09

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— Media hora para vestirte Chuuya. ¡MEDIA HORA! Te dije que teníamos que estar ahí a las 12 pero noooo. ¡AHORA SON LAS 12:36 Y AÚN NO LLEGAMOS! — decía Dazai continuando su paso acelerado.

— ¡¿Quieres dejar de gritarme imbécil de mierda!? Para empezar fue tu culpa por decirme tarde. —

— Claaaro. Ahora culpame Señorito tardo en vestirme 30 minutos. —

— ¡CÁLLATE! — dijo irritado Chuuya.

— Callame. —

El pelirrojo golpeó la cara de Dazai, tirándole al suelo al instante.

— Callado. — dejó al moribundo Dazai ahí tirado y siguió su camino a la sede de la Mafia.

[. . .]

El pelirrojo tocó el timbre de la puerta esperando que alguien viniera a abrirla desde dentro. Pero para su sorpresa se abrió automáticamente.

Chuuya entró a la sede a paso lento y desconfiado. El ambiente allí era muy triste y tétrico. Habían subordinados heridos, otros en camillas esperando ser atendidos y una pila de ataúdes en una esquina. A saber si dentro habían cadáveres o no.

— ¡Chuuya! — la voz de Dazai sonó detrás de la puerta de cristal. — ¡Ábreme la puerta, yo no pues entrar! —

— ¿Por qué no, eh? —

— ¡Tu huella dactilar está vinculada en el timbre. ¡No la mía! —

Chuuya recordó aquél sistema de seguridad y, molesto, fue a abrirle la puerta al más alto.

Dazai señaló un pasillo. — Por ahí, sigueme. —

Ambos empezaron a caminar a través de esos vacíos pasillos llenos de eco. Sus pasos rebotaban en las salas. Se sentía como si estuvieran en un hospital.

— Esto parece una enfermería más que una Mafia. —

— Estoy de acuerdo. Pero mejor no le digas eso a tus superiores. —

Chuuya anotó eso en su cabeza para no cometer ningún error.

Llegaron a una puerta exageradamente ancha. Era de color plata y sus pomos eran de oro. Dazai agarró uno de ellos y tiró de él.

La puerta se abrió. Dazai le hizo un gesto a Chuuya para que entrara y este cedió. Al entrar vio un arsenal lleno de bombas, armas y munición. También vio hombre de negro, que hicieron una reverencia al reconocer a Chuuya.

— Señor. — gritaron todos al unísono

— Woah, Chuuya les tienes comiendo de la mano. —

— ¡Cállate imbécil! ¡Son mis subordinados! ¡¿Qué esperas!? — dijo sonriendo orgulloso de ver que había logrado ese respeto y lealtad por parte de aquellas personas de rango medio.

Siguió caminando dentro de aquella sala y llegó a un lugar donde se encontraban Akutagawa, Tachihara, Hirotsu y Kajii.

Hirotsu notó su presencia y volteó.

— ¡Oh! ¡Chuuya! — dijo sorprendido. — Bienvenido seas. — se levantó de la silla e hizo una leve reverencia.

Tachihara y los demás se dieron la vuelta confusos. Vieron a Chuuya y se levantaron rápidamente para hacer una reverencia.

— Hey, no hace falta que hagáis eso... Después de todo lo que me han contado somos amigos. —

Kajii se sintió halagado y, con una lágrima teatral en sus ojos, dijo alegremente. — ¡Chuuya nos considera amigos! Después de habernos mandado a la mierda tanto tiempo... ¿Esto es un sueño? —

— Chuuya que les has hecho para que se alegren así. —

— Tu cállate. —

Dazai recordó el puñetazo de antes que, por cierto, aún le dolía lo suyo, y decidió callarse.

— Chuuya, según lo que Dazai nos dijo viniste a tener alguna charla con nosotros. ¿Es así? —

— Hm. — tarareó asintiendo.

— !Entonces unete aquí con nosotros! — dijo alegre y chillón Kajii.

Akutagawa solo soltó una leve tos mientras que los demás miraban a Chuuya mostrando una sonrisa confortante.

Chuuya también sonrió y se dirigió a la mesa donde estaban sentados los demás. Se sentó y empezaron a charlar.

[. . .]

— Y... ¿cómo fue Chuuya? —

— Sinceramente, mejor de lo que esperaba. —

— Ya veo. —

Chuuya se veía feliz después de hablar con sus compañeros. Eso hizo sentir a Dazai que él no era tan especial para Chuuya después de todo y, que, solo era un parásito que le había hecho daño todo el tiempo que estuvo junto a él. Pero esa era su naturaleza.

Dazai elevó su mirada, viendo el cielo oscuro, iluminado levemente por las estrellas y la Luna. Las nubes se veían tan lindas y esponjosas. Era un paisaje hermoso.

— Oye Chuuya. —

— ¿Qué? — respondió casi al instante Chuuya.

— ¿Qué significado tienen para ti los ojos de las personas? —

— ¿Hah? Para mí solo son ojos. —

— Mmh... — tarareó como respuesta.

El pelirrojo al notar la decepción por la respuesta que le dio, preguntó.

— ¿Para ti que significan? —

— Los ojos son joyas únicas que marcan la personalidad y vida de una persona. Unos ojos sin luz pertenecen a una persona muerta y unos ojos brillantes y con luz a una persona viva. Los ojos son la verdadera belleza humana. Cada ojo me dice cómo es la persona que los porta. Sus sentimientos e inseguridades. —

— Tsk... qué poético te pones aveces. — Chuuya volteó su mirada y siguió mirando al frente mientras no detenía su caminata.

"¿Por eso será tan buen manipulador?"

Esa pregunta viajó por la mente de Chuuya todo el día.




Recuerdame, ChuuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora