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— Ahhh... Chuuya.... ¿algún día dejarás de pegarme? Aún me duele el golpe. — dijo Dazai sobando su cabeza.

— Tu te quejas pero te ganaste ese golpe. ¡ME ESCUPISTE! — defendió Chuuya lanzando una mirada asesina.

— SOLO FUE UN TROZO DE NADA. —

— UN TROZO MASTICADO Y LLENO DE SALIVA, ENCIMA DE TI. —

— Tsk... — Dazai decidió dejar de hablar antes de iniciar otra pelea donde acabaría lleno de moratones.

— Oh, tenia que informar a Ranpo de lo que has recordado. Le haré una llamada. —

— Haz lo que quieras saco de vendas. —

Dazai se levantó del sofá y fue a su habitación. Marcó el número del detective y llamó.

— Digaaaa~~ — dijo perezoso Ranpo.

— Ranpo, Chuuya ya ha recordado varias cosas pero sigue sin verme en sus recuerdos pero bueno. —

— Que cabezón es Mr. Fancy Hat... Recordará las cosas más rápido así que ya no te preocupes por eso. Entrenale y preparale para la Mafia. Si puedes llevale allí y que hable con sus subordinados y compañeros. Ya sabes para que se lleve bien~ —

— Solo oír lo que tengo que hacer me da pereza... —

— ¡No te queda otra ex-jefe de la mafia! —

Dazai abrió los ojos sorprendido por aquél nombre. Su pasado había quedado atrás y nadie tenia por qué llamarle así.

— Sólo espero que no me vuelvas a llamar así. —

— Jeje... Claro que no. ¡Au revoir!~~ —

Ranpo colgó la llamada y Dazai suspiró.

El castaño se dirigió a la sala donde se encontraba Chuuya y, con una mirada fría e inexpresiva, dijo.

— Ponte tu unifrome y ve a los contenedores. —

Los contenedores. Era el lugar donde Dazai había entrenado y torturado a cientos de personas. Todas las personas que él entrenó las mató con sus propias manos, por ser inútiles, menos a Akutagawa. Él tuvo suerte.

Chuuya estaba confuso. ¿A qué se refería? Esa mirada no solo daba miedo, te dejaba la sensación de que morirías si no seguías sus órdenes. Obedeció a Dazai y, una vez vestido, salió camino a los contenedores.

Una vez allí, a lo lejos, vio la silueta de Dazai.

— Chuuya, hoy usarás tu habilidad. Por tu bien te recomendaría estar atento a cada movimiento que haga... Hoy sólo serán cuchillos, mañana balas. —

— ¿Qué? —

— Lo que oyes. —

— ¿De verdad eres el mismo Osamu que el de hace 1 hora? —

Dazai suspiró. — Ahora no soy Osamu, soy el Jefe de la Mafia. —

Chuuya sorprendido por lo que acababa de decir, cambió su expresión a una seria y desafiante. Dazai al notar eso sonrió picaramente. — Que empiece el juego. —

Dazai sacó un cuchillo de su abrigo y lo lanzó hacia Chuuya, quien lo esquivó rápidamente de un salto. Ahora sacó 3 cuchillos más pequeños, los lanzó y otra vez Chuuya pudo pararlos con su habilidad. El pelirrojo fue corriendo a atacar a Dazai pero este esquivó su ataque un con su rodilla golpeó el estómago de Chuuya.

— ¡AH!~~ — balbuceaba Dazai, con una sonrisa en su rostro mientras esquivaba los golpes y ataques de Chuuya. Parecía que él lo estaba disfrutando, eso enfadó a Chuuya y, al fin, logró golpear el pecho de Dazai.

— ¡Ja! ¡Riéte ahora, momia! —

Dazai soltó una risa divertida y, limpiando la sangre de su boca, se acercó a Chuuya con una mirada más relajada.

— ¡Muy bien Chuuya! Sigues igual de rápido y fuerte... —

— Ajá. ¿Acaso ya acabó el entrenamiento? —

— Sip... podemos irnos a casa. —

Justo cuando Chuuya suspiró aliviado, dejando salir aquella tensión que tenía, Dazai golpeó su cabeza con una barra de hierro, abriéndole una brecha en la sien a Chuuya.

— ¡AGH!... Maldito bastardo... —

— Te dije que cuidaras mis movimientos. —

[. . .]

Dazai agarró el cabello de Chuuya y elevó su cabeza. El rostro del pelirrojo estaba ensangrentado y lleno de sudor, sus ojos estaban cansados e inundados de sangre que había logrado entrar allí.

Claramente Dazai también salió con alguna que otra herida pero no le da importancia y, una vez teniendo a Chuuya mirándole, dice.

— Te has debilitado... Pero no te preocupes Moi Amore yo te entrenaré para que vuelvas a ser el más fuerte y poderoso~. —

Chuuya escuchó pero no respondió, estaba cansado y sus músculos no le obedecían. Dazai soltó aquél brusco agarre y cargó a Chuuya en sus brazos.

— Ya te esforzaste, Chuuya. Te toca descansar —

Chuuya solo respondió con un quejido y, le quedó claro que a partir de mañana, Chuuya le volvería a odiar.

Recuerdame, ChuuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora