—Sortijas de oro te traeré, poemas te voy a cantar ¡Te cuidaré de todo mal! Si siempre me acompañas —Cantó en voz baja la pelinegra. Desde que empezó a trabajar, se la ha pasado tarareando esa vieja canción casi por completo, sonrió un poco más en esta ocasión por terminar otra tanda de informes, colocando en la enorme carpeta marrón el último trozo de papel que acababa de redactar, aunque seguía siendo una tarea tediosa, no pudo apagar su felicidad.
Nada en los últimos tres días había podido apagar su excelente ánimo.
Finalmente, ayer había concluido con su último trámite para la boda: la comida. Estaba tan de buen humor que su reacción al breve alboroto causado por Sasha en una casona que cotizaron, fue una genuina risa. La castaña casi se desmayó, sorprendida por escucharla reír relativamente alto por primera vez.
—Sortijas de oro ¿Para qué? Poemas no me importan ya, tu mano solo sostener —Canturreó, levantándose para ir a entregar los documentos a Erwin—. Mejor que eso no hay más...
—Nunca te había escuchado cantar —El comentario de un aparentemente, recién llegado, Armin, la sorprendió; casi deja caer la carpeta de papeles.
Sina, ¿Uno ya no puede hacer nada sin que otros se aparezcan como fantasmas?
—¿Hace cuánto estás allí? —Preguntó al rubio, quien estaba sentado en la orilla de su cama, viéndola con una sutil sonrisa. Ella se giró en la mesa/escritorio que compartía con Sasha (bueno, realmente solo Mikasa usaba el mueble de madera) cruzándose de brazos mientras veía al rubio como una mamá gallina molesta.
—No mucho, pero no me dijiste que sabías cantar —Comentó Armin, casi como un reclamó, como si le hubiera estado ocultando una especie de secreto de suma importancia, si no estuviera tan alegre, ella se indignaría.
—No sé cantar —Respondió, apenada. Se encogió brevemente de hombros, realmente dudaba que siquiera su voz sonase decente. Simplemente, es un pasatiempo muy personal de ella.
—Deberías escucharte, realmente tienes talento para eso —Insistió él, con optimismo. Su querido amigo le dedicó una sonrisa triste, antes de cambiar de tema—. ¿Eren te ha estado molestando últimamente?
Eso casi apaga su buen humor. Casi.
—No lo he visto desde el incidente de hace semanas —Suspiró, recordando cómo Jean había terminado con un notable hematoma en su mejilla y un resfriado por caminar descalzo tras olvidarse de que ella tenía sus botas—. No se me ha acercado desde entonces... No sé si eso es bueno o malo.
—Ambos sabemos lo impredecible que puede ser —Señaló el rubio, algo que, de hecho, era bastante cierto—. De haber sabido antes que te estaba molestando, no te habría dejado sola tan a menudo.
—¿No lo sabías? —Preguntó la pelinegra, confundida.
Armin negó, avergonzado, antes de confesar:
—Él y yo tuvimos una pelea hace un mes, cuando regresamos a la base... No nos habíamos hablado hasta que Jean me contó lo ocurrido la última vez —Explicó él, desviando momentáneamente su mirada—. Con ayuda de los chicos he evitado que se te acerque a solas desde entonces, aunque sé que puede ser escurridizo si quiere, por eso prefiero verificar contigo que no haya pasado desapercibido de nuestra, uh, sutil vigilancia.
—Lo siento... —Masculló Mikasa, sintiéndose aún más culpable por varias cosas. Estaba afectando la amistad de Armin con Eren. Además, todo este embrollo empezaba a ser considerablemente más absorbente, afectando no solo a dos miembros del equipo, uno activo y otro inactivo, sino al escuadrón de élite por completo—. No tienen que hacerlo, puedo encargarme de Eren.
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|⳽ⳙⲛ⳨ⳑⲟⲱⲉⲅ⳽| .ʀɪᴠᴀᴍɪᴋᴀ.
Fanfiction(Lo que empezó como una serie de drabbles rivamika, que dejaron de ser drabbles y adquirieron una trama) En su primer año nuevo dentro de la Legión de Reconocimiento, Mikasa Ackerman, tras pasarse de copas, termina teniendo una noche que quiere borr...