🌻𝕆𝟞𝟚

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Mikasa se encontraba caminando a las afueras de la Legión, cargando un cesto lleno de ropa sucia al costado. Se había dispuesto a ayudar en todo lo que pudiese, así fueran las tareas más sencillas, realmente no le importaba, le gustaba ayudar, ser de utilidad en lo que pudiera.

No quería ser una carga, y quería demostrarle al Comandante que no iba a quedarse de brazos cruzados mientras pudiera moverse.

Habiendo terminado las cosas que requerían su atención de forma extraoficial, podía concentrarse de lleno en su trabajo. Una ventaja de no realizar el contrato de arras, es que no hubo necesidad de apartar una cita en el ayuntamiento para la ceremonia correspondiente, todo sería oficiado de manera oral, solo habría que firmar una especie de contrato en la capilla, certificado por el ministro asignado. Era un gasto menos, lo que agradecía bastante.

Soltó un suspiro al sentarse con una tabla para lavar en el río que estaba cerca del castillo. El mismo río en el que había meditado sobre su culpa por ser un poco insensible con Levi hace ya tantos meses.

En ese entonces, no se habría podido imaginar que todo esto sucedería.

Ni siquiera consideró que podría no odiarlo.

Y ahora aquí estaba, disfrutando del ambiente pacífico, incluso relajante, comprometida con ese enano insoportable mientras nuevamente tallaba camisas blancas con ahínco en la tabla para lavar, asegurándose de quitar cualquier mancha de sudor o suciedad.

El viento refrescante era una caricia bienvenida, el calor había sido bastante alto en este verano. Así que lavar era bastante placentero.

Su mente divagaba en todo y nada, no mentiría, estaba preocupada por la incertidumbre de la expedición a Shiganshina, tratando de no ser una carga o demasiado abrumadora, sentimentalmente hablando, también ansiosa por la boda. Mikasa sabía que ahora que la Legión se estaba restableciendo, sumándole su nuevo puesto inactivo, no podría pasar tanto tiempo con Levi como antes. Ambos sabían de los sentimientos del otro, así como de su poca habilidad para hablar correctamente de sus emociones, en el caso del más bajo, por lo que, sumado a sus horarios, los ratos agradables entre los dos se habían visto interrumpidos en desmedida.

Ella había querido subir a la azotea del castillo en los últimos días, pero la cantidad de papeleo la mantuvo despierta a altas horas reiteradas ocasiones. A veces extrañaba su tiempo como forajidos, por estúpido que le parezca, sin embargo, esos ratos agradables con él eran el contrapeso de todas sus dudas, su miedo y ansiedad por... bueno, no quería recordar eso en detalle. Al menos seguía siendo parte de su escuadrón... aunque ya no entrenaba con ellos y en sus comidas el insufrible monstruo pulcro aparecía muy pocas veces.

El Capitán solo estaba ocupado, así era su carácter, no lo estaba forzando a nada, no se había arrepentido, no puede haberlo cansado todavía... ¿Verdad?

Tontas inseguridades de la juventud...

Y habría seguido disfrutando de la brisa fresca mientras analizaba sus pensamientos tan realistamente como podía, hasta que escuchó pasos acercándose a ella.

Desvió su mirada hacia atrás y casi tragó saliva de golpe, bastante incómoda al encontrarse con Eren, quien se acercaba con paso calmado.

No habían intercambiado palabra desde aquella discusión en el castillo, incluso si a Mikasa le había dolido apartarse tan tajantemente de él. Aún dolía, al punto que en un par de ocasiones llegó a llorar por lo sucedido, siendo consolada por Armin la segunda vez, cuando la descubrió llorando en la cocina, escondida. Podría dolerle el abismo entre ambos, pero no dejaría que Eren supiese cuanto podía herirla con palabras y acciones. Ella se mantendrá firme en su decisión.

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