerpo, invocando a su parte humana. 

─ El que acepte tus mimos no significa que te perdone. ─hizo un mohín, pero enseguida le dio un beso en la mejilla a su pareja─ Aún me debes una mariposa. 

Joshua rió levemente y en un rápido movimiento, tumbó al omega en el sillón, atrapándolo entre su cuerpo y los cojines. 

─ Estás molesto, eh. ─se burló, besando la nariz de botón que se encontraba roja por el frío─ Entonces creo que tendré que buscar a alguien más para que coma conmigo las galletas que compré... 

─ ¡No estoy molesto! ─se apresuró a decir─ Yo quiero galletas. 

─ Tendrás que pagar por ello. 

JeongHan sonrió, rodeó el cuello de Joshua y enrolló sus piernas alrededor de sus caderas, atrayéndolo hacia su cuerpo para que se quedara acostado completamente sobre él, llevó sus labios hacia sus mejillas, besando cada una de ellas y frotando suavemente su nariz en la superficie tersa de la piel para impregnarla con su olor. Joshua le contestó con un ronroneo satisfecho con la acción del su omega, pero el gatito no había terminado. 

Con un camino de besos, fue bajando hasta llegar a los labios de su pareja que se encontraban entreabiertos, esperando su encuentro ansioso. Al principio fue un simple roce juguetón que les hizo sonreír a ambos, pero sabían que aquello no era suficiente, Joshua no resistió más y besó con fervor los delgados labios que tanto amaba probar, saboreando lo dulces que eran, JeongHan abrió sus labios, invitándolo a entrar y él aceptó gustoso, perdiéndose en la cálida sensación que se esparcía por toda su lengua. 

─ Creo que la caja que traje no será suficiente después de esto. 

JeongHan rió ante el comentario y escondió su rostro en el cuello del mayor, disfrutando de la cercanía de su alfa. Tendría que hacer una cena bastante surtida y abundante porque como iban las cosas, dudaba que el tigre utilizara su tiempo de descanso para almorzar.